viernes, 15 de mayo de 2009

AGaSEX en El Confidencial


Ni los padres ni los colegios sirven de fuente de información sexual para los jóvenes. Los amigos ya experimentados y los medios de comunicación son las únicas vías por la que los adolescentes se empapan de cómo se practica una relación sexual, los métodos anticonceptivos que existen o contestar a las dudas previas que surgen ante la primera vez. El Ejecutivo insiste en querer atajar el número de embarazos no deseados. La solución al problema parece ser un anteproyecto de ley para que las jóvenes de 16 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres o, en su defecto, tomarse la píldora del día después sin receta médica. Sin embargo, todavía no se ha planteado aumentar los contenidos obligatorios de sexualidad en colegios e institutos. La solución más sana para terminar con el problema.

Algo debe fallar en España para que 112.138 mujeres interrumpieran voluntariamente su embarazo en 2007. 6.000 eran menores de edad y 500 de ellas no habían cumplido los 16 años. Un dato que refleja el deficiente e inadecuado uso de la anticoncepción en el país. Los jóvenes que, según las estadísticas, inician cada vez antes el acto sexual, aseguran no haber recibido de sus padres las primeras nociones sobre sexualidad y anticoncepción, aunque les hubiera gustado. Tampoco parece ser suficiente la información escolar a la hora de afrontar las presiones y los retos que les surgen al enfrentarse a una relación y al sexo. “La educación sexual que reciben es muy deficiente, se mide con cuentagotas”, cuenta Marisol Insua, coordinadora del Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad de Galicia. En la mayoría de los casos, las únicas prácticas que reciben son charlas puntuales de una a tres horas que realizan centros como el suyo. Y, en ese escaso tiempo, debes comunicarle lo básico: “Cómo se coloca un preservativo o por qué se rompe, qué enfermedades se puede transmitir por vía sexual y resolver sus dudas, que son muchas”.

A todos les entra la risa nerviosa y les da vergüenza preguntar sus inquietudes. Aun sabiendo que ésta será la base de la educación que reciban sobre las prácticas, las responsabilidades y los distintos tipos de relaciones afectivas que establecen las personas. Será la base porque, en los colegios e institutos, los contenidos obligatorios sobre sexualidad se reducen a un tema en Ciencias Naturales en 3º de la ESO, con 14 años, donde los profesores explican la parte biológica del ser humano. Ni rastro de las enfermedades de transmisión sexual o qué métodos anticonceptivos utilizar. Hay colegios e institutos en los que no ni siquiera existe esta educación y, otros, en los que se imparte más materia. Pero sigue siendo insuficiente. Entre el 15 y el 22% de los jóvenes de 15 a 18 años no utiliza el preservativo, y uno de cada diez practica la marcha atrás.

Los pocos adolescentes que tienen el honor de acudir a un curso sobre educación sexual no pueden contener la risa cuando escuchan las palabras condón, pene o sexo. La toma de contacto siempre es tensa. No se atreven a preguntar, agachan la cabeza, se enrojecen, se mueren de la vergüenza. La asistente social siempre rompe el hielo. “¿Alguien sabe cuándo se puede quedar o dejar embarazada?”. “Cuando lo haces sin…”, murmura alguien al fondo. “Pero si te quedas embarazada la responsabilidad es tuya, no de tus padres”, comenta una chica. “Claro, mi prima se tomó la píldora a los 16 sin decírselo a nadie, porque ya podía”. Ésa es la única vía de contacto con información, a veces ciertas, a veces no, de qué es y cómo se practica la sexualidad.

“Si no lo has hecho nunca, es normal que no sepas, ¿no?”, pregunta una joven. Las hay que tienen la menstruación y ni siquiera saben qué es el himen. Incluso han llegado a preguntar si hacerlo en la piscina evita el embarazo. En todos los casos la homosexualidad sigue siendo el tema más tabú al que se enfrentan. Ellos siguen dejando ver comportamientos machistas. Ellas prefieren agradar más a ellos antes que a ellas mismas.

Las expertas dicen que los temas que más preocupa a los jóvenes son las dudas sobre la primera vez, cuándo falla un anticonceptivo o cómo se transmite enfermedades sexualmente. “Muchos ni siquiera saben cómo colocarse un condón”, insiste Insua. Se cabrean porque se está tratando “la punta del iceberg”, el aborto, y el problema de fondo pasa de largo.

Los expertos miran hacia países donde la educación sexual está implantada desde infantil hasta la universidad, como Holanda, un modelo a seguir por ostentar el honor de tener la tasa más baja de abortos en adolescentes de Europa. Gracias, dicen, a su base de educación sexual desde pequeños. “Hay que informar a los jóvenes, que se comporten y tengan una actitud y un comportamiento con la sexualidad responsable”, reivindica Insua.

Por eso, Insua coinciden en que hablar de educación sexual para jóvenes es una obligación de todos. Padres, profesores y médicos deben sentir propia la responsabilidad de educar sexualmente a sus adolescentes para evitar una salida que cada vez tiene más facilidades: practicar un aborto no deseado.

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