sábado, 5 de marzo de 2016

Consumo de alcohol o drogas se percibe como un agravante de la culpa de la víctima de violencia sexual, y no del agresor, según informe

El 23 de febrero del 2016 tuvo lugar en Madrid la jornada sobre “Retos en la intervención frente a las violencias sexuales en contexto de ocio y consumo de drogas”, en la que se presentó el Informe de Resultados 2014/2015 de Noctambul@s conocido como “Observatorio sobre Abusos sexuales en Contextos de Ocio Nocturno y Consumo de Drogas”.

Este proyecto que se encuentra bajo el paraguas del Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se puso en marcha en el año 2013 en la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana y Cataluña.

Los objetivos principales de este proyecto se basan en la actualización continua de las claves que articulan las dinámicas del ocio juvenil actual y sus cambios para entender qué tendencias estructuran el ocio de las personas jóvenes actualmente, el consumo de drogas, y la relación de éstos hábitos con los abusos de carácter sexual, para así averiguar hacia donde se dirigen. Para ello es imprescindible entender las actitudes, usos y hábitos de las sustancias psicoactivas entre jóvenes y su relación con las dinámicas de abuso y violencia sexual.

Una buena idea que proponen para empezar a trabajar en esta línea es obtener un listado de ideas preventivas para minimizar los riesgos derivados del consumo de drogas y los abusos sexuales en contextos de ocio.

Gemma Altell, Subdirectora del Área de Adicciones, Género y Familia de la Fundación Salud y Comunidad, ha explicado en su conferencia que tras realizar la investigación se ha observado que “existe una tendencia a situar la responsabilidad de las agresiones sexuales en el consumo previo de sustancias, como si el detonante de la violencia fuera la sustancia, dejando de lado completamente la responsabilidad de los agresores. Este tipo de violencia encuentra sus raíces en el sexismo, en la cultura sexual de hombres y mujeres”.

Altell también ha sido tajante en señalar que el consumo de drogas se percibe como un “agravante de la culpa de la víctima de violencia sexual, y no del agresor”.

“Existen percepciones distintas según el género, ya que en el caso de acoso sexual a la mujer se le preguntan cosas como ‘¿ibas muy borracha? ¿seguro que no querías?’, y en cambio al hombre que acosa se le justifica con que por estar bajo el efecto de las drogas no se pudo controlar. Este discurso está muy interiorizado, pero debemos aprender a verlo desde otra posición, y por ello es importante realizar acciones preventivas y cambiar la mentalidad”.

Para terminar identificaremos tres tipos de agresiones sexuales que podemos encontrar en los contextos de ocio nocturno según el informe y que nos parece interesante destacar. En primer lugar se encuentran las situaciones que se producen de forma agresiva desde un inicio. Entre ellas estarían la invasión del espacio, los tocamientos, el acoso, etc. En segundo lugar estarían las que se convierten en agresivas tras un inicio no agresivo. 
Éstas suelen estar relacionadas con situaciones en las que la chica decide en algún momento de la interacción rechazar la propuesta sexual y la agresión suele estar relacionada de algún modo con la inseguridad y el orgullo del agresor. Y en tercer lugar las agresiones que las que son realizadas por terceras personas. En estos casos se trata de situaciones en las que la víctima busca a un amigo o conocido para poder apartarse de una persona con la que se está relacionando y a la que tiene dificultades para expresarle su rechazo. Las terceras personas suelen jugar un papel protector y es en algunos de estos casos cuando estas personas son las que llevan a cabo la agresión sexual.


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