miércoles, 11 de octubre de 2017
Cómo empezar a hablar de sexo seguro con tus hijos
Las estadísticas reflejan que el 40% de los embarazos
en el mundo no son deseados. En España se registran 11,42 gestaciones
adolescentes por cada 1.000.
Un embarazo no deseado puede pasar a cualquier edad.
Incluso niñas de hasta solo 11 años pueden quedarse embarazadas bien porque no
entienden que los cambios que están ocurriendo en su cuerpo pueden causar un
embarazo, bien porque están expuestas a abusos de personas mayores que ellas o
bien porque no han desarrollado todavía la capacidad de entender que sus
conductas de riesgo pueden derivar en un embarazo.
Las estadísticas reflejan que el 40% de los embarazos
en el mundo no son deseados. Entre adolescentes de 15 a 19 años en países
desarrollados, Estados Unidos es el líder con 41,08 embarazos por cada 1.000
adolescentes, seguido por Nueva Zelanda con 28,75 por cada 1.000 e Inglaterra y
Gales con 26,02 por cada 1.000 directamente detrás. En España se registran
11,42 embarazos de adolescentes por cada 1.000 embarazos. Italia y Suecia están
en la cola con 6,94 y 6,16 por cada 1.000, respectivamente.
Los adolescentes de entre 13 y 16 años se encuentran
en el epicentro de la etapa egocentrista y están concentrados en el presente,
sin importarles las consecuencias de sus actos. Además, este grupo de edad está
expuesto a la manipulación sexual cuando intentan salir de su grupo para
juntarse con chicos mayores. En ocasiones, para ser aceptados en estos grupos,
se ven obligados a hacer cosas que no quieren y que tienen fatales consecuencias.
Los adolescentes de más edad pueden que no usen
correctamente los métodos anticonceptivos o es posible que el uso y abuso de
drogas y alcohol les ponga en situaciones donde no sean capaces de tomar la
mejor decisión o incluso de decidir si deben usar algún método anticonceptivo.
Además, como consecuencia de estas conductas de alto riesgo, este grupo de
adolescentes está expuesto a episodios de violencia sexual.
Los adolescentes de entre 13 y 16 años se encuentran
en el epicentro de la etapa egocentrista.
Todos los estudios revelan que la mayor parte de los
embarazos no deseados se producen durante la adolescencia. De acuerdo con
estadísticas de Estados Unidos, los adolescentes de mayor edad, entre 18 y 19
años, tienen una tasa de embarazos no deseados del 83% , la mayor de todos los
grupos de edad. A continuación, están los chicos de entre 15 y 17 años con un
79% y finalmente el grupo de jóvenes adultos, con edades de entre 20 y 24 años,
con un 64%.
La edad ideal para hablar con nuestros hijos
Más importante que hablar de anticonceptivos a una
determinada edad, los padres pueden ayudar a sus hijos a evitar un embarazo no
deseado hablando con ellos sobre el respeto a su propio cuerpo y al de los
demás desde muy pequeños. Enseñar a los niños a utilizar los nombres correctos
para referirse a sus genitales desde pequeños puede eliminar el estigma
negativo relacionado con la sexualidad, darles confianza sobre sus propios
cuerpos y reducir el riesgo de abuso sexual al evitar que se convierta el
cuerpo humano en un juego o un juguete. Además, si enseñamos a los niños que
sus cuerpos son privados y que solo pueden ser vistos por sus padres o por el
médico, les haremos ver la importancia que tiene su cuerpo y les estaremos
ayudando a decidir qué es bueno y qué es malo para su cuerpo.
Los adolescentes con menos probabilidades de tener un
embarazo no deseado tienen normalmente una relación de confianza con uno o más
adultos.
A medida que los niños van creciendo podemos
continuar con la educación sobre el respeto a su cuerpo comentando con ellos
los casos de sexualidad explícita o hipersexualización que vemos todos los días
a nuestro alrededor. Hablar con los niños, con un lenguaje apropiado a cada
edad, sobre los mensajes explícitos que vemos en vídeos musicales, anuncios,
programas de televisión y en vídeos, memes y redes sociales en Internet les
ayudarán a entender que lo que ven en esas imágenes no es lo que nuestra
familia considera apropiado ni está de acuerdo con nuestros valores. Estas
imágenes se pueden utilizar para educar tanto a niños como a niñas. Poco a poco
los niños se acostumbran a cuestionar los mensajes que reciben, a consultar con
los padres cuando ven algo que no está de acuerdo con los valores que les
enseñan en casa y, con el tiempo, aprenden a tomar sus propias decisiones en
relación con imágenes de contenido sexual explícito.
Por último, durante la adolescencia, cuando los
jóvenes son más independientes, los padres deben hablar directamente con ellos
sobre los riesgos de tener relaciones sexuales y sobre las alternativas que
tienen a su disposición si deciden tener relaciones sexuales para reducir los
riesgos que pueda tener en su salud física, mental y emocional y en su vida
social. Está demostrado que una buena relación entre el adolescente y sus
padres y en especial entre las chicas con sus madres, previene las relaciones
sexuales tempranas, ayuda a retrasar la edad de iniciación sexual y promueve
prácticas sexuales más seguras como el uso de preservativo o la precaución ante
infecciones.
Si los padres han educado a sus hijos sobre el
respeto a su propio cuerpo y al de los demás será mucho más fácil entablar la
conversación sobre los métodos anticonceptivos. Las conversaciones sobre
anticonceptivos deben empezar antes de la menstruación en el caso de niñas y de
la pubertad en el caso de los niños.
¿Cómo debería desarrollarse la conversación?
Es importante tener en cuenta que hablar con hechos
consumados puede resultar intimidatorio para los chicos y además es
contraproducente. La clave es respeto mutuo, confianza, paciencia, privacidad y
tiempo para explorar los sentimientos del adolescente sin juzgar. Los padres
deben crear un entorno seguro donde el hijo o hija se sienta a gusto
conversando con ellos de este tema.
Si los padres han educado a sus hijos sobre el
respeto a su propio cuerpo y al de los demás será mucho más fácil entablar la
conversación sobre los métodos anticonceptivos.
Por ejemplo, es mejor preguntar “¿Cada cuanto tienes
relaciones sexuales?” que “¿Estás teniendo relaciones sexuales?”. En la primera
opción, damos por sentado que el joven es activo sexualmente y por lo tanto
puede contestar la pregunta diciendo la frecuencia o simplemente diciendo que
no tiene relaciones. La segunda alternativa da por supuesto que el joven no es
activo sexualmente por lo que le obligamos bien a mentir o bien a admitir que
efectivamente está teniendo relaciones. La primera alternativa es más fácil
para el chico o chica y permite abrir una conversación. En el segundo caso
exigimos una confesión y levantamos una pared entre padre e hijo.
¿Cuantas veces hay que sacar el tema?
Los padres deben empezar con este tema mucho antes de
lo que creen y revisitarlo con frecuencia. En los momentos en los que una
película, programa, o vídeoclip haga referencia a la sexualidad, los padres
pueden aprovechar la ocasión para informar y educar a sus hijos. El respeto por
tu propio cuerpo y por el de los demás debe ser un tema de conversación
constante que se mezcle con otras partes de su educación. La sexualidad no debe
ser un tema tabú. La sexualidad forma parte de la esencia de cada persona y
debería abordarse, de manera adaptada a cada edad, durante la niñez y
adolescencia. Si evitamos el secretismo entorno al sexo, fomentamos que los
niños se dirijan a adultos de su confianza en búsqueda de consejo y ayuda.
La sexualidad no debe ser un tema tabú y forma parte
de la esencia de cada persona.
Muchos adolescentes conocen los anticonceptivos que
existen, pero se arriesgan con la marcha atrás. ¿Cómo concienciarles para que
no lo hagan?.
Como hemos dicho antes, el egocentrismo propio de los
adolescentes hace que vivan el momento y no se preocupen de las consecuencias a
largo plazo de sus actos. Por eso, cuando los adolescentes están comenzando a
ser sexualmente activos, se guían por sus instintos y deseos, sin prestar
atención a las consecuencias (enfermedades de transmisión sexual, embarazo o
estigmatización social). Una buena manera de aumentar las probabilidades de que
usen anticonceptivos correctamente es hablar con ellos antes de que se
encuentren en estas situaciones irreversibles, intentar solucionar algunos
problemas antes de que aparezcan, y ayudarles a salir de situaciones de riesgo
en las que se ven obligados a hacer algo que no quieren.
Como padres, lo único que podemos hacer es
facilitarles las herramientas. Son ellos los que tienen que estar lo
suficientemente motivados como para usarlas. Para inculcarles que hay que
pensar antes que actuar y así permitirles la transición entre la adolescencia y
la edad adulta, tenemos que comunicarles los valores familiares y las
expectativas que tenemos y debemos ayudarles a entender que algunas veces las
consecuencias de sus acciones no son reversibles.
Los embarazos no deseados varían en función de la
situación socioeconómica. Las mujeres con menos recursos tienen más embarazos
no deseados. De hecho, en el periodo 1994-2001 el número de embarazos no
deseados aumentó un 44% entre mujeres consideradas por debajo del umbral de la
pobreza mientras que descendió entre mujeres con ingresos dos veces por encima
de este umbral.
Cuando hablamos de embarazos no deseados siempre
tenemos la combinación del desarrollo físico por un lado y algún otro factor
social como nivel económico, situación familiar o nivel educativo por el otro
lado. Todos los adolescentes son susceptibles de encontrarse en una situación
de embarazo no deseado tanto por el egocentrismo propio de esta edad que les
lleva a tener mayor tolerancia para conductas de alto riesgo como por su falta
de experiencia a la hora de tomar decisiones y también por su limitada
capacidad de pensamiento abstracto.
Obviamente, aquellos jóvenes procedentes de familias
desestructuradas, con poca supervisión, con hábitos de consumo de drogas o
alcohol que impactan su capacidad de razonar, que se juntan con otros jóvenes
que practican conductas de alto riesgo, y que no cuentan con un adulto de
referencia que les pueda ayudar y guiar, cuentan con pocos recursos para tomar
las decisiones adecuadas. Es más probable que estos jóvenes tengan problemas,
incluido un embarazo no deseado.
Los adolescentes con menos probabilidades de tener un
embarazo no deseado tienen normalmente una relación de confianza con uno o más
adultos, saben dónde buscar ayuda cuando la necesitan, se encuentran en
entornos seguros, sin riesgo de abuso, no consumen alcohol ni drogas y
desarrollan su vida dentro de una estructura familiar que les permite cierta
independencia pero con límites para que estén protegidos y tengan una
referencia. Esto crea una situación donde el joven conoce sus posibilidades,
sus límites, tiene un concepto claro de quién es y cuál es su sitio tanto en la
familia como en la sociedad a la vez que entiende sus derechos y obligaciones
en ambos casos.
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