miércoles, 29 de octubre de 2014
El porno como educación sexual
Almudena no olvidará el impacto que sufrió el día que descubrió
que su hija de 15 años tenía el pubis totalmente depilado. “Me quedé
boquiabierta”, dice esta madre que no quiere dar su apellido. “Me pregunté '¿De
dónde ha podido sacar esta idea?'. Dice que lo hace por estética, pero yo creo
que lo ha sacado de la pornografía, el único sitio donde se ve como lo más
normal del mundo”. A Elena, su hija, no hacerlo le daría...
Almudena no olvidará el impacto que sufrió el día que descubrió
que su hija de 15 años tenía el pubis totalmente depilado. “Me quedé
boquiabierta”, dice esta madre que no quiere dar su apellido. “Me pregunté '¿De
dónde ha podido sacar esta idea?'. Dice que lo hace por estética, pero yo creo
que lo ha sacado de la pornografía, el único sitio donde se ve como lo más
normal del mundo”. A Elena, su hija, no hacerlo le daría vergüenza. “Ellos ven
raro que no estemos completamente depiladas”, cuenta ya a solas.
La educación sexual de los menores no vive un buen momento en
España. Al contrario que en muchos de nuestros países vecinos, aquí no figura
en el currículum escolar. Los expertos la califican de “desastrosa”. “Se deja
al criterio de los centros educativos, en muchas comunidades se necesita el
consentimiento paterno para que los menores la reciban y la puede impartir
cualquiera”, se duele Raquel Hurtado, de la Federación de Planificación
Familiar Estatal. A pesar de que cada vez más padres hablan de sexo con sus
hijos, la desconexión sigue siendo notable. Los menores tienen acceso a su
principal fuente de información sobre el asunto con un simple clic: más de la
mitad (el 53,5%) de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años ha visto
porno en Internet (el dato, de Protégeles, incluye a chicos y chicas). Entre
los 11 y los 12, el 4% reciben contenidos sexuales en sus móviles. Y, mal
digerido, el porno provoca nuevos comportamientos que los adultos no entienden.
“Nuestros cerebros aprenden”, empieza Juan Madrid, el médico del Centro Joven
del Ayuntamiento de Madrid. “Si tú te acostumbras a excitarte viendo
determinados vídeos luego condiciona tus preferencias”.
Lo cierto es que los adolescentes mantienen su primera relación
sexual a la misma edad media de los últimos años: los 17. Pero los que antes se
animan a dar el paso, cada vez son más numerosos. El porcentaje que ha tenido
su primera relación sexual antes de los 15 se ha más que duplicado entre 2004 y
2012 pasando del 5,2% al 12,3%, según el último informe de sexualidad del
Injuve.
“Si una chica no está integralmente depilada, me da asco”, dice
un joven.
Las adolescentes están acostumbradas a que chicos mayores que
ellas las animen a mantener relaciones antes de que les brote el deseo.
Patricia es una de ellas. A sus 17 años, esta alumna de un centro privado madrileño
perdió la virginidad hace unos meses porque su pareja de entonces le dijo “si
no lo hacemos lo vamos a tener que dejar”. “Al final di el paso y ahora que ya
no estamos juntos me arrepiento”. A ejemplos como este se refiere Hurtado
cuando dice que no le preocupa que los adolescentes tengan relaciones pronto,
“si estas son decididas y lo hacen porque les apetece, y no porque hay gente en
mi grupo diciendo que lo haga ya”.
Noemí Sánchez es educadora sexual en institutos de Alcalá de
Henares (Madrid). “Los chicos ven porno y deducen que su vida sexual va a ser
muy parecida”, dice. Ella tiene en cuenta que las nuevas tecnologías, ahora
masivas, están plenamente integradas en sus vidas. El 16 de octubre, 35 alumnos
de 12 y 13 años del concertado Nuestra Señora de Los Ángeles, en Villaverde
(Madrid) escuchan a dos policías del grupo de Participación Ciudadana de la
comunidad que les dan una clase de prevención en la que les advierten del
peligro de entablar conversación con desconocidos a través de la Red o de
compartir imágenes subidas de tono. Un agente les pregunta si utilizan
Whatsapp. Levanta la mano toda la clase menos tres chicos. “¿Y sabéis a partir
de qué edad es legal disponer de esta aplicación?”, pregunta de nuevo. Los
adolescentes se encogen de hombros. “Los 16 años”. Y recibe como respuesta un
montón de rostros sorprendidos.
Al este de Madrid, en Coslada, chicas y chicos de entre 17 y 19
años charla en dos bancos enfrentados. Hablan de un vídeo que ha visto todo el
alumnado del centro público en el que estudian: “Una chica se grabó tocándose y
luego se lo mandó a su novio. Cuando se pelearon, él se lo reenvió a varias
personas hasta que lo vio todo el instituto”. La joven se ha cambiado de
instituto pero sigue viviendo en el barrio. La consideran “una guarra y una
cerda”. “¿Y qué pensáis del chico que difundió las imágenes?”. Silencio
sepulcral.
El 53,5% de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años ha
visto porno en Internet. Entre los 11 y los 12, el 4,1% recibe contenidos
sexuales en el móvil.
El porcentaje que ha tenido su primera relación sexual antes de
los 15 se duplicó entre 2004 y 2012: pasó del 5,2% al 12,3%.
En 2012 aumentó un 30% el número de procesos judiciales por
violencia machista en adolescentes en España: pasó de 473 a 632. En 2013, se
redujo la cifra: 327.
El machismo que condena a la mujer atrevida frente al hombre va
a más en los adolescentes. “La mujer se ve como un elemento de posesión del
hombre y el poder de controlar que nos dan las nuevas tecnologías se usa cada
vez más”, dice Madrid. Un estudio del Ministerio de Sanidad sobre la evolución
de conductas violentas y patrones sexistas entre menores concluía que el
porcentaje de chicas que reconocía haber sufrido insultos subió del 14% al 23%
entre 2010 y 2013. Por esas fechas una encuesta de la Comunidad de Madrid
desveló que al 5,3% de las adolescentes de entre 14 y 16 años “el chico con el
que salían le había impuesto conductas de tipo sexual” que ella rechazaba.
Tres adolescentes —alumnas de un centro público madrileño—
confirman que reciben comentarios machistas: “Nos lo sueltan en plan bromita:
'Vete a fregar. Y luego, si ya somos pareja, pueden decirte: 'Eres solo mía'.
'No hables con otros chicos'...”. Varios educadores sexuales se confiesan
escandalizados por la aceptación que hay entre los menores hacia los celos.
“Sus patrones de pareja son muy chapados a la antigua, el chico se entiende que
es superior y muy posesivo”, dice Sánchez. “Ellos intentan controlar como
visten y ellas los justifican”. Sánchez culpa en parte a los modelos que
reciben desde fuera en canciones, películas y televisión.
Depilarse integralmente el pubis se ha puesto de moda entre las
adolescentes (y también entre algunas adultas). “Los directores de nuestros
centros de belleza lo confirman”, dice Juan Carlos Lorenzo, de la cadena Aires.
“Lo hago por estética” es la respuesta más habitual de las menores. Aunque
también dan otras: “Lo hago por si ligo”, dice una chica de 16 años. “Yo por
higiene”, dice una joven de 17 que se está haciendo la zona con láser gracias a
650 euros que sus padres le regalaron para el tratamiento. “¿Y duele?”,
pregunta una amiga. “Un poco. Quema”. Álvaro, de 18 años, sostiene que la
exigencia va en ambos sentidos: “¡Yo cada tres días me afeito mis partes porque
ellas también lo demandan!”, dice. “Si me topo con una que no está
integralmente depilada, me da asco”. Isabel Serrano, ginecóloga, no está segura
de que el porno haya impuesto esta moda; ella ve otro motivo de preocupación:
“Yo lo ubico en el modelo estético actual de gustar al otro, lo que incluye
gustarle desde los genitales. 'Si le gusto más, no se irá con otras”.
“Ser 'guay' cada vez se vincula más a ser agresivo con ellas”,
reza un informe.
En 2012, la Comunidad de Madrid encargó un informe sobre la
violencia hacia las adolescentes. “Queríamos entender qué estaba pasando en
edades tempranas”, dice Marisa Pires, de Acciones de Salud contra la violencia
de género. “Todos los jóvenes creen en la igualdad de sexos”, reza el informe;
“pero la forma en que se desenvuelven sus afectos no demuestra que la igualdad
presida habitualmente sus relaciones mutuas. La violencia de pareja hacia las
mujeres se cuela por la afectividad y no por la ideología”.
Es habitual que los adolescentes sufran (y emitan) agresiones
verbales imponiendo modelos femeninos y masculinos que han interiorizado desde
la infancia. “La agresión de género se está empezando a poner de moda en
determinados ambientes”, dice el informe. “Ser 'guay' cada vez está más
vinculado a ser agresivo con ellas”. Al autor del estudio, el sociólogo Luis
Seoane, le preocupa que los adultos estemos dejando que la educación sexual de
los menores evolucione sola y sin control. “Impera una gran hipocresía”,
explica Serrano. “Estudiamos la violencia, pero luego no somos consecuentes con
nuestros informes. El Gobierno cree, equivocadamente, que impartir educación
sexual hará que aumente el sexo entre adolescentes, cuando es al revés: con una
buena educación en la materia son más capaces de decir no”.
Etiquetas:
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