miércoles, 14 de septiembre de 2016
El placer en la menopausia: la excitación no tiene edad
Nuestro cuerpo está diseñado para sentir placer
durante toda la vida, de manera que podemos disfrutar intensamente de las
sensaciones físicas y emocionales en cualquier momento de nuestra biografía. Y
sí, eso incluye también los placeres eróticos. Y sí, también está contemplada
la menopausia.
Entonces, ¿por qué muchas mujeres, al llegar el climaterio, nos
quejamos de que ya no nos excitamos como antes? Las hormonas no tienen todas
las respuestas, puesto que, aunque es cierto que con la edad nuestro cuerpo
cambia, también lo es que, sobre todo, cambian nuestros gustos. Como pasa con
la manera de vestir y de divertirnos, el tipo de compañías que nos agrada o lo
que nos apetece leer o escuchar: con los años lo vamos cambiando o puliendo.
Por tanto, no hace falta que intentemos buscar el placer donde ya no lo
encontramos… por mucho que antes nos resultara excitante. Y no, no estamos
hablando de cambiar de pareja sino de comprender que la sexualidad es un rasgo
dinámico en el ser humano: evoluciona a lo largo de toda nuestra vida.
Conviene distinguir entre deseo y excitación, dos
vías que nos conducen a placeres distintos y que no son lo mismo aunque a veces
actúen juntos. La diferencia está en que no podemos intervenir sobre nuestros
deseos (no podemos decidir desear o no desear) sino que solo es posible
rendirnos a ellos o no rendirnos. Sin embargo, la excitación sí depende de
nosotros porque ella es el resultado de los estímulos que escogemos: si
queremos excitarnos, basta con que busquemos esos estímulos (caricias,
palabras, besos, entorno, fantasías, juegos…) que tanto elevan nuestra
temperatura interior.
Para tener orgasmos basta con excitarse mucho: los
orgasmos son la expresión del máximo grado de excitación, por tanto no miden
nuestra capacidad de desear ni de amar; tampoco, nuestra capacidad erótica. Ni
siquiera reflejan si estamos liberadas o si somos muy sexys. Los orgasmos solo
dicen que hemos convocado los estímulos que necesitamos para excitarnos en un
momento determinado. Por cierto, los orgasmos no son necesariamente el máximo
placer: son, simplemente, uno de los muchos placeres que compartimos en la
intimidad. Y no son obligatorios, por supuesto, sino una opción más de las
muchas que ofrecen los encuentros eróticos.
El caso es que nos preocupa el hecho de que con la
edad nos excitamos menos con nuestra pareja; nos parece que eso significa que
ya no nos gusta y que ha llegado el fin de la relación… por lo menos en el
dormitorio. Pero no es así: solo ha llegado el momento de que nos planteemos
que estamos ante una nueva etapa erótica en la que nos esperan grandes dosis de
intimidad si nos atrevemos a afrontarla con espíritu aventurero. Eso significa
poner en juego nuevas actitudes que quizás antes no cultivábamos. ¿Nos costaba
pedir para excitarnos? Ahora es el momento de hacerlo. ¿No sabíamos qué dar? Ha
llegado la hora de que el otro nos guíe. ¿Ya no nos sentimos bellas? Entendamos
que hay muchas maneras de resultar estimulantes que no se asocian con la
juventud y sí con la singularidad. ¿Culpable por disfrutar? No hay duda de que
nos merecemos todo el placer que somos capaces de recibir.
Explorar en pareja los estímulos que nos excitan y
nos llevan hasta el placer nos conduce por nuevos caminos que culminan en algo
deseable: más complicidad, que es la savia de la vida en pareja. Y, ¿quién
sabe?, tal vez como premio por nuestra valentía recibamos como regalo algo
inesperado: el ingreso en una nueva etapa de sorprendente pasión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario