Hablamos
con Nina Brochmann y Ellen Stokken Dahl, autoras de El libro de la Vagina, un
ensayo con el que pretenden acabar con los conceptos equivocados que rodean a
la sexualidad femenina.
La
cambiante y misteriosa sexualidad y genitalidad femenina es como el universo,
un vasto e inexplorado territorio con agujeros negros, sujeto a todo tipo de
leyendas, mitos, malentendidos y suposiciones que van cambiando o desmontándose
con una teoría nueva. Como una cueva, la vagina guarda sus secretos en la
oscuridad y la ciencia, con una trayectoria de siglos poco interesada en el
placer femenino y más en la reproducción de la especie, se ha mostrado poco
curiosa respecto a las peculiaridades eróticas de las mujeres.
Nina
Brochmann y Ellen Strokklen Dahl, dos estudiantes noruegas que se graduarán
este año en la Universidad de Medicina de Oslo, son profesoras y trabajadoras
sociales de salud sexual con jóvenes y minorías; además de escribir un blog
sobre sexualidad, Underlivet, uno de los más populares en su país. Ellas son
también las autoras de El libro de la vagina ( Grijalbo), que en nuestro país
se ha publicado a finales del pasado año pero que en Inglaterra, EEUU e Italia
sale el próximo 8 de marzo.
Nina y
Ellen son también conocidas por su charla TED sobre el mito de la virginidad,
que explicaron con ayuda de un hula hop, y que en Youtube cuenta ya con más de
dos millones de visitas. Su libro pretende acabar con muchas de las ideas
erróneas que las mujeres tenemos todavía sobre nuestros cuerpos y
comportamientos entorno al sexo. Y además, lo hacen con un lenguaje divertido y
grandes dosis de ironía, lo que ha hecho que muchos las relacionen ya con
Guilia Enders y su famoso libro La digestión es la cuestión (Urano), en el que
desvelaba los misterios del intestino, la microbiota y el papel fundamental que
este órgano tienen en la salud física y psíquica. Nina y Ellen son a la vagina
lo que Enders al tracto intestinal. ¡Y su trayectoria no ha hecho más que
empezar!
¿Qué es lo
que más va a sorprender a las mujeres al leer su libro?, ¿qué mito es el que se
va a hacer pedazos cuando caiga?
Nina
Brochmann. Para nosotras, como estudiantes de medicina y como doctoras, lo más
sorprendente es la información errónea que se ha tenido y aún se tiene sobre el
clítoris y el himen porque son conceptos anatómicos y la anatomía ha sido
siempre la base de la medicina. Pero cuando hablamos del cuerpo femenino
incluso la anatomía es un campo ‘nuevo’. Hemos crecido creyendo que podíamos
perder el himen yendo en bicicleta o montando a caballo pero es falso. También
muchas mujeres han tenido miedo de su primera relación sexual coital porque se
decía que se sangraba y que dolía mucho, pero eso solo le ocurre a una minoría.
El himen está situado a la entrada de la vagina y es elástico, con forma de
media luna o de aro y puede expandirse hasta dejar entra el pene o un tampón sin
sufrir ningún daño. En otras palabras, la primera vez que hay sexo no tiene
porque haber dolor o sangrado y muchas mujeres mantienen su himen intacto
después de su primera experiencia sexual.
Con el
clítoris, nadie nos ha dicho que es un extenso órgano y no solo un botoncito y
mucho menos que su construcción es muy similar a la del pene, con un glande o
cabeza, cuerpo cavernoso y la posibilidad detener erecciones. Cuando estamos
excitadas el complejo del clítoris puede hincharse hasta doblar su tamaño. La
anatomía de este órgano se conoce desde 1800 pero no se ha incluido en los
libros de texto. Puesto que no tiene ninguna función reproductiva, solo sexual,
puede que históricamente se haya visto como una amenaza que había que esconder.
Podemos imaginar lo escandaloso que seria saber que las mujeres también tienen
erecciones y un órgano dedicado exclusivamente al placer, sobre todo desde un
punto de vista puramente religioso.
Cuesta
entender como la evidencia médica de un himen elástico puede compatibilizarse
con los test de virginidad (Indonesia los pide a sus aspirantes a entrar en el
ejercito) y las operaciones de restauración del himen que hacen muchas
clínicas.
Ellen
Strokklen. Este conocimiento no es nuevo, el problema es que no se ha
traspasado, no ha estado a disposición de los médicos, ni se ha enseñado en las
escuelas de medicina. Sabemos poco del himen. De hecho, la mayoría de la gente
no sabe localizarlo. Algunos doctores en noruega siguen haciendo tests de
virginidad para proteger a mujeres o a niñas de determinadas culturas
minoritarias, en las que sus padres quieren estar seguros de su ‘pureza’ antes
de casarlas.
A menudo
esos matrimonios están arreglados a distancia y la familia de la otra parte
espera algún tipo de pruebas de que la novia es ‘decente’. Incluso en la
liberal Noruega las pruebas de virginidad existen. Generalmente, los médicos
certifican a favor de las chicas para evitar que tengan problemas con sus
familias. Lo hacen con buena intención pero lo que consiguen es perpetuar el mito
de la virginidad. Tal vez deberían decirle a sus padres que no hay forma de
saberlo realmente y que deberían confiar en sus hijas.
Seguimos
creyendo en los viejos mitos porque nos sirven para controlar a las niñas y
mujeres de todo el mundo.
¿Dónde se
localizaría exactamente el himen?
Ellen
Strokken. Está en el borde exterior de la vagina y a veces tiene la forma de un
volante. Recuerdo que cuando lo vi por primera vez pensé que era parte de los
labios menores pero no, es el himen. Y éste viene en diferentes variaciones y
formas, algunos están parcialmente rotos o presentan agujeros.
El libro
pretende también acabar con la diferenciación entre orgasmo vaginal y
clitoriano.
Nina
Brochmann. Creemos que hacer esa diferenciación no es del todo correcto, en parte
porque el clítoris se extiende también por el interior de la vagina. Pero lo
cierto es que solo entre una tercera y una cuarta parte de las mujeres llegan
al orgasmo solo con la penetración. La mayoría necesita estimulación de la
parte externa del clítoris, ya sea con sus dedos o con sexo oral.
Desde el
punto de vista femenino, el 50% del sexo debería ser lo que se llaman los
preliminares, pero si se quieren tener orgasmos con el coito hay una posición
especialmente indicada para ello, de la que también hablamos en el libro. Lo
que en inglés se llama la cat position (coital alignment technique). Es una
postura en la que hay mucha fricción de los cuerpos, lo que hace que así se
estimule también el clítoris. Ella está tumbada con las piernas juntas y él encima,
apoyado en sus antebrazos. En lugar del habitual movimiento de meter y sacar
hay que deslizar el cuerpo horizontalmente para que los genitales se
encuentren. Como cuando un gato se restriega en tus piernas.
Más ideas
novedosas salidas de El libro de la Vagina podrían ser la de unos óvulos que,
lejos de estar tranquilitos dentro del útero esperando a ser fecundados, luchan
por ser los elegidos. “La diferencia con el esperma no es tan grande como suele
creerse”, cuenta la obra, “En el caso de las mujeres también hay numerosos
gametos que libran una dura batalla interna para ganarse el derecho a tratar de
engendrar un niño. Cada mes empiezan a madurar mil óvulos pero solo uno pasa el
control de seguridad y es elegido para salir del ovario. El resto se desecha y
destruye de un modo brutal”.
El
concepto de impulso sexual es algo que también deberíamos revisar, ya que según
estas autoras hay que diferenciar entre ‘deseo espontáneo’ y ‘deseo reactivo’.
Éste último es el más frecuente en la mayoría de las mujeres, “lo que significa
que surge como resultado de un contacto físico, íntimo o una situación sexual.
Es decir, la excitación física aparece antes que el deseo y, por consiguiente,
estas mujeres necesitan preliminares y contacto físico para encender los motores.
Muestran un escaso interés por el sexo y rara vez toman la iniciativa en la
cama, aunque tienen la capacidad de disfrutar del sexo una vez que se ponen en
marcha”, cuenta El libro de la Vagina. La sexóloga Emily Nagoski es una de las
que más ha estudiado este tipo de deseo que, según afirma en su obra Come As
You Are, lo tienen una de cada tres mujeres. En el otro extremo, un 15% de las
féminas tienen el tipo de deseo clásico, el del hombre, y el resto se sitúan en
algún lugar intermedio.
Por si
fuera poco, hay otro punto en el que la sexualidad femenina es algo más
complicada o sofisticada que la del hombre. Nos referimos a la concordancia
genitales-cerebro. Como estas autoras señalan en su libro, “en el caso de los
hombres hay un 65% de correspondencia entre lo dura que se les pone y la
excitación que sienten. Es decir, el cerebro y los genitales juegan en el mismo
equipo. El deseo masculino está bastante ligado a los vaivenes del pene, por lo
que las píldoras como la Viagra funcionan de maravilla para levantarlo. En el
caso de las mujeres, en cambio, se observa tan solo un 25% de concordancia
entre cerebro y genitales. La relación es tan insignificante que resulta
imposible deducir por la humedad o la acumulación de sangre en los genitales
hasta qué punto quieren tener sexo. Un hecho más inquietante aún es que algunas
mujeres pueden excitarse físicamente y hasta tener un orgasmo en situaciones en
las que no les apetece tener sexo. Hay que estimular nuestro cerebro y no
nuestro chichi. Por eso la Viagra femenina no tiene mucho éxito”.
¿Desde su
punto de vista de educadoras y trabajadoras sociales en salud sexual, qué
deberes creen que tienen todavía pendientes las mujeres en términos de
sexualidad?
Ellen
Strokklen. Nuestra experiencia nos dice que las mujeres todavía no conocen bien
sus cuerpos. Cada semana vemos que muchas, incluso con estudios universitarios
nos preguntan cosas básicas sobre salud o comportamiento sexual, lo mismo que
las lectoras de nuestro blog. Las chicas jóvenes se masturban mucho menos que
los chicos, lo que hace que no estén tan familiarizadas con su respuesta sexual
y les cueste más tener orgasmos. Si se quiere tener buen sexo hay que
responsabilizarse de ello y empezar con la masturbación. ¡Ese es el trabajo que
hay que hacer en casa!.
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