domingo, 1 de mayo de 2016

Ruletas sexuales con infectados de VIH

Esta peligrosa práctica ha sido registrada en Barcelona: fiestas en las que los participantes se la «juegan» al tener relaciones con portadores del virus.

La situación es la siguiente: un grupo de personas que participan en una fiesta sexual en la que una de ellas está infectada de VIH, pero nadie sabe quién es. Es la versión sexual de una peligrosa ruleta rusa. «Hay de todo: fiestas donde hay ruletas sexuales o fiestas en las que no puedes ir si no estás infectado», explica José Mallolas, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Día del Hospital Clínic de Barcelona, en declaraciones a la Cadena Ser.

La afirmación de este experto está sustentada por su experiencia con sus pacientes, que le han llegado a confesar que preferían contraer el sida, paradójicamente, para no sufrir la incertidumbre de contagiarse. Fue un joven homosexual de 22 años. «Me dice –narra Mallolas–: ‘‘Mi sexualidad es importantísima y no me quiero resignar, que tengo 20 años, a vivir el resto de mi vida con un preservativo puesto. ¿Y qué alternativa tengo? Infectarme. Y cuanto antes me infecte y antes me trates y yo esté con una carga viral indetectable, yo ya no sufriré por si me infecto de esto o de aquello’’. Cuando me lo dijo, me quedé helado».

Lo cierto es que estas prácticas sexuales no son nuevas, aunque también muy minoritarias en nuestro país. Nació en los Estados Unidos en los 90 y encontró cobijo en las nuevas tecnologías para extenderse. A lo largo de los años ha tenido varios nombres como «Bug Chasing», que se podría traducir como «persiguiendo el virus» en el que participan los «bug chasers», que buscan el virus, y los «gift givers», los donantes. De hecho, en algunos casos, los que acuden a estas prácticas buscan directamente contagiarse y, por tanto, no dejan al azar contraer o no el virus. En realidad, los que se exponen a estas prácticas sienten mayor riesgo, mayor excitación. Estas prácticas fueron detalladas en un documental que generó controversia titulado «The Gift». Una producción que narra la experiencia de dos personas que buscan infectarse de VIH.

Otra realidad, más común, son las orgías sin control o juegos sexuales en los que participan fundamentalmente homosexuales y durante los que no utilizan ningún tipo de protección. Una circunstancia que hace que la probabilidad de contraer VIH sea mucho más elevada. Además, hay fiestas que se denominan azules, pues los participantes toman antes una píldora de ese color que, al parecer, previene el sida, y que, según Mallolas, no existe en España.

No a la estigmatización

Pep Coll, médico e investigador de la Fundación Lucha contra el Sida, asegura que «no tenemos constancia» de que este tipo de prácticas estén produciéndose. «Es más una leyenda urbana», apunta, para añadir que no ha encontrado ningún caso entre los 3.000 pacientes que atienden cada año. Para Coll, este tema «no se puede tratar a la ligera, pues puede provocar una estigmatización». En cualquier caso, reconoce que sí es cierto que hay muchas personas que en determinadas prácticas o fiestas sexuales «no utiliza preservativo», pero eso, continúa, «no quiere decir que quieran infectarse». «No conozco a nadie que quiera contraer el virus. Pueden asumir riesgos, pero no quieren contraer la infección», explicó a LA RAZÓN.

Sí alertó sobre la práctica del «chemsex», unión de las palabras inglesas «chemical» (químico) y «sex» (sexo), que hace referencia a las orgías sexuales en las que se utilizan drogas específicas como las metanfetaminas. Todavía no hay estudios específicos, pero puede haber un sector de hombres que acuda a este tipo de prácticas.

Por su parte, Monste Pineda, de la Plataforma Unitaria de ONG-Sida de Cataluña, reconoce que están trabajando con la comunidad homosexual, aunque también participan heterosexuales, sobre las prácticas que mezclan sexo y drogas. Con respecto a la ruleta sexual con infectados de VIH, afirma a este diario que «es una práctica muy minoritaria» o que «puede haber una fiesta cada cierto tiempo», por lo que no puede, en su opinión, ser considerada como práctica habitual.

De hecho, la plataforma de la que forma parte, que se llama Comité 1 de diciembre, emitió ayer un duro comunicado para contrarrestar las declaraciones del facultativo del Clínic de Barcelona: «El hecho es que hoy por hoy, no hay datos suficientes para describir de una manera contrastada y rigurosa este tipo de encuentros sexuales entre personas adultas». Además, considera que la información facilitada «está llena de imprecisiones, estigmatiza a las personas con VIH y opta por el lado sensacionalista». En este sentido, el comunicado señala que declaraciones como las que hizo el doctor Mallolas «crean una alarma inncesaria y perpetúan los estereotipos negativos asociados al VIH y a las personas que viven con el virus».

Fenómeno «complejo»

En este sentido, las entidades que trabajan en la prevención del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual consideran que se trata de «un fenómeno complejo» y sobre el cual no se puede «frivolizar». Finalmente, reclaman «menos estigma y discriminación a nivel social y más trabajo con la comunidad, así como a las autoridades médicas del ámbito del VIH, a las que pedimos que no caigan en estereotipos y lugares comunes y traten de entender, sin juzgar, a sus pacientes si quieren establecer con ellos una relación de ayuda efectiva».

Lo cierto es que en otras latitudes –en América Latina, en concreto– el fenómeno de la «ruleta sexual» tiene otro contexto y connotaciones, aunque también puede provocar un contagio de VIH o exponerse a un embarazo no desado. Esta práctica se realiza en discotecas o fiestas en el marco de bailes de carácter erótico, que evolucionan a prácticas sexuales sin control y sin protección. Hay numerosas modalidades y, en algunos casos, una de las normas establecidas es la prohibición del uso del preservativo.


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