viernes, 9 de diciembre de 2016

Sexo y discapacidad, 'Sense ficció'

El programa de TV-3 ofrece un reportaje que muestra cómo viven la sexualidad las personas con algún tipo de minusvalía.

Montse Armengou y Ricard Belis son los autores del trabajo, que incluye testimonios e imágenes elocuentes.

"Tú pagas al médico para que te arregle la muela. Yo tengo que pagar para que toquen mi cuerpo. Yo estaba muy triste, muy deprimida. Y desde que hago esto, me siento muy bien, es como una terapia"; "Ha habido madres que han masturbado a los hijos antes de buscarles una asistenta sexual. Yo lo respeto, pero para mí es anormal"; "En la asistencia yo ofrezco placer sexual y ellos, a cambio, me ofrecen dinero. El precio me deja tranquilo: deja claro que no estoy haciendo voluntariado ni caridad".

Estos son algunos de los sinceros y, a la vez, impactantes testimonios que presenta el documental 'Jo també vull sexe!', que estrena el martes, 29, 'Sense ficció' (TV-3, 21.55). Montse Armengou y Ricard Belis ('Els nens perduts del franquisme', 'Les fosses del silenci') son los autores de un trabajo que no dejará indiferente a la audiencia por el tema que aborda -el sexo en los discapacitados- y la claridad de los argumentos que se exponen.

En 'Jo també vull sexe!', participan padres que se han visto en la encrucijada de tener que masturbar a sus hijos, personas con discapacidad que han descubierto el sexo gracias a la asistencia sexual y cuidadores que se han convertido en asistentes sexuales para facilitar, así, el acceso al sexo a esas personas con dificultad.

El reportaje pretende, además, romper tabús en torno a este tipo de relaciones personales. El coordinador del área de documentales de TV-3, Manel Raya, define este trabajo como "valiente y necesario”: "Habla de tolerancia, de acción social, da visibilidad a personas discapacitadas y reivindica los derechos humanos”.

"Como periodistas, tenemos el derecho de dar la voz a aquellos que no la tienen”, explica Belis. Ante el desconocimiento general del tema, Armengou admite que existía un anhelo "para saber más del tema”. Y, además, asegura que es uno de los documentales que más ha disfrutado: “Hemos encontrado auténticos dramas y, en cambio, todo era alegría y radicalidad”.

ASESORAMIENTO DE ESPECIALISTAS

Para poder realizar el trabajo, sus autores necesitaron el asesoramiento de asociaciones y especialistas en asistencia sexual, como Tamdem Team y Yes, we fuck, que se convirtieron en "el puente" para poder lograr el "'casting' perfecto". Así, el documento, de una hora de duración, es el resultado de más de 60 horas de grabación con los protagonistas.

Durante la presentación de 'Jo també vull sexe!', los testimonios expresaron su emoción por haber participado en el proyecto, coincidieron en el hecho de que es un acierto mostrar cuerpos que socialmente no se consideran deseables y mostraron su determinación a continuar luchando por sus derechos. "Yo también quiero sexo y quiero ser amado durante el resto de mi vida", confesó uno de los protagonistas, Jesús Muñoz.

Ante la reacción negativa que pueden provocar algunas imágenes, que algunos telespectadores pueden incluso considerar amorales, los afectados reclaman poder vivir en plenitud sus derechos sexuales. "¿Por qué el sexo contrario me rechaza? ¿Soy un bicho raro, algo fuera de lo normal?... Me han dado tantas hostias que tengo que utilizar las asistencias sexuales. Son oxígeno, una esperanza de vida de tres, cuatro, cinco horas...", defiende Muñoz en el reportaje.

Para muchos de ellos, el asistente sexual, una figura que comienza a introducirse en Catalunya y que en otros países ya existe, es la única manera de no morir sin haber tenido una experiencia sexual. El reportaje se pregunta cuál es la barrera en las relaciones personales y en qué se diferencian estas prácticas de la prostitución especializada. "Después de tantos años de haber sido una señora 'de moral distraída', estoy muy contenta de dedicarme a estos chicos, porque todos necesitamos una palabra amable -comenta Lydia Rius, propietaria de una casa de contactos-. Me gusta hablar con sus padres mientras están con la señorita, que vean que es como venir a casa de la 'tieta".

"Estos cuerpos los cambian, los lavan, los sientan en una silla, pero nunca son abrazados ni tocados. A mí me inspiran ternura, amor, y me dan una lección de vida constante", reflexiona Ruth Raventós, asistenta sexual.


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