lunes, 1 de diciembre de 2014

Unas 45.000 personas en España no saben que tienen VIH, hazte la prueba para salir de dudas

"En mi grupo nadie se la ha hecho, al menos que yo sepa"; "no estoy nerviosa, lo hago por asegurarme"; "pasaba por aquí y al verlo he dicho: 'Voy a hacérmela".

Los estudiantes de la facultad de Trabajo Social de la Universidad Complutense de Madrid, en el campus de Somosaguas, llevan varios días pasando junto a la unidad móvil de la Cruz Roja con el mensaje "Prueba rápida de VIH" y su mensaje, aunque poco a poco, va calando: ante el virus del SIDA lo prioritario es el diagnóstico precoz. Es también principal que los profesionales quieren transmitir este domingo, cuando se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Sida.

Una diagnosis rápida de la enfermedad es fundamental por dos aspectos. El primero, y más importante, porque el enfermo comienza el tratamiento antes de desarrollar el síndrome u otras enfermedades oportunistas. Y en segundo lugar, la persona afectada, al ser responsable sobre su afección, pone freno a la transmisión, según explica a El Huffington Post Jorge Garrido, director de la asociación Apoyo Positivo.

"El 75% de los nuevos casos se producen por infecciones a través de gente que no sabe que tiene el virus", explica Garrido. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, entre 130.000 y 160.000 personas viven con infección por el VIH en España. De ellas, un 30% no lo saben (unas 45.000).

SIN DUDAS EN 20 MINUTOS

La prueba rápida, que tarda unos 20 minutos escasos, se puede realizar en estas unidades móviles (en el teléfono 900 111 000 informan del lugar donde va a estar cada día en tú ciudad), pero existen otros sitios.

En Madrid hay ocho centros de salud que cuentan con un equipo médico preparado "para tratar estos temas", explica la Inma Ramírez, enfermera de Cruz Roja. Mucha gente se queja del trato recibido por parte de sanitarios de atención primaria cuando pide que se le realice una analítica de enfermedades de transmisión sexual. "Te dicen que tienes que haber tenido una práctica de riesgo, por ejemplo", añade, lo que para muchos se convierte en una buena excusa para no hacerse la prueba.

Alba, una estudiante universitaria que se acerca al vehículo aparcado frente a Trabajo Social, cuenta su experiencia: "Me hice la prueba con mi novio cuando decidimos dejar de usar preservativo, y cuando fui a la ginecóloga me preguntó asustada que por qué me la había hecho. Yo creo que fue la primera vez que se encontraba con algo así".

Es la cara más peligrosa del VIH, lo alejada que mucha gente cree que está de esta enfermedad.

A pesar de que el 85% de los nuevos diagnósticos son de hombres que mantienen relaciones con hombres, Jorge Garrido muestra su preocupación sobre aquellos que no saben que están infectados. "Dentro del colectivo se hacen más pruebas, lo que también hace que haya más positivos", explica, aunque duda de lo que pasaría si todos los que tienen el virus lo supieran. Quizás las cifras cambiarían.

Para el director de la asociación, la principal causa del rechazo de la gente a hacerse la prueba es el estigma social que conlleva esta enfermedad. "Seguimos pensando en el VIH como un problema de drogadictos, prostitutas y, bueno, homosexuales", se lamenta y añade: "Lo peor es partir de la base de que a ti no te va a tocar".

NO SÓLO UNA ENFERMEDAD DE GAYS

El colectivo homosexual, probablemente por haber sido señalado con el dedo como uno de los principales propagadores -el sexo anal es la práctica sexual de mayor riesgo a la hora de transmitir VIH- es uno de los más comprometidos. De hecho son los que más pruebas se realizan. "Ya ves, como si los heteros no lo practicaran...", insiste Garrido.

Guillermo tiene 32 años, le diagnosticaron VIH hace siete. "No me tuve que hacer la prueba, simplemente enfermé y me lo detectaron", cuenta, aunque reconoce que antes de enfermar solía hacerse la prueba con cierta regularidad. "Como un año antes del diagnóstico me hice la última", añade.

Es gay y consciente de que "el VIH nos alcanza a todos", pero lo que ha calado en él y en gran parte del colectivo es que "no todos somos igual de vulnerables", de ahí su compromiso al hacerse análisis de vez en cuando.

Gracias a su tratamiento -con el que la carga vírica en su cuerpo es casi indetectable- Guillermo lleva una vida casi normal. Su principal problema no es otro que el estigma social que existe en torno a esta afección que lleva 32 años en España y sigue sin cura. "Nadie quiere tener una relación con alguien con VIH", ejemplifica.

Este estigma es una de las razones que empuja a Inma Ramírez y su compañera Rosa María Iglesias a salir todos los días a las calles de Madrid montadas en su furgoneta de Cruz Roja para informar y, al que lo desee, realizarle la prueba. "Hace falta una mayor concienciación. Por eso nos acercamos a las plazas, para mostrar que todos estamos expuestos", defiende Ramírez con un reproche final: "Los heteros a veces piensan que el tema no va con ellos".


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