miércoles, 9 de noviembre de 2016
La omisión y los silencios también son violencia machista
La violencia estructural "Es un tipo de
violencia de género que va íntimamente ligado a las estructuras de poder en
todos los sentidos puesto que generan, reproducen y legitiman
desigualdades".
La violencia de género o machista estructural es,
como su nombre indica, inherente a las estructuras, sobre todo económicas, existentes
en el mundo. Aparece como consecuencia del vigente sistema androcéntrico que
sigue guiando la vida de la propia humanidad.
Es una violencia machista bastante invisible para los
ojos no habituados a su detección, pero está ahí y repercute directamente sobre
la vida de mujeres y niñas de todo el mundo.
Según definición del Consejo de Europa, la violencia
estructural "Es un tipo de violencia de género que va íntimamente ligado a
las estructuras de poder en todos los sentidos puesto que generan, reproducen y
legitiman desigualdades".
Cómo podemos comprobar las decisiones u omisiones que
se toman en despachos institucionales cercanos o lejanos afectan de manera
directa sobre las vidas de las mujeres y niñas, ejerciendo sobre ellas un tipo
de violencia más silencioso, pero no por ello menos dañino.
Esta mañana, como cada mañana, escuchaba en la radio
la publicidad de la Dirección General de Tráfico para la prevención de
accidentes en carretera. Desde hace muchos años se llevan dedicando muchos dineros
públicos para la prevención de estas muertes. Y no solo en publicidad, también
en mejoras de carreteras, en investigación, etc.
La verdad es que me parece estupendo que se dediquen
esos fondos públicos a prevenir las muertes de personas producidas de una forma
tan estúpida e inútil como lo son las muertes por accidentes de tráfico. En
este sentido, y más allá de algún contenido en las campañas publicitarias, no
he detectado a lo largo de los años demasiadas discrepancias entre los partidos
políticos para mantener esta actitud preventiva.
Pero cuando hablamos de la muerte de mujeres y niñas
mayoritariamente a manos de machistas asesinos, la cuestión ya cambia. Aunque
las muertes sean igual de estúpidas e inútiles. Pero de entrada y al parecer,
no es lo mismo.
La vida de las personas, de todas las personas, es el
mayor bien que tenemos y debe ser protegida desde los poderes públicos. En ese
sentido las decisiones que se tomen para que ese derecho sea real me parecerán
siempre acertadas.
Pero sigo sin entender por qué cuando se trata de
proteger específicamente la vida de las mujeres y las niñas, las decisiones que
se toman son tan tibias e incluso inexistentes.
Los recortes producidos sobre los recursos destinados
a prevenir violencias machistas, es violencia machista estructural, puesto que
está perjudicando directamente a las víctimas reales y/o potenciales de ese
tipo de violencias tan específicas que se ejercen sobre las mujeres por el
simple hecho de ser mujeres.
El hecho del no desarrollo de forma correcta de la
actual ley orgánica de medidas de protección contra la violencia de género, es
otra forma de ejercer violencia de género estructural contra las mujeres y
niñas, puesto que se les están negando derechos contemplados en una ley
orgánica que el propio gobierno está dejando sin presupuesto para su desarrollo
y ejecución.
La falta de entendimiento entre partidos para llegar
a un gran pacto de estado en esta materia sangrante que sesga la vida física de
demasiadas mujeres y criaturas cada año y que deja tantas secuelas físicas,
emocionales y psicológicas en las víctimas supervivientes, es violencia de
género estructural le pese a quien le pese, y escrito así, con todas y cada una
de las letras.
El ampararse en tradiciones y en culturas para mutilar,
vender o matrimoniar a niñas o mujeres jóvenes negándoles la posibilidad de
vivir sus propias vidas y de elegir sus caminos, es más de lo mismo. O el
permitir que en los libros sagrados de las grandes religiones se sigan
induciendo a la violencia física o psicológica sobre las mujeres y niñas,
también es violencia de género estructural.
Pero al parecer en todos estos supuestos, como la
sangre no brota de forma instantánea, como no han de intervenir los servicios
médicos de forma urgente porque no hay heridas inmediatas, la cosa no puede ser
tildada de violencia machista. Pero lo es. Lo es porque cada una de esas
decisiones y/u omisiones condiciona la vida de muchas mujeres en un sentido
negativo, causándole daños por haber nacido mujer. Y esto es patriarcado en
estado puro.
Pero hay más ejemplos de esta terrible y silenciosa
violencia estructural machista que nos agrade cada día.
En medicina, por ejemplo. Las decisiones de las
grandes multinacionales farmacéuticas de seguir investigando casi siempre sobre
modelos masculinos nos lleva a no saber qué efectos tendrán sus medicamentos
sobre los cuerpos de mujeres y niñas.
Y el mejor ejemplo de lo que digo lo tenemos durante
el embarazo y la lactancia. En esas etapas de las vidas de las mujeres, y según
tengo entendido, el primer consejo es que no deben tomar medicamentos para no
afectar al normal crecimiento del feto.
Hay que fastidiarse!!! De nuevo la salud de la mujer
gestante o lactante por detrás de la del ser todavía no nacido. Y todo ello por
falta de interés de esas multinacionales farmacéuticas que prefieran seguir
investigando sobre modelos masculinos que invertir en los femeninos y durante
todas las etapas de la vida de las mujeres. Pero claro, los hombres no se
embarazan ni pueden parir y por tanto, no interesa.
Quizás el argumento pueda ser demasiado simple, pero
no olvidemos que el eterno pacto entre patriarcado y capitalismo siempre acaba
teniendo consecuencias negativas para la otra mitad de la población mundial que
somos las mujeres. Y las multinacionales farmacéuticas son un buen exponente de
este pacto que he comentado.
Podemos cerrar los ojos y no ver este tipo de
violencia machista que nos condiciona la vida a las mujeres y las niñas.
Podemos instalarnos en la comodidad de pensar que
estamos protegidas contra todas las violencias de género sean del tipo que
sean.
Pero no es cierto porque es silenciosa e incluso
invisible, pero está ahí y nos agrede. Y quienes han de tomar decisiones,
siguen sin hacerlo. Y su dejación de funciones se sigue llevando la vida de
mujeres y niñas. La omisión también es una forma de actuación. Y los poderes lo
saben.
Habrá quien tache lo que digo de victimismo, pero
sinceramente, me da igual, porque cuando abres los ojos y lo descubres ya no
puedes volver a negar la evidencia descubierta.
Entrenar la mirada para descubrir este tipo de
violencia machista estructural requiere tiempo, pero estoy segura de que ese
tiempo es un tiempo bien empleado para poder seguir denunciando al patriarcado
en sus formas más sutiles de camuflaje y, de ese modo poderlo combatir mejor.
Somos mucha gente quienes vamos poco a poco
entrenando cada día esa mirada. No vamos a parar de denunciar este y cualquier
tipo de violencias machistas.
Y que sepan señores de la política tanto del gobierno
como de la oposición, que la inacción o los silencios así como la falta de
voluntad política para llegar a un pacto de estado para la erradicación de las
violencias machistas es, en sí mismo, violencia machista estructural que
ejercen contra todas las mujeres y niñas.
Si quieren lo ven, y si no, sigan ejerciéndola.
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