lunes, 1 de diciembre de 2014
Una ‘pastilla del día de antes’ contra el SIDA
El uso de medicamentos antirretrovirales como prevención ante el
virus se extiende en EE UU, donde se debate su uso. Ese interés llega a España.
Suena una alerta en el móvil. Es de un camello. Una foto y un
mensaje: “Mira, estas son”. En la imagen, un bote de pastillas con el nombre de
Truvada. Este medicamento, una combinación de antirretrovirales utilizada para
tratar el VIH, también empieza a usarse como prevención ante el virus ya que
reduce las posibilidades de infección en un 92%, según el Departamento de Salud
de Nueva York. El asunto está en pleno debate. Utilizada ya como pastilla del día
después en caso de haber tenido un contacto de riesgo (un mes de tratamiento),
en Estados Unidos se está extendiendo su uso como píldora del día de antes. “Así
no tienes que preocuparte si tienes sexo sin preservativo”, opina David
Arrizon, enfermero en San Francisco y bajo tratamiento. Allí, algunos seguros médicos
incluyen la Truvada en su oferta de servicios al cliente. Sin embargo, ya han
surgido voces que alertan del uso frívolo de un medicamento que tiene efectos
secundarios y que no previene del contagio de otro tipo de enfermedades de
transmisión sexual.
En España el Ministerio de Sanidad calcula que hay entre 130.000
y 160.000 personas con VIH. Alrededor de un tercio de estos infectados lo
desconoce. Este antirretroviral se usa para su tratamiento por lo que es
imposible conseguirlo si no es por prescripción médica. Aunque su tráfico es
residual, su nombre empieza a resultar familiar en algunos círculos,
principalmente gais. Ya hay quien empieza a interesarse por la Truvada. “¿Cuántas
quieres?”, pregunta el camello al otro lado del teléfono. Tras varias semanas
intentando comprar en Madrid estas pastillas de color azul, una persona en una
red de contactos sexuales dice que las tiene. “Pero hay que tomarlas con
cuidado”, advierte el propio camello.
Los antirretrovirales pueden producir alguna reacción adversa en
función del paciente. “Al principio tuve sensación de hinchazón, pero luego se
me pasó”, explica Arrizon, que lleva más de dos meses tomando la pastilla. Además,
cada tres meses se hace pruebas de riñón, la eliminación del medicamento se
realiza por vía renal, así como tests para controlar que no tiene ninguna
enfermedad de transmisión sexual. Tres razones le motivan para consumirla: “no
siempre uso condón; saber que esta pastilla reduce las posibilidades de que me
infecte de VIH me relaja y, además, últimamente me cito con un chico que es
positivo”. Algunos llaman despectivamente a estos usuarios truvada whores (en
inglés, putas de la Truvada) porque su uso está relacionado únicamente con la
práctica de sexo.
El camello finalmente cita al comprador en una esquina del
barrio de Chueca. “Tienes que tomarte una diaria, tres días antes del encuentro
o la orgía en la que quieras participar”, explica. Vende cada pastilla por 20
euros y reconoce tener un par de clientes más. “Se las he pasado a unos
chavalitos jóvenes a los que les gusta practicar sexo sin condón”. Según las
cifras sobre la incidencia del VIH en España en 2013, el sexo entre hombres sin
protección representa más de la mitad de los casos de contagio (51%). Hace
cinco años la proporción era unos 10 puntos inferior.
La Truvada solo se receta en España si ha habido riesgo de
contagio tras una relación sexual de riesgo o un accidente sanitario. “La
profilaxis preexposición se reserva exclusivamente a parejas en las que uno de
los miembros está infectado”, explica una enfermera de un centro público
especializado en enfermedades de transmisión sexual. La subdirectora general de
Promoción de la Salud, Elena Andradas, dijo ayer que el Ministerio de Sanidad
no planea extender este uso.
El tratamiento con Truvada cuesta unos 6.000 euros al año. No
hay opción de conseguirla fuera de un hospital. De ahí, el emergente mercado
negro. “El primer día te dejan un poco hecho polvo”, avisa el suministrador de
la pastilla tomando una cerveza en un bar del barrio gay de la capital. “Pruébala
y si no te sienta mal, me pides más”, continúa. En cualquier caso, los expertos
advierten que para que sea eficaz y proteja del contagio, hay que seguir un
tratamiento médico pautado. Antes de acabar su cerveza y pasar la pastilla, el
camello da un último consejo: “Si quieres tener sexo sin condón échate un
novio. Si no, protégete. Esto es un medicamento fuerte”.
Etiquetas:
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