miércoles, 1 de marzo de 2017
Una vacuna terapéutica que controla el VIH sin tomar antivirales
La combinación de la vacuna con un fármaco que hace
aflorar el virus latente consigue que un grupo de enfermos controle la
infección, aunque no la elimina.
Si algo dificulta la eliminación del VIH es la
capacidad del virus para integrarse en el material genético de las células que
infecta y no dar la cara. Su talento para camuflarse le complica el trabajo al
sistema inmunitario, incapaz de reconocer esas células infectadas y
eliminarlas. Por ello, la investigación avanza hacia una nueva estrategia para
combatir el VIH, la llamada kick and kill: se trata de despertar al enemigo,
hacerlo salir de su escondite y matarlo. Esa es la táctica de guerra que han
usado investigadores del Irsicaixa de Barcelona en su último ensayo clínico
para combatir el VIH.
Los científicos han probado que la combinación de una
vacuna terapéutica con un fármaco que hace aflorar el virus escondido logra que
un grupo de pacientes controlen el VIH sin necesidad de que tomen la medicación
antiviral. En el marco de un ensayo clínico, los médicos suspendieron el
tratamiento antirretroviral a un grupo de 13 pacientes y les administraron la
vacuna terapéutica y el fármaco despertador. Los resultados arrojaron que cinco
de ellos han sido capaces de controlar el virus durante más de cuatro semanas,
el tiempo máximo que, según la literatura científica, tarda en rebotar el virus
en el organismo cuando se suspende la medicación antiviral. El ensayo clínico
sigue en marcha y, aunque el virus no ha desaparecido de su cuerpo —y, por
tanto, no se puede decir que estén curados—, los pacientes llevan entre cinco y
27 semanas controlando el VIH sin tomar tratamiento.
Los científicos llaman a este hallazgo “la prueba de
concepto”, la demostración de que sus investigaciones van por el buen camino.
Pero todavía queda mucho recorrido. Para empezar, porque la investigación y su
resultado no son extrapolables a toda la población infectada con VIH. El
estudio arrancó con 15 pacientes, aunque los resultados preliminares son de 13
de ellos —un paciente no cumplía los requisitos para suspender el tratamiento
con seguridad y otro todavía está pendiente de confirmar los resultados de una
prueba para parar la medicación—. “La cohorte de este estudio son personas muy
seleccionadas, voluntarios detectados muy precozmente y que empezaron el
tratamiento también muy precozmente”, puntualiza la doctora Beatriz Mothe,
coordinadora del ensayo.
Se trata de pacientes con infección aguda, es decir,
que fueron diagnosticados y medicados antes de los seis meses desde que se
produjo la transmisión. Según los expertos, este grupo de pacientes, los que
tienen infección aguda, tan solo representan entre un 5% y un 10% de los
infectados. De ahí que no se pueda extrapolar al conjunto de la población con
VIH. Además, todos ellos habían participado en un estudio previo (el BCN01)
durante su primer año de tratamiento en el que se le administraron ya dos dosis
de esta misma vacuna terapéutica. “En esa ocasión no se les retiró el
tratamiento antiviral pero nos permitió saber que esas vacunas eran seguras y
que provocaban la respuesta inmunológica que nosotros queríamos”, agrega la
investigadora.
Con la cohorte seleccionada, los investigadores
pusieron en marcha el ‘kick and kill’ actuando en dos frentes. Primero, a
través de la vacuna terapéutica (diseñada por investigadores de la Universidad
de Oxford), los médicos reforzaron y reeducaron el sistema inmunológico para
poder eliminar las células infectadas. “Lo que pretende esta vacuna es que el
ejército de linfocitos que combaten las células infectadas puedan reconocerlas
de forma eficaz y eliminarlas de forma efectiva”, explica Mothe. El problema,
sin embargo, son esas células que están infectadas pero escondidas, que no se
reproducen ni muestran el virus, y aunque el sistema inmunológico esté
reforzado y listo para atacar, es incapaz de detectarlas. Este grupo de células
infectadas en estado latente —no se reproducen— es el llamado reservorio viral,
la causa por la que el tratamiento antirretroviral no puede interrumpirse
nunca. La única forma de destruir este reservorio es despertar a estas células
dormidas y obligarlas a mostrar con el virus que esconden, de forma que el
sistema inmunitario pueda reconocerlas y eliminarlas.
Con el ejército inmunológico ya reforzado a través de
la vacuna terapéutica, los investigadores emplearon el fármaco, conocido por su
uso como tratamiento oncológico, para despertar a esas células infectadas que
permanecen latentes. “La Romidepsina [de la farmacéutica Celgene] es un quimioterápico
aprobado en Estados Unidos para enfermedades hematológicas y nos interesaba
porque había estudios previos que demostraban que era capaz de reactivar el
virus latente, el reservorio”, explica la coordinadora del estudio.
Los investigadores administraron una dosis de la
vacuna antes de suministrar el fármaco (por infusión en vena). Luego, tres
dosis de Romidepsina, una cada semana. Y por último, otra dosis de la vacuna.
Ocho semanas después del tratamiento, los facultativos pararon la medicación
antirretroviral que tenían prescrita los pacientes. Cinco de los voluntarios
del ensayo han conseguido mantener controlado el virus y superar el umbral de
las cuatro semanas que marcaba la literatura científica. Los otros siete
tuvieron que reiniciar el tratamiento cuando se detectó un rebote del virus.
“Parece que por primera vez podemos llegar a controlar el virus con una vacuna
terapéutica”, sintetiza Mothe.
“No están curados”
Según los investigadores, el reservorio viral de
estos cinco pacientes se ha reducido respecto al inicio del tratamiento, pero
han de estudiar si esa bajada se debe “a la vacuna o a los antivirales que han
estado tomando los pacientes”, apostilla el investigador de Irsicaixa, Javier
Martínez-Picado. Los pacientes que controlan el virus (llevan sin medicación 5,
13, 17, 20 y 27 semanas respectivamente) son, según los investigadores,
“controladores virales potenciales”.
Los expertos matizan, no obstante, que no están
curados. El virus permanece en su organismo. “Las personas que controlan el
virus no están curadas. Lo controlan pero tienen el virus detectable, lo que
pasa es que a muy bajo nivel. Probablemente lo que hace la vacuna es controlar
la reaparición de más cantidad de virus”, apunta el doctor José Moltó,
coordinador también del estudio. De hecho, los investigadores explican que ya
hay un pequeño porcentaje de personas infectadas (entre el 1% y el 2%) que son
controladoras naturales del virus por “su background genético y la respuesta
inmunológica que hacen”, y este hallazgo puede ampliar el grueso de este
colectivo. “Nuestra investigación va encaminada a evitar que los pacientes
tengan que estar bajo tratamiento el resto de su vida. Este estudio demuestra
que mediante una vacuna terapéutica podemos reproducir ese control en pacientes
que no tienen la fortuna de tener ese background genético”, apostilla Moltó.
Los científicos hacen hincapié también en que los
pacientes de la cohorte, al tener infecciones agudas, disponían de un
reservorio viral bajo, un extremo que ha influido en los resultados del
estudio. “La sensación que tenemos es que el hecho de que haya funcionado en
estos cinco pacientes es una combinación de poca cantidad de virus residual en
el reservorio y una respuesta potente a la vacuna. Para que sea extrapolable a
todo el mundo necesitamos que las personas que no tienen un reservorio viral
bajo, que lo bajen y que las personas que no han respondido bien a la vacuna,
que lo hagan o que la vacuna sea más potente”, señala Christian Brander,
director científico del HIVACAT, el programa catalán para el desarrollo de una
vacuna efectiva del VIH.
“La cohorte de este estudio son personas muy
seleccionadas, voluntarios detectados muy precozmente y que empezaron el
tratamiento también muy precozmente
En cualquier caso, los investigadores se muestran
prudentes y señalan que todavía quedan muchas dudas por responder y líneas de
investigación que explorar. Para empezar porque no saben si el efecto
controlador es definitivo o temporal. “No sabemos si el virus rebotará ni
cuándo durará”, reconoce Mothe, que presentó los resultados del ensayo esta
semana en la Conferencia de Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI, en
inglés) que se celebra en Seattle. Llegar a los pacientes con infección crónica
es otro de los retos. “Puede que para pacientes con infección crónica fuese
necesaria una tercera arista añadiendo anticuerpos neutralizantes o
inmunoglobulinas modificadas que complementan la actividad de la vacuna y los
fármacos despertadores. Controlar el virus es un gran paso pero lo que perseguimos
es curarlo y necesitamos una prueba de concepto de que estamos impactando en
los reservorios y los estamos reduciendo”, sostiene el doctor Bonaventura
Clotet, director de Irsicaixa.
Etiquetas:
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