jueves, 4 de mayo de 2017
Porno, machismo y homofobia, el día a día de los 'grupos de tíos' de WhatsApp
Es raro encontrar en estas comunidades a alguien que
se sienta ofendido, que la abandone o que reproche su actitud a los miembros más
activos 'Bud Sex': sexo entre hombres que no son homosexuales sólo por placer.
El 80% de los jóvenes españoles revisa su teléfono móvil
al menos una vez cada hora. El 72% siente la necesidad de contestar los
mensajes nada más recibirlos. Estas cifras reflejan el claro problema al que se
enfrenta nuestra sociedad: la adicción a los smartphones.
Parte de la culpa en lo tocante a esta epidemia la
tiene WhatsApp, una app utilizada por nueve de cada diez españoles todos los días
empleando en ella una media de 45 minutos diarios, según datos del Estudio
Anual de Redes Sociales 2016 . Pero tras esta adicción se esconden, en
ocasiones, malos usos que derivan de su manejo, convirtiéndose en la
herramienta perfecta para extrapolar a la esfera online todo tipo de actitudes
reprobables. Así lo pone de manifiesto el documento elaborado por
investigadores de la Universidad de Alicante Machismo a golpe de Whatsapp.
El móvil: mecanismo de violencia sexista en los
estudiantes universitarios. Esta investigación pone el foco en "la
importancia que tienen las nuevas tecnologías en la perpetuación de las
diversas formas de machismo, y mas en concreto en la persistencia de la
violencia de género entre los jóvenes".
Chistes machistas, un clásico Este estudio concluyó
que el 16,2% de los 222 alumnos universitarios encuestados había recibido
alguna vez mensajes sexistas a través de WhatsApp, confirmando a su vez que
"el móvil se utiliza como un mecanismo de transmisión de violencia
machista". Más allá del ciberacoso o de los peligrosísimos mecanismos de control
a los que someten los celosos patológicos a sus parejas, existe otro gran foco
de machismo recalcitrante asentado, normalizado y hasta bien visto en términos
generales que, de alguna manera, está sirviendo para acentuar la tesis de los
que defienden la desigualdad de género: hablamos de los conocidos como grupos
de tíos de WhatsApp.
Se trata de cotos formados íntegramente por hombres,
habitualmente jóvenes, en los que abundan los intercambios de mensajes sexistas
y en los que no faltan ni chistes subidos de tono ni, directamente,
publicaciones pornográficas a través de fotos y vídeos, generando todo tipo de
comentarios de índole machista a su paso.
Una realidad a la que casi todos los hombres hemos
tenido acceso y que, en muchos casos, nos toca vivir por duplicado o
triplicado, llegando a encontrarnos mensajes de este tipo en grupos de amigos
del instituto, de la universidad o de colegas del trabajo. Allí, lo raro,
cuando de sopetón salta un mensaje con un nuevo chiste, un meme vejatorio o un
gif con unos pechos enormes, es encontrar a alguien que se sienta ofendido, que
abandone el grupo o que reproche su actitud a los miembros más activos.
No obstante, en este tipo de grupos no todos los
participantes tienen el mismo grado de responsabilidad, siendo habitual
encontrar distintos roles. Por un lado están los que se dedican a compartir
todo aquello que encuentran en foros de índole sexual o en otros grupos en los
que los proveedores de estos chistes son otros. Por otro, los que actúan como
consumidores. Estos últimos están divididos en dos subgrupos: Los activos, que
engloba a aquellos que deciden consumir y comentar estas publicaciones, y los
pasivos, que ni descargan ni leen este tipo de archivos, limitándose a guardar
silencio hasta que algún otro tema les hace retomar su actividad.
En relación al primer grupo, el integrado por
aquellos que deciden por cuenta propia empezar a transformar un grupo de amigos
en un grupo de tíos, parece responder a un perfil claramente definido en
distintos estudios psicólogos. Tal y como venía sucediendo previamente en los
foros y en los chats de Internet, se trataría de sujetos con ciertos problemas
de autoestima que, muy probablemente, y aprovechando la frialdad del medio,
adquieren actitudes que no se atreverían a adoptar en otro tipo de contextos.
Todo con el objetivo de llamar la atención y sentirse protagonistas por un
rato.
Homofobia en los grupos de WhatsApp.
Además de la cosificación de la mujer, en este tipo
de grupos de WhatsApp es también habitual asistir a todo tipo de
manifestaciones destinadas a menospreciar y ridiculizar al colectivo
homosexual. Esta suerte de machos alfa 2.0 no dudan en aprovechar la más mínima
ocasión, y sin que nadie se lo pida, para subrayar públicamente su condición de
heterosexuales a través de publicaciones vejatorias dirigidas al mundo gay. A
menudo, los nombres de estos grupos son ya en sí toda una declaración de
intenciones.
Un ejemplo muy claro de ello es el de La Manada, el grupo de
WhatsApp formado por los presuntos violadores de San Fermín y en el que los
caricaturizados roles machistas habituales en estos reductos digitales habrían
saltado a la esfera offline con los resultados ya conocidos.
Para muchos, la proliferación de estos grupos de tíos
son la prueba irrefutable de que las tesis más caducas del discurso del
heteropatriarcado han encontrado en las nuevas tecnologías el lugar perfecto
para expandirse y asentarse. En definitiva, la responsabilidad de lo que sucede
en nuestro entorno, también en el digital, es de cada uno. Pasar por alto en
Internet según qué tipo de actitudes que no admitiríamos en la calle tiene como
fin asumir la normalización de una anormalidad... con todos los peligros que
eso conlleva.
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