miércoles, 11 de octubre de 2017
La OMS alerta de que cada año se realizan 25 millones de abortos inseguros
Introduciendo objetos en la vagina o con cócteles de
fármacos, el 45% de las interrupciones del embarazo arriesgan la salud de la
mujer.
Con una sonda introducida en la vagina, con ácido,
con fármacos en casa... Cada año se realizan unos 25 millones de abortos
inseguros en el mundo, según ha alertado este jueves la Organización Mundial de
la Salud (OMS), la mayoría en condiciones de clandestinidad y en países en
desarrollo. Una práctica a la que las mujeres recurren empujadas por las
restricciones legales y que tiene graves consecuencias sanitarias y económicas,
apuntan los expertos.
El 45% de las 55,7 millones de interrupciones
voluntarias del embarazo que se producen cada año en el mundo se realizan en
condiciones peligrosas, según un estudio elaborado por la OMS y el Instituto
Guttmacher —especializado en derechos reproductivos— difundido este jueves,
coincidiendo con el día internacional por el aborto seguro. El informe, publicado
en la prestigiosa revista científica The Lancet, revisa datos de 182 países
recopilados por Naciones Unidas entre 2010 y 2014, y los complementa con
publicaciones científicas y entrevistas a expertos.
Concluye que el 97% de los abortos peligrosos se producen
en África, Asia y América Latina, donde a los impedimentos legales se unen las
barreras para lograr métodos anticonceptivos eficaces, y reclama a los
Gobiernos que garanticen el acceso seguro a esta intervención sanitaria. De
hecho, insisten, las leyes más restrictivas no reducen los abortos sino que los
aumentan y convierten en clandestinos e inseguros.
“Cuando las mujeres y las niñas no pueden acceder a
servicios eficaces de anticoncepción y aborto seguro, hay graves consecuencias
para su propia salud y la de sus familias. Esto no debería pasar”, insistió
Bela Ganatra, del departamento de Salud Reproductiva de la OMS y autora
principal del estudio. “Sin embargo, pese a la evidencia y a los recientes
avances en materia de tecnología, siguen produciéndose demasiados abortos
peligrosos y demasiadas mujeres continúan sufriendo y muriendo”, añadió
Ganatra.
Las cosas han cambiado mucho en la última década. Los
procedimientos invasivos, practicados por aborteras en la mesa de la cocina han
dado paso, mayoritariamente, a la auto administración de fármacos para
interrumpir el embarazo. Sin embargo, alertan estos expertos, el empleo de
medicamentos inapropiados, sin control o suministrados por personal no
cualificado entraña también riesgos para la salud de las mujeres.
En América Latina, donde imperan algunas de las
legislaciones más restrictivas del mundo —al menos cinco países prohíben esta
intervención completamente— y donde solo uno de cada cuatro abortos se practica
en condiciones seguras, se ha incrementado el número de mujeres que recurren a
fármacos como el misoprostol, pero fuera de los canales sanitarios. Muchas
veces los obtienen en el mercado negro o a través de Internet. Aunque también
existen ONG —como la histórica Women on Waves— que luchan contra el aborto
clandestino y sus efectos, que dan asistencia médica online o telefónica para
que las mujeres puedan recibir consejo médico y cierta supervisión.
El aumento de esa fórmula ha hecho que se reduzcan
las muertes y las complicaciones más graves derivadas de los abortos
clandestinos más invasivos, pero no las ha hecho desaparecer, apuntan sin
embargo los expertos de la OMS y Guttmacher. Tampoco se ha abandonado el uso de
ácido, de sondas o de hierbas, alerta Morena Herrera, de la Agrupación por la Despenalización
del Aborto en El Salvador. Sobre todo en el medio rural, por parte de las
mujeres más pobres y menos formadas (y por tanto más vulnerables). En este país
centroamericano, en el que la interrupción voluntaria del embarazo está
prohibida en todos los casos, hay al menos 24 mujeres presas por delitos
relacionados con el aborto. Y no es el único, la realidad se repite en otros
países como México o en Honduras.
La OMS divide los abortos peligrosos entre “menos
seguros” —en los que incluye, por ejemplo, el uso de fármacos— y “nada seguros”
y recalca que estos últimos son un 14% de esos 25 millones. La mayoría de ellos
—que se basan en la introducción de objetos extraños y el uso de brebajes de
hierbas— se produce en países de África o Asia, en los que, además, los
sistemas sanitarios son frágiles. Estados en los que tendrán efectos
enormemente nocivos las últimas políticas de la Administración estadounidense
de Donald Trump, alertan las ONG. Si no se resuelve, el veto del presidente
norteamericano a las entidades que tengan proyectos relacionados con el aborto
en países en desarrollo —incluidos programas para luchar contra el aborto
inseguro— puede hacer retroceder años de avance, avisan.
De hecho, El Instituto Guttmacher, ha calculado el efecto de esas
restricciones en los proyectos de planificación familiar. Y sus cifras asustan.
Por cada tijeretazo de 10 millones de dólares unas 440.000 mujeres y parejas se
quedarán sin servicios de contracepción, se producirán 95.000 embarazos no
planificados (incluidos 44.000 nacimientos no planeados), se realizarán 38.000
abortos (de los cuales 30.000 serán inseguros) y se producirán 200 muertes
maternas más al año en todo el mundo.
Etiquetas:
aborto,
derechos reproductivos
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