viernes, 11 de septiembre de 2015
A la viagra se le atraganta el rosa
La aprobación en estados unidos de la comercialización de la
conocida como viagra femenina ha abierto el debate sobre cómo se ha abordado
desde la industria farmacéutica la falta de deseo del sexo femenino. Los
expertos alaban que se haya dado un paso a favor del colectivo femenino, pero
cuestionan el «cómo».
Estados Unidos será, a partir del próximo mes, el campo de
pruebas de la flibanserina, que se comercializará, suponiendo un hito en este
campo, para el tratamiento del
trastorno por deseo sexual hipoactivo en mujeres premenopáusicas bajo el nombre
comercial de Addyi.
Dicho así y
con el visto bueno de las autoridades sanitarias del gigante americano, cuya
industria farmacológica está considerada como uno de los más grandes lobbies en
ese país, cabría esperar una campaña de promoción similar a la que tuvieron en
su día las pastillas contra la disfunción eréctil. Sin embargo, la conocida
como viagra rosa o femenina está en el foco de la polémica por sus múltiples
efectos secundarios.
Este medicamento, que centra su acción sobre los receptores del
neurotransmisor serotonina, es similar a muchos antidepresivos, según reconoce
la doctora Ana Pereda Ríos, adscrita al Servicio de Ginecología del Hospital A
Coruña, quien destaca que la aprobación del fármaco fue rechazada por la FDA,
la agencia del Gobierno de los Estados Unidos responsable de la regulación de
alimentos y medicamentos, en dos ocasiones. En los años 2009 y 2013 no logró el
visto bueno para su comercialización por su dudosa efectividad frente a
placebo, ya que aumenta únicamente en 0,5 el número de encuentros sexuales al
mes respecto al grupo tratado con placebo, y por sus efectos secundarios, entre
los que cita somnolencia, hipotensión, síncope e interacción con alcohol y
otros medicamentos como los anticonceptivos orales.
«En EE.UU. la mayor parte de los medicamentos son sin receta y
sin prescripción médica y este va a ser un medicamento que se va a vender en
determinadas farmacias con autorización y siempre bajo prescripción. No deja de
ser un psicofármaco, no peligroso, pero sí que hay que manejar con cuidado»,
comenta esta ginecóloga del Chuac.
Poca eficacia
«Se le echó para atrás por dos motivos, por la poca eficacia que
demostró en los estudios y porque el perfil riesgo beneficio no era aceptable»,
explica esta especialista, que vincula su aprobación por la FDA a la elevada
presión social realizada por grupos como Even the score, reclamando el acceso
de la mujer a tratamientos para la disfunción sexual, ya que actualmente existe
un total de 26 aprobados para los varones.
«Este grupo consideraba que las mujeres en ese aspecto estaban
discriminadas respecto a los hombres», apunta como uno de los principales
motivos que ha pesado, en una sociedad como la americana que tiene en la no
discriminación una de sus principales batallas, para que finalmente el Addyi
llegue a recetarse.
Pereda Ríos explica que «la sexualidad en la mujer (a diferencia
de la del varón en la que los problemas pasan más por un tema de falta de
potencia sexual más que falta de deseo) se define por una interacción de
múltiples factores: hormonales, bioquímicos cerebrales, culturales y de
relación con su pareja, por lo que aunque esta nueva medicación suponga un paso
adelante en el abordaje del deseo sexual hipoactivo femenino, posiblemente la
reducción de la causa del problema a únicamente el bioquímico, sea demasiado
simplista requiriéndose un tratamiento multidisciplinario».
Antidepresivo
Pereda Ríos remarca que el Addyi es una medicación que no actúa
en el aspecto físico, sino en el sistema nervioso, mediante un mecanismo
similar a los antidepresivos. «Para los varones, la viagra sí va contra la base
del problema del varón que es la falta de erección y el medicamento la produce,
en las mujeres se ha abordado desde el aspecto psicofarmacológico, que es un
campo más complicado», apunta y sostiene que «con un fármaco similar a un antidepresivo
no abordamos toda la conflictiva del deseo hipoactivo en la mujer».
«Si en los varones lo que hace [la viagra] es dilatar los vasos
del cuerpo cavernoso para permitir que se llenen de sangre y que el pene tenga
una erección, que es un mecanismo puramente físico, a nivel de la mujer no hay
ningún medicamento, por ejemplo, que favorezca la dilatación del clítoris»,
puntualiza esta ginecóloga y destaca que la conocida como viagra femenina
partió de un estudio para pacientes con depresión, que no fue efectivo, pero
una de las preguntas que se les hacía a quien participó era si aumentaba su
deseo sexual y todos los encuestados decían que parecía que mejoraban su
apetito sexual tomando la flibanserina.
Sin embargo, reconoce que los estudios sobre este fármaco no son
alentadores, ya que no se ha demostrado una mejoría significativa frente a las
personas que no toman nada contra las situaciones de falta de deseo sexual.
«Que es un paso sí, pero que tenemos que dar muchos más pasos en ese camino,
también», puntualiza esta especialista del Hospital A Coruña.
Psiquiatría
En estos momentos y sin pastillas que se puedan recetar para
aumentar la libido de las mujeres premenopáusicas, esta patología, tal como
resalta Pereda Ríos, se aborda como «un trastorno psiquiátrico, que viene
definido así en la guía de enfermedades que siguen los psiquiatras», pero
matiza que se realiza con el hándicap de que el «diagnóstico es totalmente
subjetivo, mediante una escala de preguntas que se hace a las mujeres, por lo
que no está calculada bien la incidencia del problema».
«Los ginecólogos no llevamos consulta de sexología, en Europa
está atendido por psicólogos y psiquiatras y en el nivel que yo me muevo no es
una consulta frecuente. Pocas mujeres acuden a la consulta con el síntoma de
deseo sexual hipoactivo. Nosotros lo que vemos sobre todo es patología ovárica,
una alteración sistema genital y el TDSH es más del terreno psicológico»,
remarca Pereda Ríos a la hora de hablar de la incidencia de esta patología.
En este sentido, indica que el abordaje a quien lo padece suele
pasar por terapia psicológica y muchas veces terapias de pareja, por
situaciones conflictivas. «Esta medicación se debe de usar en pacientes en los
que el trastorno no se deba ni a una patología psiquiátrica o a toma
concomitante de ciertos fármacos, que no tengan otras enfermedades que puedan
justificar este trastorno, realmente el ámbito de aplicación es pequeño, pero
no está calculado, según los estudios que he podido leer en EE.UU., porque en
Europa no hay ninguno al no estar aprobado», comenta esta especialista, que
estima que «en Europa creo que vamos a tardar en tener esa medicación aprobada
y esperemos que dentro de unos años tengamos algo más efectivo y más seguro».
Prudencia
También se ha pronunciado pidiendo prudencia con respecto a este
nuevo medicamento el psiquiatra y académico Luis Ferrer i Balsebre, quien
indicó que «es normal que se abran expectativas, pero conviene tener sentido
común». Coincide con Pereira Ríos en que «la viagra femenina se presenta como
algo homólogo a la masculina, cuando no tienen nada que ver».
En este sentido, puntualizó que si bien «la pastilla azul
masculina ha prolongado la actividad sexual del varón sin otro límite que
alguna patología concomitante, pero lo hace subsanando una simple cuestión
mecánica. La mal llamada viagra femenina o pastilla rosa pretende estimular el
deseo, cuando este es un asunto que tiene que ver tanto con cuestiones
orgánicas como mentales».
Por ello remarca con un símil que «podemos hacer que el coche
ande más rectificando el motor, pero el cuándo, el hacia dónde o el con quién
es una cuestión del conductor, no de la mecánica» y alerta, en uno de sus
artículos, contra lo que denomina como «expectativas rosas», porque, advierte,
«no son inocuas».
El hecho de que el Addyi no vaya a comercializarse, al menos de inmediato, en Europa permitirá
comprobar en las pacientes norteamericanas si el fármaco cumple las
expectativas para tratar la caída del deseo sexual o si, como opinan muchos de
sus detractores, se trata más de una campaña de márketing farmacéutico.
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