miércoles, 11 de octubre de 2017
Los estereotipos de género se arraigan en los niños y niñas a los 10 años
Un estudio demuestra que tanto en países ricos como
pobres educar en desigualdad a edad temprana puede ser dañino.
A los niños, les gustan los coches. A las niñas, las
princesas. Los niños pueden estudiar, las niñas hacen las tareas domésticas.
Son estereotipos de género que se establecen en la infancia por parte de padres,
profesores, compañeros y la sociedad en general y que se pueden volver dañinos
cuando el individuo comienza la adolescencia -sobre los 10 años-. Esta es la
principal conclusión del estudio Global Early Adolescent Study, elaborado en 15
países por la Organización Mundial de la Salud y la Universidad de John Hopkins
(Baltimore, Estados Unidos). El debate sobre cómo los estereotipos tienen
consecuencias negativas en los niños lleva años en la palestra. Padres y
educadores que defienden, cada vez más, una educación basada en la igualdad con
muchos actores interviniendo para conseguirlo, como son, por ejemplo, las
empresas de ropa; las asociaciones por la igualdad, las intervenciones
educativas igualitaria o los muchos padres actuales cuya mentalidad difiere de
generaciones anteriores. Los expertos aconsejan trabajar en igualdad de género
en la infancia y no esperar a la adolescencia.
“Da igual que tu hijo sea de Baltimore, Pekín o
Nairobi”, explican los autores de la investigación en la que llevan trabajando
seis años, “el inicio de la adolescencia desencadena un conjunto común de
expectativas de género rigurosamente impuestas que están vinculadas a un mayor
riesgo a lo largo de la vida del individuo, desde padecer VIH o depresión hasta
recurrir a la violencia o al suicidio”.
Sí a la ropa sin género, ¿pero vestirías a tu hijo de
princesa de ‘Frozen’?
“Hemos hallado que los niños y niñas a muy corta edad
-desde en las sociedades más liberales hasta en las conservadoras- interiorizan
muy pronto el mito de que las niñas son vulnerables y los chicos son fuertes e
independientes”, asegura en un comunicado Robert Blum, director del estudio y
asentado en la Universidad Johns Hopkins. “Este es el mensaje que se ha ido
reforzando por cada persona, compañero, profesor, cuidador (...) que vive en el
entorno del pequeño o pequeña”. Los investigadores observaron que sus
conclusiones coincidían con las de trabajos anteriores, que expresan que
"durante la adolescencia, el mundo se expande para los niños y se contrae
para las niñas".
El análisis denominado It Begins at Ten: How Gender
Expectations Shape Early Adolescence Around the World es el primero que explica
cómo se construyen las expectativas de género en la adolescencia temprana, de
10 a 14 años, y cómo los menores llegan a la adolescencia, teniendo claro si
son niños o niñas en distintos países del mundo, tanto en los más ricos como en
los más pobres. Los expertos también verificaron su riesgo en la salud mental y
física.
Las conclusiones surgen de entrevistas realizadas en
los últimos cuatro años a 450 adolescentes y a sus padres y cuidadores en
Bolivia, Bélgica, Burkina Faso, China, La república democrática del Congo,
Ecuador, Egipto, India, Kenya, Malawi, Nigeria, Escocia, Sudáfrica, Estados
Unidos y Vietnam.
Consecuencias negativas de los estereotipos de género
Las entrevistas determinaron que, alrededor del
mundo, tanto niñas como niños están atados a restricciones de género a muy
temprana edad que pueden tener graves consecuencias en su vida, siendo peores
en las niñas. “Los estereotipos femeninos basados en “protegerlas” las hacen
más vulnerables, enfatizando el afán de vigilarlas y sancionándolas físicamente
cuando rompen las normas”, continúan los expertos. Lo que les lleva a padecer
más abandono escolar, casarse de niñas, embarazos tempranos, infectarse por VIH
u otras enfermedades de transmisión sexual. Los niños, en ciudades como
Shanghái y Nueva Delhi, por ejemplo, se les “anima a salir de casa sin
supervisión, mientras que a las chicas deben quedarse en el hogar y hacer
tareas domésticas”. Las chicas y los chicos de ambas ciudades informaron de la
vergüenza que sufrían y las palizas que les daban a quienes buscaban cruzar la
línea.
En todas las ciudades menos una, Edimburgo (Escocia),
tanto los niños como las niñas tenían claro de que era el niño el que debía
tomar la iniciativa en cualquier relación. En todos los escenarios, las jóvenes
señalaron de forma constante que la apariencia física y sus cuerpos eran su
activo clave.
“Es necesario repensar las intervenciones sanitarias
y sociales, que típicamente se hacen cuando los menores tienen 15 años o más, y
empezar hacerlas más pronto”, continúa Blum. “Los riesgos en la salud de los
adolescentes están influidos muchas veces por roles de género establecidos ya a
los 11 años”, agrega Kristin Mmari, profesora asociada y autor principal de la
investigación. “Vemos como muchos países gastan millones de dólares en
programas de salud que no comienzan hasta los 15 años, y creemos que
probablemente sea muy tarde para poder marcar en ellos una gran diferencia”,
añade la experta en el mismo texto.
“Sabemos gracias a varios estudios, y por nuestra
propia experiencia, que las normas sobre las diferencias de género se pueden
cambiar, pero esto exige planes de intervención que se ocupen de los jóvenes y
de su entorno”, aseguran los autores. Blum niega el argumento de que en varias
partes del mundo los estereotipos de género son parte de la cultura y por ello,
inamovibles. “Seguimos sumergidos en estereotipos de género muy rígidos, por ejemplo,
en sitios de Estados Unidos y partes de Europa, las cosas solo han empezado a
cambiar mucho en las últimas décadas. Los cambios se pueden dar, pero requiere
voluntad política y una variedad de intervenciones”, agrega. “Y saber que
inculcar mitos sobre las diferencias de género a una edad temprana puede
llevarles a padecer problemas dañinos en el futuro”.
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