jueves, 26 de diciembre de 2013
La mayoría de los católicos no quiere privilegios para la Iglesia
Grandal aún se muestra cauta con la llegada de Francisco
Mar Grandal escucha la pregunta y se ríe. “¿Que cómo se puede
ser feminista y católica? Porque soy católica. Y creyente. Y porque el
feminismo lucha por la justicia social, es liberador, sanador y cuestionador.
Jesús cuestionó el sistema en todo momento. No tuvo miedo de la libertad, por
eso lo mataron. Siempre se rodeó de mujeres, que fueron sus fieles seguidoras.
Las trató como a iguales. Las dignificó”, expone de corrido. De hecho, recalca,
fue una mujer, Magdalena, quien anunció su resurrección. “Y nunca dudo de él.
¿Quiénes lo enjuiciaron y condenaron? Hombres. Las mujeres nunca lo abandonaron”.
Esas palabras sirven de presentación para Grandal (Marín, 1959),
presidenta de Católicas por el Derecho a Decidir en España. Su organización,
minoritaria en este país, pero grande en América Latina, respalda la educación
sexual y afectiva, el uso de anticonceptivos y el derecho a decidir de las
mujeres sobre su cuerpo. Es decir, el derecho al aborto. Y lo defiende, afirma,
con los argumentos de la Iglesia. “Nos basamos en la doctrina del probabilismo,
un principio del siglo XVII que dice que donde hay duda hay libertad. Y una
norma moral sobre la que hay dudas razonables no puede imponerse como si fuera
cierta. Y el aborto no es un dogma, no es infalible”, dice.
Ceramista y artesana, casada y madre de un hijo, Grandal, que
estudió Graduado Social y más tarde Teología, es profundamente didáctica:
“Además, defendemos la libertad de conciencia, un argumento de la tradición
católica que apunta que la conciencia es el reducto más interno, donde está
Dios. Por tanto, si una mujer, teniendo en cuenta esa libertad de conciencia,
decide abortar ¿quién es nadie para juzgarla? Católica o no, debe ser libre
para decidir. Nadie puede violar esa conciencia. Yo no creo en un dios
juzgador, sino en un dios misericordioso, amoroso, que comprende la situación
de cada mujer. Ni siquiera Jesús culpabilizó ni juzgó a las mujeres”, zanja.
—Pero la jerarquía católica ha dicho
varias veces que el aborto es un asesinato…
—Un feto no es una persona. ¿Por qué
consideran eso un asesinato y no se preocupan del cuidado del ecosistema que
hace que fetos y personas mueran. Si tanto defienden la vida, ¿por qué no salen
a la calle cuando una mujer es víctima de violencia de género?
Nosotras sí
somos provida. Ellos son movimientos antiderechos.
Etiquetas:
aborto,
derechos sexuales,
salud pública,
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