martes, 20 de octubre de 2015
¿Es útil la educación sexual de nuestros hijos en los centros educativos?
Si los embarazos no deseados no descienden, ni la
violencia de género... ¿Para qué sirve la educación sexual de nuestros hijos? ¿Dónde
se está dando el fallo?.
El Ayuntamiento de Sevilla, mediante el Servicio
Municipal de Salud ha decidido invertir 1.500 euros en la compra de 7.000 dosis
individuales de lubricantes anales y vaginales. A través de un programa de
educación sexual se pretende educar a los alumnos de enseñanzas secundarias a
disfrutar de sus relaciones eróticas. Afirman desde el Servicio de Bienestar
Social del Ayuntamiento que el cuerpo es la base de la sexualidad y que hay que
conocerlo, sentirlo y vivirlo. Según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad (MSSSI) en 2004 se practicaron en España 84.985 abortos —o
interrupciones voluntarias de embarazo como pomposamente dicen los posmodernos
trasnochados—, lo que corresponde a 8,94 por cada mil mujeres de entre 15 y 44
años. En 2013, fueron 108.690 abortos, es decir 11,74 por mil. Por tanto, muy
efectivo en este aspecto no es.
Si nos atenemos a datos de violencia de género,
siempre con las estadísticas del MSSSI, observamos que en 2012 fallecieron 52
mujeres y en 2014, 54. Por tanto, la tendencia de muertes ni siquiera
disminuye. Nuevo fracaso de la educación de nuestros jóvenes. No es cuestión de
pontificar por la campaña y el dispendio y decir que con el dinero de la campaña
se puede dar de comer a tantas familias. No caigamos en la demagogia. En
realidad no es mucho dinero. Lo grave es ¿qué enseñan en los institutos? Para
nuestros mandamases, la educación sexual de nuestros hijos se basa en la
penetración. Simple y llanamente. Permítanme decirles a los responsables de
educación que son unos incompetentes. Hasta los monos son capaces de tener
relaciones sexuales ¡y sin necesidad de ir a la escuela! A lo mejor no es
necesario enseñar a penetrar, sino explicarles el significado de la
responsabilidad, el compromiso, el respeto, el amor, y por supuesto, del
sacrificio. Palabras tabúes para ellos.
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