lunes, 19 de marzo de 2018
Niños que se inician en el sexo a través de la pornografía
Los casos
de abusos entre escolares plantea la necesidad de revisar la educación sexual
de los menores
¿Fenómeno
puntual o síntoma de una preocupante tendencia? Las últimas noticias sobre
agresiones sexuales en grupo por parte de escolares que tienen como víctimas a
otros escolares deberían encender las alarmas. Podrían ser sucesos puntuales,
pero también podría ser que fuera la expresión de una corriente subterránea que
emerge por saturación aquí y allá, de la que resulta difícil calibrar la fuerza
que lleva el caudal oculto.
La violación
de un niño de 9 años en Cazorla por parte de cuatro compañeros de entre 12 y 14
años y la violación en grupo de una chica de 16 en Jaén por parte de cinco
jóvenes, tres de ellos menores, o la violación de dos mujeres por parte de un
chico de 16 años en Sevilla son los últimos casos conocidos de un fenómeno, el
de los delitos sexuales cometidos por niños y adolescentes, que según la
Fiscalía de Menores va a más. En 2016 se registraron 1.271 delitos y fueron
detenidos 433 menores de entre 14 y 17 años, 70 de ellos por violación. Esa
cifra supone un aumento del 16,1% respecto al año anterior.
A la
espera de estudios académicos y sociológicos precisos sobre la naturaleza y las
causas de este aumento, tenemos ya algunos indicios preocupantes sobre las
deficiencias de la educación emocional de los chicos y las chicas. Las
encuestas del CIS y otros estudios muestran que los estereotipos machistas
están aún muy vivos entre los jóvenes y que la idea del amor romántico rebrota
también con fuerza entre muchas chicas. Pero lo que parece ser un factor
importante en ciertas expresiones extremas de violencia sexual es la forma en
que los jóvenes descubren y se inician ahora en el sexo. La mayoría de ellos lo
descubre en Internet, y muchos a través de la pornografía. Una investigación
reciente ha revelado que el 20% de los niños de 11 y 12 años han practicado
sexting, es decir, se han intercambiado fotos de contenido sexual. Pero lo que
puede ser más devastador para su equilibrio emocional es el acceso sin
restricciones a un tipo de pornografía que cada vez cultiva menos el erotismo y
más el instinto animal.
Algunos
estudiosos sobre la evolución de este género alertan de que, en la búsqueda de
un mayor impacto comercial, se ofrecen imágenes cada vez más fuertes y extremas.
De hecho, la pornografía está evolucionando hacia representaciones de la
sexualidad en las que abundan comportamientos brutales, de sadismo y dominación
en los que con frecuencia aparece algún tipo de violencia física. La
pornografía es la primera vía de acceso al conocimiento de la sexualidad para
muchos niños, y eso ocurre además a unas edades en las que carecen de madurez
emocional para poder contextualizar y gestionar lo que están viendo. No es
extraño pues que, en algún momento, lo aprendido a través de esas imágenes se
traslade también a su comportamiento.
Muchos
padres ni se imaginan qué ven sus hijos en su ordenador. Si les preguntaran
cómo querrían que se iniciaran en el sexo, muchos dirían seguramente que con
las caricias de un compañero o compañera amorosos y comprensivos. Pero no es
así. Muchos se adentran en el sexo en solitario, sin ninguna ayuda de un adulto
y emocionalmente indefensos, con imágenes de una sexualidad reducida al puro
instinto, con grandes dosis de dominación masculina y carentes de cualquier
atisbo de ternura o amor.
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