domingo, 19 de febrero de 2017
El preservativo del futuro se hace esperar
Son baratos, no necesitan prescripción médica, su
producción anual alcanza los miles de millones y no hay rincón en el mundo en
el que no se conozcan. Pese a eso, las cifras sobre nuevas infecciones por VIH
y embarazos no deseados delatan cada año que el preservativo está
infrautilizado. Tras 50 años sin novedades, diseñadores, científicos y
sexólogos buscan nuevos materiales y estrategias para mejorar este producto y
potenciar su uso.
A la mujer del rey Minos de Creta no le hacía ninguna
gracia lo que se decía del semen de su marido: que contenía escorpiones y
serpientes. Para protegerse, Pasífae utilizó el primer condón de la mitología,
que también sería de los primeros de la historia: una vejiga de cabra. Desde
entonces la población se ha cuidado de las infecciones venéreas y los embarazos
no deseados como ha podido: con intestinos de animales, cuero, papel de seda
lubricado en aceite o vainas hechas de caparazón de tortuga.
A pesar de todas estas variantes, algo no ha cambiado
desde el principio de los tiempos: a la gente no le gusta usar condón. "Su
utilización no es ni mucho menos la deseada. No hay más que ver cómo la
incidencia de enfermedades de transmisión sexual aumenta de manera
continua", argumenta Francisca Molero, sexóloga y vicepresidenta de la
Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS).
Aunque los condones masculinos son baratos y fáciles
de fabricar y distribuir, su uso está asociado a varios hándicaps como la
pérdida de sensibilidad, que no siempre es fácil colocarlos o hasta la falsa
sospecha de que disminuyen la erección masculina. Desde que se domesticó el
látex en el año 1920, el preservativo ha visto pocas mejoras tecnológicas.
"¿Colores, sabores y piquitos con relieve? ¡Eso ya lo teníamos en los
centros de planificación familiar a principios de los años ochenta!",
exclama Molero.
En el año 2013, la Fundación Bill y Melinda Gates
lanzó una propuesta en el marco de su programa de innovación Grand Challenges
in Global Health para resolver problemas de salud y desarrollo a nivel mundial:
había que reinventar el condón. "Buscamos una nueva generación de
preservativos que sea capaz de preservar o hasta incrementar el placer, de
manera que su uso aumente y se estabilice", anunciaba la fundación. Más de
800 proyectos optaron a una primera fase dotada con 100.000 dólares. De ellos,
fueron escogidos 24 y de estos tan solo dos pasaron a una segunda fase,
premiada con un millón de dólares.
Nuevos materiales, nuevas sensaciones
Lakshminarayanan Ragupathy, investigador de la
compañía india HLL Lifecare Ltd, quiere incorporar grafeno a los condones de
látex. La promesa es que este material de tan solo un átomo de espesor
"incrementará las propiedades mecánicas y de conductividad térmica del preservativo,
lo que permitirá reducir su grosor e incrementar el placer", asegura
Ragupathy. Su proyecto también contempla añadir al condón fármacos como
espermicidas o microbicidas para mejorar la protección ante enfermedades de
transmisión sexual.
Los primeros condones con grafeno incorporado al
látex podrían llegar al mercado en dos o tres años.
En una primera fase, el equipo de Ragupathy elaboró
un prototipo que testó en el laboratorio y cuyos resultados convencieron a la
Fundación Bill y Melinda Gates para financiar el escalado de su producción.
"Debemos pasar del manejo de unos pocos litros de producto a los miles que
son necesarios para producir millones de preservativos", explica el
investigador. Al escalado le seguirán los ensayos clínicos en África e India.
"En un par de años o tres, el condón de grafeno saldrá al mercado",
estima Ragupathy.
El investigador principal del otro proyecto que ha
merecido la subvención de un millón de dólares es Ron Frezieres, director del
centro Essential Access Health, en California (EE. UU.). Su objetivo es
desarrollar un preservativo de polietileno que se adhiera al pene en vez de
apretarlo. "Este material es transparente, inodoro e hipoalergénico, cinco
veces más delgado que el látex y significativamente más fuerte, por lo que
esperamos que su aceptación sea mayor", explica Frezieres.
Según el investigador, el condón se podrá colocar de
una manera más rápida y fácil que la habitual, pues tendrá un sistema
especialmente diseñado para ello. Además, el envoltorio también mejorará.
"Tendrá el tamaño de una tarjeta de crédito y se podrá customizar en un
combo de tres que podrá llevarse de manera segura y cómoda en una
cartera", explica Frezieres. Durante este año se llevarán a cabo todas las
pruebas clínicas y de laboratorio necesarias para que la agencia estadounidense
que regula los medicamentos y la alimentación (FDA, por sus siglas en inglés)
apruebe la comercialización del producto.
Un largo camino hasta el final feliz
Las propuestas subvencionadas en un primer momento
por la iniciativa de Bill y Melinda Gates contemplaban sistemas de colocación
variopintos y gran diversidad de materiales, como colágeno y polímeros. Una de
las ideas más revolucionarias fue la de Mahua Choudhury, investigadora del
Centro de Salud A&M de Texas (EE. UU.), cuyo objetivo era desarrollar un
preservativo basado en hidrogel. "El producto no llega a ser líquido, pero
contiene una gran cantidad de agua que lo convierte en un gel muy fino –asegura
la investigadora–. Además contiene antioxidantes que previenen la entrada del
VIH, bloquean su replicación y mejoran la experiencia sexual mediante la
estimulación nerviosa".
Choudhury, como la mayoría de los autores del resto
de propuestas, busca ahora financiación externa para continuar con el
desarrollo de sus productos y superar las extensas y estrictas regulaciones de
la FDA. "Está claro que esta agencia debe proteger al público de los daños
colaterales que puedan derivarse de nuevos fármacos o formulaciones, pero
vivimos en un mundo donde las epidemias no entienden de regulaciones –declara
Ben Strutt, de la empresa Cambridge Design Partnership–. En situaciones de
emergencia como en la epidemia de ébola o el virus del Zika se han agilizado
ciertos procesos. En el caso de los preservativos se salvarían muchas vidas si
también fuera así".
Más allá del látex
La iniciativa de Strutt también recibió financiación
de la Fundación Bill y Melinda Gates. Su proyecto buscaba una mejora
tecnológica del preservativo, pero en cuanto viajaron a Lesoto, en África,
donde pretendían aplicarlo, se dieron cuenta de que "un cambio de este
tipo no iba a solucionar el problema", explica por teleconferencia.
"Entre los hombres de Lesoto existe un dicho:
‘No puedes disfrutar de un caramelo si está envuelto’ –dice Strutt–. Esa es su
actitud respecto al condón". A este reto se le suma una sociedad muy
machista donde la planificación familiar es inusual, una educación católica y
ciertos problemas prácticos. "Los preservativos son muy fáciles de robar,
por lo que en las farmacias están detrás del mostrador. Esto implica que su
compra se convierte en algo embarazoso, no es como en las sociedades
occidentales donde puedes entrar en el supermercado, comparar los distintos
tipos y llevarte el que más te interese", explica.
Para Strutt, estrategias como la distribución
gratuita de condones tienen buena intención, pero no son la panacea. "La
sociedad subsahariana está llena de mitos y rumores que debemos conocer si
queremos que la gente use el preservativo que le damos", asegura. El uso
del profiláctico se enfrenta a creencias peligrosas: que los distribuidos por
las ONG están impregnados de VIH, que las relaciones sexuales con una virgen
curan el sida, o que no usar el condón es la manera de demostrar que se quiere
evolucionar de una relación informal a una estable. "Para nosotros, que
disponemos de información y herramientas como internet, algunas de estas
creencias nos parecen una locura, pero es a lo que nos enfrentamos",
comenta Strutt.
El proyecto tecnológico inicial del Cambridge Design
Partnership se metamorfoseó en el diseño de una serie de prototipos que tienen
en cuenta desde la venta del preservativo a la información que debe llevar,
pasando por cómo ponérselo en la oscuridad y una talla que se adapte a
cualquier medida. Tras la financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates,
Strutt busca socios para su fabricación. "Estos pequeños cambios pueden
marcar una diferencia a nivel mundial en pocos años, y además se pueden aplicar
a cualquier material de que esté hecho el preservativo", asegura.
El placer de transgredir
Para Francisca Valero, las iniciativas tecnológicas
que buscan mejorar el preservativo son muy necesarias y le dan a este producto
un valor añadido, pero, en la línea de los diseñadores de Cambridge, opina que
hay que ir más allá. "La educación sexual que tenemos se basa en la
prevención de riesgos, por lo que dejamos de usar el preservativo cuando
perdemos el miedo –reflexiona Valero–. Para conseguir un cambio real en la
actitud de las personas debemos percibir un beneficio, y el uso del condón está
asociado a un concepto de pérdida".
Tras esta idea del condón como beneficio, educadores
sexuales, medios de comunicación y empresas llevan años potenciando el aspecto
lúdico del preservativo. "Hemos intentado incorporarlo a la relación sexual
como un juego, pero esta estrategia no está dando el resultado deseado. Quizás
es porque aún no hemos entendido que el preservativo se usa con otra persona y
lo que ello implica", especifica la sexóloga. En este sentido Valero
apuesta, entre otras medidas, por una educación más temprana de los
adolescentes y por fomentar la corresponsabilidad. "La primera vez que
estás con alguien sientes mucha inseguridad, solo falta que no controles el
condón y su técnica", comenta la experta.
Además, según Valero, la sociedad actual todavía se
rige por ideas preconcebidas y estereotipos. "Muchas veces el chico o la
chica lo llevan, pero no se atreven a sacarlo por temor a lo que el otro piense
–explica la sexóloga–. No solo tenemos muy interiorizada la relación entre
transgresión y placer, sino que, además, parece que todo lo que sea espontáneo
es estupendo y que lo planeado disminuye el disfrute. ¡Qué gran mentira! Cuando
algo te interesa no lo dejas al azar, sino que te preocupas por quesalga
bien".
Coitus interruptus para el preservativo femenino
Uno de los objetivos en la búsqueda de la nueva
generación de condones de Bill y Melinda Gates era potenciar el condón
femenino, pero ninguno de los proyectos que se presentaron pasó a la segunda
fase de financiación. Pese a que los primitivos preservativos, como el de
Pasífae, fueran de este tipo, este producto se enfrenta hoy a grandes
hándicaps. "Es una buena opción para empoderar a las mujeres, pero el
principal inconveniente es su elevado precio, en especial en los países en vías
de desarrollo", comenta Ben Strutt. Además, su distribución es escasa y su
colocación más complicada que la versión masculina.
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