viernes, 1 de diciembre de 2017
La violencia sexual es violencia machista
La cultura de la violación está presente en nuestra
sociedad y es una muestra más del Heteropatriarcado en el que vivimos todas y
todos.
Este mensaje, junto con el de 'Nosotras si te
creemos', esta presente desde el lunes 13 de noviembre en las calles de Iruña y en otros
muchos lugares.
Como dice Beatriz Jimeno, "una violación y el consiguiente juicio y tratamiento
social son un reflejo de la historia de las relaciones entre hombres y mujeres
y un reflejo social, simbólico, material, jurídico, mediático etc., de la
posición de mujeres y hombres en una sociedad dada".
El
juicio que se está celebrando en Pamplona por la violación múltiple de una chica durante los San
Fermines de 2016 es histórico para conseguir este concepto: La violencia sexual
es violencia machista y como tal debe de ser considerada. Este juicio es un
ejemplo claro de lo que significa la cultura de la violación y al ocurrir en un
momento en el que las mujeres hemos decidido y podido salir del armario frente
a las agresiones sexuales que todas
vivimos por el hecho de ser mujeres, lo convierten en un momento muy muy
especial. Está en juego la
respuesta que el Estado, y el poder judicial en concreto, va a dar a una agresión especialmente
brutal, por tanto si la cultura de la violación va a salir reforzada o
fragilizada de este juicio. Su tratamiento, su castigo, su reparación, nos va a
mostrar como abordamos las
agresiones machistas en toda su concepción y en particular la violencia sexual.
Así pues, vaya por delante nuestro 'Nosotras si te
creemos' y mostramos nuestro más
sincero apoyo a la Superviviente, destacando su valentía por denunciar unos hechos atroces, deseando
acabe pronto esta exposición de su
vida y tenga la reparación que le permita su curación futura.
También creemos a las 11 que denunciaron agresiones
sexistas durante los Sanfermines de 2016. Venimos diciendo desde el principio
que se garantizara el amparo y
protección a la víctima/superviviente, el cual se vio alterado en primer lugar
por parte de los organismos judiciales al negársele la posibilidad de declarar
desde Madrid. Junto a ello, hemos insistido en que en el proceso judicial
participen profesionales con formación en género, que entiendan y comprendan
las particularidades de las denuncias y procesos judiciales relativos a
violencia sexual y que durante todo el proceso judicial, así como
posteriormente, la víctima sea atendida por los órganos competentes y no se
sienta sola.
Debemos velar por que las mujeres que se han atrevido
a denunciar no salgan perjudicadas por triquiñuelas judiciales. En concreto
garantizándole la atención psicológica y jurídica gratuita. Lo ha tenido y
tiene. Pero gracias al esfuerzo de su familia, los movimientos feministas y las
instituciones locales. La falta de garantías reales de acceso a estos recursos es producto de la existencia de una ley
Estatal de violencia de género (2004) que no incorpora la violencia sexual como
violencia contra las mujeres. Se debe de modificar la ley para que incorpore
esta realidad: la violencia sexual. También lo hemos pedido en el pacto de
estado.
Junto a ello, nos sigue costando entender por que no
ha sido juzgada bajo el amparo de la LEY FORAL 14/2015, DE 10 DE ABRIL, para
actuar contra la violencia hacia las mujeres.
Por tanto, partiendo de estas deficiencias,
reclamamos un proceso judicial limpio y justo. No lo decimos sin fundamento.
Hace una década vivimos el proceso judicial por el asesinato de Nagore Laffage
a manos de José Diego Yllanes Vizcay en los Sanfermines de 2008. Un juicio
injusto y que despreciaba los derechos de las mujeres ya que se concedió
credibilidad absoluta al acusado. Ahora, nos preocupa enormemente que se
admitan pruebas como el seguimiento por parte de una detective a esta chica o
que por el contrario, se nieguen pruebas de los acusados que les implican bastante.
Está en juego la respuesta que el Estado, y el poder
judicial en concreto, va a dar a una agresión especialmente brutal.
La cultura de la violación está presente en nuestra
sociedad y es una muestra más del Heteropatriarcado en el que vivimos todas y
todos. Es una señal del machismo que asesina, viola, vende y compra cuerpos y
los mercantiliza: las cifras anuales de víctimas y asesinadas dan un pequeño
reflejo de las historias personales que hay detrás. Tres mujeres denuncian cada día una violación. Una cada ocho horas. Siendo esta la
parte visible de la pirámide: Son los casos más graves en una sociedad donde el
acoso sexual y callejero está a la orden del día. Educadas en un contexto en
que la mujer se considera como inferior, y sin derecho a estar en espacios hasta
ahora prohibidos como la calle, la noche o las fiestas. Muchas víctimas callan
durante años o incluso para siempre por temor a ser juzgadas por su entorno y
por la sociedad. El miedo, la culpa y la vergüenza han sido el pan nuestro de
cada día.
Pero como decíamos, algo esta cambiando y estamos viviendo un movimiento de las
mujeres que por fin, dice alto y claro ME TOO!. ¡Yo también! y 'Hermana, yo te
creo' con el tema de la violencia sexual, tapada y ocultada a pesar de tener
leyes contra la violencia de género.
Y esto necesita un movimiento ciudadano de apoyo general, que entienda
las causas y por tanto no juzgue y cuestione las historias de acoso, y las
violaciones con preguntas: ¿por qué denuncian ahora?, ¿por qué ahora todas
juntas?, ¿no será mentira?, ¿qué hacía a esas horas en la calle y sola?, ¿por
qué se fue con ellos? ¿Por que sale con sus amigas a pesar de lo que le ha
sucedido?.
Hay que cuestionar la educación patriarcal y preguntarnos por qué un hombre puede abusar de su posición
de poder en esta sociedad. Que ellos, los
machistas, presuntos violadores, llegan al juicio siempre impolutos y
siendo creíbles. Ella, en cambio, llega cargando una maleta de descrédito,
sospechas, acusaciones y sólo por ser mujer tiene todo que demostrar.
Hay que conseguir que la vergüenza y la culpa cambien
de bando. Que lo sientan quienes realizan agresiones sexistas. Que la
culpabilidad recaiga en el agresor y no en la víctima.
El 7 de julio de 2016 Pamplona/ Iruña dijo "no a las agresiones
sexistas", reclamando unas fiestas donde la calle y la noche sean también de las mujeres. Que podamos
sentirnos Libres y no valientes. Y
esto debe de hacerse durante todo el año con una educación que destierre por
fin el heteropatriarcado, causa de numerosísimas violaciones de los derechos de
las mujeres no solo en nuestra sociedad, sino en todo el mundo. Dejemos de educar mujeres temerosas y empecemos
a educar hombres igualitarios, que no violenten, no acosen y no vejen a las mujeres.
Sabemos que en estos momentos hay muchas mujeres y
hombres mirando este juicio, esperando que la justicia de una vez por todas
escuche estas voces, esta rebelión colectiva que dice: La Violencia Sexual, es
Violencia Machista y como tal debe de ser juzgada. Que los y las juezas, así lo
recojan.
Recordándoles que entre los acusados hay dos personas
pertenecientes a los cuerpos y fuerzas de seguridad, cuerpos responsables de
protegernos. Y por tanto su comportamiento les invalida para continuar en ellos.
Los medios de comunicación pueden y deben hacer una tarea no solo informativa,
sino también formativa en la búsqueda de la igualdad y en la erradicación del
machismo y sus manifestaciones. Al igual que apoyaron al M. Feminista y encabezaron hace años, la visibilidad
de la violencia machista dentro de la pareja, con el caso de Ana Orantes.
El Movimiento feminista desde el respeto escrupuloso
a los deseos de la chica violada
llamamos a todos los grupos feministas, asociaciones, partidos, sindicatos e instituciones que
organizan el 25 de noviembre, día internacional contra la violencia a las
mujeres a que incorporen esta reivindicación: La Violencia sexual, es violencia
machista. Medidas integrales para solucionarla, recordando que solo existe una
vacuna: la igualdad.
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