lunes, 19 de marzo de 2018
Aumentan los casos de violencia sexual entre adolescentes
«Estamos
de fiesta, borrachos, no controlamos y entonces hacemos lo que nos da la gana
es un mensaje que está calando en la gente joven», advierte la directora del
Centro de Atención a Víctimas de Asturias.
La
violencia sexual, pese a que sigue sin ser considerada de manera oficial como
un tipo de violencia de género, es otro claro síntoma de la sociedad patriarcal
contra la que se ha convocado la huelga feminista de mañana, 8 de marzo, con
motivo del día internacional de las mujeres.
La
violencia sexual contra las mujeres, que todavía sigue siendo la cara más
vergonzante de la violencia machista, también crece y lo hace además entre los
jóvenes asturianos de entre 14 y 18 años. «No solo está aumentando sino que
también se siguen dando roles entre las chicas jóvenes de sentir vergüenza,
culpa, de no denunciar. Los mismos patrones que existían hace 30 años en lo referente
a la actitud de las víctimas», asegura Mariti Pereira, directora del Centro de
Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos tratos de Asturias
(Cavasym), que lleva décadas asistiendo a víctimas de la violencia sexual.
Pereira pone un ejemplo: una chica sale con sus amigas, está en un pub y, en un
momento dado, dos o tres chicos la arrinconan y empiezan a tocarla. «Eso es la
agresión más suave entre comillas de las situaciones que hemos tenido. La
arrinconan y empiezan a tocarla por todos los sitios porque consideran que
pueden hacerlo y porque en muchas ocasiones ellos lo justifican con que estaban
bebidos, con que estaban cargados», explica.Agresores que no son
desconocidosMenciona el caso de La Manada, los jóvenes acusados de una presunta
violación grupal en los Sanfermines cuya sentencia debería hacerse pública
próximamente. «Estaban de fiesta, estaban borrachos y es una forma de
justificarlo.
Este tipo
de mensajes, que estamos de fiesta, borrachos, no controlamos y entonces
hacemos lo que nos da la gana, cala en la gente joven. Cala de manera más fácil
que otro tipo de mensajes que les pueden parecer más represivos, y que no lo
son porque son preventivos», advierte.
En los casos de violencia sexual en la adolescencia, los agresores
normalmente no son desconocidos. «Suelen tener algún tipo de relación o se
conocen de haber estado la noche por ahí juntos en pandilla, de fiesta. Puede
haber también algún caso de desconocidos, pero no es lo habitual.
Ellas
normalmente les suelen conocer como mínimo de vista y mantienen esos patrones
de culpa y de sentir vergüenza», reitera. Del «tengo vergüenza» al «me siento
culpable»de las víctimas. Esto es importante porque, añade, «intentamos que las
mujeres cada vez se sientan más libres y sean más capaces de denunciar, pero
seguimos encontrándonos con ese problema: es que tengo vergüenza, es que me
siento culpable, por qué fui, por qué estuve, por qué salí, por qué vine, por
qué le di confianza… Todo esto se sigue repitiendo».
La labor
de Cavasym, por ello, se centra en parte en trabajar mucho con las adolescentes
para conseguir que pierdan el miedo a denunciar y para «decirlo claramente
porque no es ninguna vergüenza. Ellas son las víctimas, no son las causantes de
la agresión y la culpa la tiene siempre el agresor». También insiste en que hay
que trabajar con los adolescentes para que sepan relacionarse con las mujeres y
entiendan que las relaciones afectivo-sexuales tienen que ser de otra manera,
«que no hay que utilizar la violencia ni agredir a las mujeres por la calle».
Descubrir la sexualidad a través del porno.
¿Por qué
crece la violencia sexual entre los adolescentes? «Es cierto que cada vez se
empieza a salir mucho primero, con 14 o 15 años, y a veces se generan
situaciones muy complejas entre esa gente tan joven que tampoco tiene muy claro
cómo se tienen que relacionar o qué puede estar bien o qué puede estar mal, por
decirlo de una manera suave. Y la gente tan joven puede pensar que lo sabe todo
y que lo conoce todo, pero todavía les falta mucho que aprender. Aún tienen
mucha inmadurez porque no han tenido experiencia de vida», considera Pereira.
En
Cavasym, de hecho, les preocupa tener la sensación de que los jóvenes descubren
la sexualidad, en muchos casos, a través de la pornografía y de imágenes
demasiado sexuadas de las mujeres. «Vemos que, de alguna manera, eso propicia
que haya este tipo de agresiones.
La
pornografía no son las relaciones sexuales normalizadas; es pornografía, es
película, es cine. Es preocupante esa forma de entender la sexualidad, de cómo
la viven e incluso de cómo la aprenden. Aprenden que la sexualidad tiene que
ser así y que tienen que practicar ese tipo de actos sexuales. Y en las
películas pornográficas muchas veces hay muchísima violencia contra las
mujeres. Pese a estar en el año 2018, si eso es lo que vendemos, si tenemos a
la mujer como un ser solamente sexuado y esa sexualidad de esa mujer puede ser
de todos, esa mentalidad todavía sigue existiendo».
La ley de
violencia de género no incluye la violencia sexual.
La violencia
sexual, al contrario que la violencia de género, no se trabaja demasiado en los
centros de enseñanza. «En España hemos conseguido tener una Ley Integral de
Violencia de Género buenísima, de las mejores del mundo. Sin embargo, las
agresiones sexuales quedaron fuera», apunta Pereira para explicar que los
talleres de concienciación sobre las agresiones sexuales queden prácticamente
fuera de la labor que se desarrolla en los centros educativos. «Se trabaja el
maltrato y el acoso, que también están sucediendo muy habitualmente entre
parejas muy jóvenes, pero se siguen manteniendo los mismos roles y los mismos
parámetros de comportamientos para hombres y mujeres», indica.
El acoso,
el abuso o las agresiones sexuales están perseguidos por el Código Penal, pero
a día de hoy no tienen los agravantes propios del delito de violencia de género
ni la protección especial que se contempla para las víctimas. En la ley, ni
siquiera aparece el delito de agresión sexual dentro del matrimonio. «La
violencia sexual, como no entra dentro de la Ley Integral de Violencia de
Género, es como la hermana pobre», considera Pereira, que recuerda que desde
Cavasym llevan años reivindicando que esta ley abarque también los casos de
violencia sexual. «Esta violencia tiene una connotación de género porque la
cometen los hombres ante las mujeres por el hecho de ser hombres. E incluso la
cometen contra niños por el hecho de que son hombres y tienen el poder.
Es
violencia de género exactamente igual que la otra», insiste. «De las asesinadas
por agresión sexual nadie se acuerda»En la actualidad, y con motivo del Pacto
de Estado contra la Violencia de Género, «ya se empieza a hablar, pero muy
tímidamente, de la violencia sexual». ¿Cuál es el problema para reconocer algo
de sentido común? «La violencia sexual es algo vergonzante. Si el maltrato es
vergonzante, la violencia sexual es mucho más vergonzante para las mujeres
porque todavía seguimos pensando muchas veces que tenemos culpa por salir, por
entrar, por ir, por venir, por acceder a tomar una copa, por darle a lo mejor
confianza al chico sin darnos cuenta de que era una agresor…», enumera de
nuevo. «Todo eso hace que la violencia sexual todavía se quede en un submundo»,
afirma.
Pone
ejemplos: «De las asesinadas por agresión sexual nadie se acuerda y existen
muchos casos de chicas desaparecidas, asesinadas que han sido violadas y que a
consecuencia de la violación son asesinadas». Otro obstáculo es que la
violencia sexual se suele quedar en el entorno privado por esa consideración
vergonzante que la sigue caracterizando. «Es verdad que afectan a la intimidad
de la víctima, pero mientras sigamos considerando que las agresiones sexuales
se tienen que quedar en el entorno privado nos será mucho más complejo dar
soluciones positivas. Y no pueden quedarse en el entorno privado porque son
delitos gravísimos que deben ser jugados y condenados y en los que quienes
deben de sentir vergüenza son los agresores y no las víctimas. Hemos avanzado,
pero todavía nos queda mucho por caminar para seguir convenciendo a las
mujeres», señala.
Etiquetas:
estadísticas,
violencia sexual
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