lunes, 26 de junio de 2017
De qué hablamos cuando hablamos de sexo
¿Cómo es que nos ha llegado un discurso sobre sexo
tan reducido y sesgado, el primero que nos viene a la cabeza, cuando al decir
«sexo» estamos hablando de tantas cosas?.
Recientemente me convocaron a una conferencia en la
cual no tenía más consigna que hablar de sexo. Está claro que cuando eres
sexóloga, siempre hablas de sexo, sea cual sea el público al que tu charla va
dirigida… Pero, hay tantas temáticas diferentes que abordar, que nunca se me
había ocurrido que hablar de sexo, en sentido amplio y sin concretar en ningún
tema, me pudiera resultar tan complejo.Lo primero que se me ocurrió fue un
discurso extremadamente académico, hablando de campos conceptuales (sexo,
sexualidad, erótica, amatoria…) y planos de individuación (modos, matices,
peculiaridades…) que les sonará perfectamente a mis colegas de profesión, pero
que no tuve más remedio que desechar, porque para el gran público era poco
menos que hablar en clave.
En un segundo momento llegué a la conclusión de que
tal vez era que no nos estábamos entendiendo… Y si yo no sabía (aunque
sospechaba) lo que me estaban pidiendo quienes me pedían que hablase de sexo,
tal vez no me iba a hacer entender por el público, al no saber yo lo que
esperaban que les contara. Así que mejor empezar preguntando. Y mi conferencia
comenzó así: «Para empezar me gustaría pedirles un pequeño ejercicio... Quiero
que se relajen y piensen lo que se les venga a la cabeza relacionado con la
palabra sexo... ¿Ya lo tienen? De momento, quédense con esa idea, volveremos
sobre ella...».
Por mi profesión, me suelo encontrar a menudo con la
pregunta de si el sexo sigue siendo un tema tabú. Ya saben, tabú, eso de lo que
no se habla, lo que es moralmente inaceptable, lo que está sujeto a
restricciones o prohibiciones... Y ahí también me pregunto: ¿De que hablamos
cuando hablamos de sexo? ¿Estamos hablando de lo mismo esas personas que me
preguntan y yo?Vamos a poner un ejemplo: cuando yo doy clase de Educación
Sexual, lo primero que hago es pedir a mi alumnado que me diga la primera
palabra que se les venga a la cabeza relacionada con el término sexo.
Inmediatamente aparecen palabras como: vagina, pene, tetas, culo, orgasmo,
follar, coño, condón, dedos, orgía, boca, corrida bukake, masturbación,
francés, beso negro, amor, cubana, cama, kamasutra, 69, pasión, viagra,
lubricante, consolador, bolas chinas, griego, postcoital...
Esta es una transcripción real de las respuestas de
un grupo de chicos y chicas de 3º de la ESO, más o menos 14 años... Y yo me
sigo preguntando, aunque adivino la respuesta… ¿Son estas palabras similares a
las imágenes que evoca la gente adulta cuando oye la palabra sexo? Posiblemente
sí, aunque en público, su respuesta es bastante diferente.Como ejemplo, otra
transcripción de respuestas.
En este caso un grupo de profesionales, técnicos de
educación, sanidad y servicios sociales, que ante la palabra sexo dicen:
«Placer, relación, sensación, amor, intimidad, identidad, caricias,
diferencias, besos, seducción, ternura, lujuria, penetración, satisfacción, complicidad,
amistad, genitales, confianza, complacer, erotismo, biología, coito,
protección, orgasmo, diversión, explorar…».
Y entonces ¿a qué se debe esta diferencia en las
respuestas?No solo es porque los adultos hayamos aprendido a disimular, que
también... Es que, además, cuando hacemos el esfuerzo de ampliar un poco
nuestra perspectiva, nos damos cuenta de que hablar de sexo es mucho más que
hablar de cuestiones genitales y perigenitales. Pero no perdamos de vista una
cosa: si los adultos mantenemos este discurso en torno al sexo ¿cómo vamos a
entendernos con nuestros adolescentes, que mantienen el otro? Es una buena
reflexión que hay que hacerse de vez en cuando...Cuando yo estudiaba Sexología
en la universidad, lo primero que aprendí es que sexo no es solo lo que
hacemos, no son solo nuestras conductas y fantasías eróticas...
Sexo es sobre todo lo que somos: hombres y mujeres
que se enamoran o se sienten atraídos por hombres o por mujeres... Y entonces
en vez de hablar de sexo, hablamos de los sexos, de nuestras identidades y de
nuestros deseos, de nuestras peculiaridades, de nuestros encuentros y
desencuentros, amores y desamores, fantasías, seducciones, lujurias,
excitaciones...Cuando hablamos de Sexo, hablamos pues de relaciones... De todo
tipo de relaciones, porque los chicos y las chicas, se van a enamorar de chicos
o de chicas, independientemente de lo que ellos sean. Y tenemos que hablar
también de amor, de lo que entendemos por amor, pero amor del bueno... Para
hablar de amor a mi me gusta incluir casi siempre una foto que hizo una chica
de 15 años, para una exposición que su profesora de imagen organizó para el día
de San Valentín. La consigna era hacer una fotografía cuyo tema fuese el amor.
Y en dicha foto aparece un corazón con un montón de agujas clavadas:
«INFIDELIDAD, DOLOR, AGRESIONES, MENTIRAS, INSULTOS, SUFRIMIENTO...».
En el medio pone «AMOR»... Y la foto se titula: «A
pesar de todo». Esto no es amor, esto hace mucho daño... Por eso cuando hacemos
Educación Sexual, tenemos que dejar bien clarito que si duele, no es amor.
Cuando hablamos de sexo, tenemos que hablar de
internet. De intimidad, de privacidad. De las redes sociales como nuevos
espacios de seducción. Y de a quién damos permiso para que acceda a nuestra
intimidad, igual en la vida real que en el mundo virtual. Esto es igual para
personas adultas que para menores. Pero cuando se trata de menores, no vale
hacerse un perfil falso y pedirles amistad para enterarse de lo que hacen.
Eso hubiera sido como si la madre o el padre de ustedes
se hubiera disfrazado de quinceañera para ir a la disco a espiarles... No es
buena idea. Hay que aprender y luego educar. Una vez más, la Educación Sexual
es la clave.Por si acaso aun hay quien piensa que esto del sexo es una cosa
exclusiva de la gente joven, les diré que cuando hablamos de sexo también
hablamos de personas mayores... pero muy mayores también, incluso ancianas.
Recuerden que el sexo es lo que somos, así que el sexo no se acaba mientras no
nos acabemos nosotros... Y no vamos a hablar de viejos verdes, hablaremos de
abuelos sexis... Mucho mejor ¿verdad?. Que ahí queremos llegar todos. Por
supuesto, cuando hablamos de sexo también hablamos de diversidad: funcional e
intelectual.
Todas las personas somos personas sexuadas, con
nuestras vivencias y nuestros deseos. Uno de los problemas que más preocupan a
una persona que se ha quedado en silla de ruedas tras un accidente, es el de
cómo me lo monto ahora, que va a pasar con mi erótica... Y cuesta mucho
encontrar la respuesta. Al menos en la administración pública, que es dónde
primero se debería encontrar.Y como no puede ser de otro forma, cuando hablamos
de sexo, también hablamos de niños, de niñas y de sus familias. Porque nuestros
peques también son personas sexuadas. Y por ello tienen inquietudes,
curiosidades, exploran, juegan... Y las familias a veces no saben como
gestionar esto muy bien... Si juegan a los médicos... Si mi bebé tiene
erecciones... Si mi niño levanta las faldas a las niñas... Si mi niña se toca
«ahí»...
Si me pregunta cosas que no se si debo contestar... Y
una vez más, la respuesta es la misma: Educación Sexual. Cuando hablamos de
sexo y de infancia, tenemos que hablar de que hay muchas formas de ser niño y
de ser niña... Y entender que al igual tener más o menos vello en los brazos, o
la voz más o menos grave o aguda no determina ser hombre o mujer, tampoco lo
determina el hecho de tener pene o vulva. Porque la identidad está en la
cabeza, no en los genitales. Y por eso tenemos que entender de una vez que
aunque la mayoría de las niñas tienen vulva, también hay algunas niñas con pene
y ello no las hace menos niñas... Que aunque la mayoría de los niños tienen
pene, también hay niños con vulva y esto no les hace menos niños... No es lo
más frecuente, pero a veces sucede. Por eso tenemos que estar ahí para
acompañar, escuchar y si es necesario, corregir esa etiqueta que se ha puesto
mal. Reasignación se llama. Los niños y niñas de infantil no tienen problema
con esto.
¿Por qué a nosotros nos cuesta tanto? Ya lo van
entendiendo, parece que hace falta más Educación Sexual...Moral social.
Y si el discurso de los sexos es tan amplio ¿Cómo es
que nos ha llegado un discurso del sexo tan reducido y sesgado, que es el
primero que nos viene a la cabeza? Parece que esto se lo debemos a la moral
social. Cuando yo estudiaba Sexología, hablábamos de dos tipos de moral a las
que metafóricamente se llamaba «moral de la bata negra» y «moral de la bata
blanca».La de la bata negra alude a algunos idearios religiosos, que asocian
todo lo que tiene que ver con el sexo y en especial el placer y cualquier
planteamiento no reproductivo, con el pecado y lo prohibido... Y allí donde
tienen mayor influencia, han hecho valer estos planteamientos.
La moral de la bata blanca, alude a determinados
planteamientos de algunos sectores del ámbito sanitario, que hablan de sexo
desde lo peligroso o patológico. Así dictan nuevas normas sobre nuestras
sexualidades, deciden lo que es normal y lo que no es normal y nos dicen que
educar sobre sexo es prevenir riesgos. Esto les sonará: Riesgo de embarazos,
riesgo de infecciones de transmisión, por cierto de trasmisión genital, que no
sexual... No podemos limitarnos a eso, la Educación Sexual es cultivar ideas y
valores, no prevenir riesgos. Ustedes ya lo van entendiendo.
Allá por los comienzos y mediados del siglo XX, había
unos profesionales que ya lo habían entendido y estaban debatiendo sobre ello
para hacérnoslo comprensible a los demás. Me refiero a la primera generación de
sexólogos europeos y otros estudiosos de las sexualidades, como algunos
filósofos de la época. Entre los primeros, Magnus Hirschfeld, fundador del
primer Instituto de Sexología del mundo, en Berlín. Havelock Ellis,
contemporáneo de Freud, que le llevaba la contraria, diciendo que entre los
sexos hay más valores cultivables que trastornos curables. Nuestra Hildegart
Rodríguez, joven madrileña, secretaria de la Liga Española para la Reforma
Sexual sobre Bases Científicas, que a la edad de 18 años había escrito 9
tratados sobre sexualidad, derechos de las mujeres, eugenesia... Y que murió
mientras dormía asesinada por su propia madre. Y otros intelectuales ya le
sonarán, porque son más famosos: Simone de Beauvoir, Sarte, Merleau Ponty.
Kierkegaard, que parece ser que acuño el término sexualidad, referido a la
cualidad del hecho de ser sexuados...
A estos discursos se les llamó «el debate de la
Cuestión Sexual». Ellos y ellas sí sabían de qué hablaban cuando hablaban de
los Sexos. Llegados a este punto, creo que ya tienen ustedes criterio para
responder a la pregunta de si hablar de Sexo sigue siendo un tabú. Parece que
sería deseable hablar un poco más de Sexo, al menos para entendernos... Por mi
parte yo estoy convencida de que la Educación Sexual (o sea, de los sexos) es
la respuesta; esa Educación Sexual que nos hable de identidades, de deseos, de
peculiaridades, de amores, desamores, encuentros, desencuentros, fantasías,
placeres, seducciones y excitaciones... Parece que se va haciendo camino, pero
allí donde no sea una realidad, hablemos de sexo. De los sexos.
Etiquetas:
educación sexual,
sexualidad
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