martes, 25 de octubre de 2016

Cómo contar la historia de personas migrantes forzadas por motivos de género

CEAR reúne a profesionales de los medios de comunicación y tejido asociativo para promover la visibilidad de vidas amenazadas e invisibles.

CEAR –Comisión Española de Ayuda al Refugiado- ha estado trabajando en el proyecto “Sensibilización y formación a medios de comunicación para el tratamiento desde el enfoque de Derechos Humanos de las personas migrantes forzadas por motivos de género”. Hoy se ha celebrado la jornada del cierre en la que profesionales de los medios de comunicación, tejido asociativo y otros agentes sociales, han intercambiado experiencias y herramientas para promover la visibilidad de vidas amenazadas e invisibles.

El encuentro ha comenzado con la visualización de un vídeo que recoge ‘Seis historias de refugio por género’. Personas que nacieron en lugares muy lejanos entre sí, pero que son refugiadas por motivos de género. Los nombres y los rostros de este vídeo son ficticios, pero sus historias sí están basadas en hechos reales. Mariana recibió una paliza porque su entorno no aceptó que se sintiera una mujer transexual. La madre de Aisha huyó para que ella no tuviera que pasar también por una mutilación genital. Andrei luchó para que la agresión de su pareja a manos de la policía no quedara impune. A Fátima la quisieron obligar a casarse con un hombre que no amaba. Lubna sufría agresiones verbales y físicas de su marido. Abiona consiguió escapar de una red de trata.

Como ha explicado Estrella Galán, secretaria general de CEAR en la presentación del seminario todavía no entendemos que personas refugiadas no son solo las que vemos en televisión procedentes de Siria ni solo la guerra es motivo de persecución y necesidad de protección. La violencia de género, orientación sexual e identidad de género, matrimonio forzado, mutilación genital, feminicidio, esterilización forzada, aborto selectivo, crímenes de honor, defensa de los derechos humanos de las personas perseguidas por motivos de género, o trata de personas con fines de explotación sexual son motivos de persecución de las personas refugiadas por género. Estas son graves vulneraciones de derechos humanos, y las personas que las sufren tienen el mismo derecho a solicitar asilo y obtener protección que las personas que huyen de un conflicto armado.

Para la sensibilización social es imprescindible el compromiso de los medios de comunicación. De algún modo, la jornada promovida por CEAR ha buscado ayudar a entender en profundidad las historias de estas personas y los contextos en los que se desarrollan.

Desde la organización convocante han ofrecido una perspectiva jurídica y psicológica, a lo que se ha sumado el testimonio de Amal Hussein, una activista y especialista en la lucha contra la Mutilación Genital Femenina, que con su testimonio ha enfatizado en la necesidad de producir un cambio en las conciencia social: “Hace poco se ha prohibido la MGF en casio 50 países de África. Pero aunque es un gran avance, ninguna ley es suficiente si no hay una transformación en las mentalidades.

Paloma Favieres, coordinadora del Área jurídica de Cear, ha explicado que desde el punto de vista legal hay mucha diferencia si la denuncia se hace en el territorio que cuando se realiza en las fronteras o en los CIEs, donde la capacidad de intervención es mínima. También ha criticado que la ley de Asilo esté llena de conceptos jurídicos indeterminados.

La psicóloga Mariángeles Plaza ha dado algunas pinceladas acerca de su labor cuyo objetivo principal es la autonomía de las personas que solicitan protección y refugio. “Hay muchos perfiles”, ha dicho, “pero en común, siendo la mayoría mujeres, viven en un sistema patriarcal desigual y que en muchos casos sostiene la impunidad de los agresores”. En los cuerpos de estas mujeres se va acumulando violencia, tanto en los países de tránsito como en los de destino. Son solicitantes de protección que viven en el exilio, han perdido todo lo significativo para ellas, también los proyectos de futuro. “Esto conlleva la necesidad de construir un proyecto vital nuevo”.

Mariángeles Plaza ha explicado que estas personas se enfrentan a un proceso complicado, siempre con la sombra de la denegación y la vuelta a sus países. El proceso jurídico es revictimizante, obliga a contar una y otra vez su historia. “Cuando las mujeres cuentan sus vidas evocan no solo los hechos, sino todas las emociones”, ha dicho la psicóloga, que también ha denunciado que la mujer se ve obligada a demostrar su credibilidad y se siente juzgada.

Medios de comunicación

Como representantes de los medios de comunicación han participado en la jornada Andrea Momoitio, de Píkara Magazine, y Cristina Sánchez, directora del programa Países en conflicto, de Radio 5.

“No hay certezas de cuál sería el mejor modo de realizar el tratamiento de este tipo de informaciones”, ha dicho Andrea, si bien ha compartido que para ella “el periodismo es explicar por qué pasan las cosas”. En ese sentido ha abogado por un “periodismo activo”, que elabore informaciones aunque no haya una historia concreta que sirva de pretexto, que cuestione las legislaciones y la mirada desde la cual normalmente se construyen los relatos –heterosexual, europea, patriarcal-. También ha recomendado no perder el enfoque estructural, contextualizar las violencias que han sufrido las refugiadas y las solicitantes de asilo y no ceñir la historia a su condición de víctimas.

Por su parte, Cristina Sánchez explicó que su modo de hacer periodismo tiene que ver con ir construyendo “círculos concéntricos desde la historia personal, abriéndose al contexto, para profundizar en por qué ocurren las cosas”. Asimismo, la periodista ha recordado que un elemento común a todas esas historias es el heteropatriarcado, una estructura global presente en todo el mundo. “Una de cada tres mujeres es violada o sometida a abusos”, ha enfatizado. “Por mucho menos se han hecho revoluciones”.

Sánchez se ha referido a la resolución 1325 de Naciones Unidas, aprobada hace más de quince años. Sin embargo, las mujeres sentadas en las mesas de negociación apenas llega al 10 por ciento. “Esto tiene consecuencias en la resolución de conflictos, que no solo no han disminuido sino que han aumentado y que han dado lugar a más de 60 millones de personas desplazadas en el mundo”.

A pesar de la evidencia de que esta desigualdad es injusta y de que la participación de mujeres en las mesas de negociación de paz aumenta la durabilidad de los acuerdos, los medios de comunicación no se han hecho eco de esta situación. De hecho, de las informaciones sobre paz y seguridad aparecidas entre el 2011 y 2015, solo el 6 por ciento está protagonizada por mujeres.

“Yo hablo de mujeres no por ser mujeres. Es que si no hablo de mujeres no cuento la historia completa”, ha dicho Cristina Sánchez. “Los cuerpos de las mujeres a veces recogen toda la historia de un país”.


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