viernes, 7 de abril de 2017

El anticonceptivo masculino ya existe pero las farmacéuticas no quieren comprarlo

Han creado una inyección reversible, sin efectos secundarios y con un 98% de eficacia

A todas las cargas que soportan las mujeres, se suma la piedra de lo que sutilmente se llama planificación familiar. Es decir, cuando una pareja no desea que sus relaciones sexuales se traduzcan en un embarazo sorpresa, son ellas las que se implantan un DIU, llevan el anillo o comienzan a tomar la píldora, un anticonceptivo que puede trastornar el estado de ánimo por sus efectos secundarios.

Desde hace más de un siglo, la industria farmacéutica no ha investigado otra novedad dirigida a los hombres que no sea... el preservativo. Sin embargo, un ingeniero biomédico del Instituto Indio de Tecnología podría cambiar esa realidad para alcanzar una responsabilidad compartida.

Se trata de una 'inyección anticonceptiva masculina', conocida también como RISUG (Inhibidor Reversible y con Guía de Espema). Desde la década de 1970, el doctor Sujoy Guha la viene desarrollando y este año podría aprobarse en el país como método permanente de control de la natalidad.

La inyección consiste en un hidrogel no hormonal en el conducto que trasportan los espermatozoides en el escroto. Ese gel, que tiene un consistencia del chocolate fundido, actúa como un filtro permitiendo el paso del fluido pero no de los espermas. Con una dosis que tarda en actuar 15 minutos, el anticonceptivo dura 10 años con una eficacia del 98%.

Sería una maravilla por más motivos. Tras haberla probado en 540 hombres hace 13 años, no se ha observado efectos secundarios importantes y es reversible, si se quisiera tener hijos una segunda inyección se encarga de descomponer el gel. Para los ciudadanos de los países más pobres, el precio del tratamiento apenas sería de 10 dólares.

Con sorpresa -o no-, Guha resalta que ninguna gran farmacéutica ha querido invertir en el desarrollo del anticonceptivo masculino. Ante el desinterés, y para que llegara a otros lugares del mundo, el biomédico colaboró con la Fundación Parsemus, organización estadounidense de investigación dedica a "hallar soluciones de bajo coste ignoradas por la industria farmacéutica".

El freno podría encontrarse, como apuntó el ginecólogo Herjan Coelingh, en "el hecho de que las grandes empresas estén dirigidas por hombres blancos de mediana edad". "Si esas empresas estuvieran dirigidas por mujeres, sería totalmente diferente", concluyó.

Quizá este año, si se aprueba el método, sea el inicio de una revolución necesaria.


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