domingo, 1 de mayo de 2016
Por qué los condones no han variado desde 1920 y otras nueve cuestiones de estas fundas de látex
El látex sigue dominando el mercado de la prevención
de riesgos durante el acto sexual y parece que los preservativos siempre han
estado con nosotros como uno más de los objetos cotidianos.
Sin embargo, la costumbre de usarlos de modo
generalizado tiene poco más de tres décadas y está muy relacionada con las
enfermedades sexuales.
Antes eran un objeto de uso restringido a la
planificación familiar del que ni siquiera se hacían estudios de eficacia.
1. La industria del condón no ha innovado su producto
desde 1920
La London Rubber Company, una empresa inglesa, fue la
primera en fabricar industrialmente condones. Tal como su nombre indica, esta compañía
que fue el germen de la multinacional Durex fabricaba condones de capas de látex,
un producto que se obtiene del sangrado del árbol del caucho.
Aunque London Rubber Company registró la marca Durex
en 1929, la fabricación había comenzado nueve años antes mojando un molde con
forma fálica en una solución de látex que después se dejaba secar. Tanto el método,
mecanizado, como la fórmula de esta goma vegetal siguen siendo prácticamente
iguales.
2. Tres empresas dominan la mayor parte del mercado
mundial
Son Durex, Trojan y LifeStile, aunque en España la
mayoritaria es Durex. Todas ellas fabrican principalmente preservativos de
latex, al igual que otras pequeñas empresas que dominan partes marginales del
mercado. La composición del producto, regido por estándares ISO desde los años
noventa, es la misma para todas las marcas.
3. A la mayoría de la población sexualmente activa no
le gustan los condones de látex
Una encuesta realizada en 2014 por la Gallaudet
University sobre las preferencias de los consumidores en prevención sexual y
contracepción titulada ' And Isn’t That the Point?’: Pleasure and Contraceptive
Decisions‘', reveló que a prácticamente ninguno de los encuestados -treinta
hombres y treinta mujeres- les gustaban los condones. La mayoría aseguró
sentirse molesto por su olor, su tacto o la insensibilidad que provocaban
durante el acto.
Un estudio de 2007 sobre placer y anticoncepción
concluyó que la incomodidad con los condones era un factor determinante a la
hora de dejar de usarlos, lo que constituía un peligro para los embarazos
indeseados y la transmisión de enfermedades infecciosas.
En 2010, el National Survey of Sexual Health and
Behavior, realizó la mayor encuesta hasta la fecha en Estados Unidos sobre hábitos
sexuales. La encuesta puso de manifiesto que el 45% de los hombres y el 63% de
las mujeres no usaban habitualmente el condón en el sexo casual, es decir con
personas que acaban de conocer. Las personas que tienen sexo anal confesaron
usar condones solo en un 20% de sus relaciones.
4. Los condones de látex fueron un producto de venta
minoritaria hasta la aparición del Sida
Hasta los años ochenta del siglo pasado, en que el
virus del Sida tuvo su aparición y posterior expansión devastadora, el
preservativo era un producto residual utilizado sobre todo por parejas de
estrato medio-alto como sistema de planificación familiar. Cuando la píldora
anticonceptiva hizo su aparición en 1960, las ventas de preservativos todavía
bajaron más. Por otro lado, en el mundo homosexual el preservativo era un artículo
desconocido.
Pero la aparición del Sida hizo tomar conciencia al
colectivo homosexual de la necesidad de protección ante el alcance de la
enfermedad. A partir de 1983 el condón se impuso en las diferentes poblaciones
gay de Estados Unidos como único método para frenar la pandemia ante la
ausencia de medicamentos. Las ventas de condones se multiplicaron por veinte
durante los años ochenta. Un ejecutivo del sector describió en The New York
Times la aparición del Sida como "el sueño de todo director de
marketing".
5. No se diseñaron test de calidad de condones hasta
los años ochenta
Como eran un producto muy minoritario hasta los
ochenta, nadie se había preocupado de establecer un protocolo de calidad para
los preservativos hasta que la necesidad fue obvia. Desde 1920 no había
estudios concluyentes de su eficacia pero tampoco grandes quejas de los
consumidores. El hecho de ser el único dique contra el Sida obligó a evaluar
científicamente su seguridad.
En 1990 la FDA norteamericana, seguida por la Agencia
de Salud Europea, desplegaron una certificación ISO que los fabricantes deben
cumplir. Entre otras cosas debe comprobarse la resistencia del condón a la
presión y la perforación o la inexistencia de poros por donde puedan pasar
fluidos o microorganismos. A partir de estas pruebas se sabe que el porcentaje
de fallos de los condones de látex es el 2%.
6. Existen test para sexo vaginal, pero no para anal
Además de las pruebas de resistencia e impermeabilidad,
el producto debe ser probado periódicamente por parejas que realizan el coito
vaginal. Sin embargo, el protocolo ISO no contempla el sexo anal cuando es uno
de los principales usos a los que se destina el preservativo. Es más, se
sospecha que el porcentaje de roturas en sexo anal pueda ascender a un 7,4% de
los casos.
7. La Fundación Bill y Melinda Gates lanzó en 2013 un
proyecto para innovar este producto
Dado el rechazo de los consumidores a usar los
preservativos de látex, la fundación de los Gates donó en 2013 100.000 dólares
a diversos proyectos que quieren desarrollar preservativos alternativos con
materiales nuevos, más sensitivos, cómodos y eficaces. El objetivo es encontrar
nuevos condones que mejoren la experiencia sexual de las personas y por tanto
les lleven a usarlos en sus relaciones sin reparos.
8. Los test para validar el uso comercial de un nuevo
condón cuestan hasta un millón de dólares
Obtener el certificado ISO para un nuevo producto
basado en el látex es caro. Pero si el condón está basado en nuevos materiales,
las pruebas para demostrar a las diferentes agencias de salud que su eficacia
es la misma que el látex pueden constar entre 500.000 y el millón de dólares;
unas cifras que solo están al alcance de los tres grandes de la industria y
explican la casi absoluta falta propuestas alternativas que hay en el mercado.
9. Existen condones para alérgicos
Debido a que el látex es una materia natural de
origen vegetal, algunas de las proteínas que contiene crean alergias a algunas
personas durante el coito. Para ellos la industria ha desarrollado condones de
poliisopropileno, que es un látex sintético de textura, sensibilidad y olor
similar.
10. Hay condones alternativos a los de látex
Desde los años ochenta se han desarrollado diferentes
propuestas que o bien no han llegado al mercado o lo han hecho con
restricciones. Los preservativos de intestino de cordero, por ejemplo, fueron
lanzados como alternativa al látex por las quejas de los consumidores y
demostraron ser más resistentes, duraderos y sensitivos. De hecho, son los que
se venían usando tradicionalmente antes del advenimiento del látex.
Pero algunos estudios aseguran que pueden dejar pasar
el virus de la hepatitis B, por lo que se venden con una etiqueta que nos los
recomienda para prevenir infecciones. Además, son el doble de caros que los de
látex. Otro material que pudo haber triunfado es el poliuretano, un componente
sintético que se utiliza en la construcción como aislante. La empresa LIG
intentó lanzarlos en la década de los noventa pero la FDA norteamericana, a
pesar de otorgarles la licencia comercial, obligó al producto a llevar una
etiqueta en la que se especificaba que no estaba claro su porcentaje de
eficacia.
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