martes, 9 de julio de 2013

Atender a los 'sin papeles' con VIH por la puerta de atrás


Alpha Pam, el inmigrante fallecido el pasado abril en Baleares por falta de asistencia médica, no es un caso aislado. Como él, muchas personas en situación irregular en nuestro país dependen de la voluntad de un médico, de una práctica fuera de la ley o de la política que se haya decidido aplicar en la comunidad donde resida. Y ni siquiera eso. En lugares como Madrid, Canarias o Castilla-La Mancha, cada centro es un mundo y recibir medicación para el VIH depende, en el mejor de los casos, de una burocracia que hace perder tiempo y eficacia al médico y que desincentiva al paciente. En algunos casos, y debido al decreto sanitario de abril de 2012, los enfermos viven situaciones similares a las que ocurrían en los años ochenta en este país, cuando un diagnóstico se equiparaba a una muerte segura.

"Las dificultades administrativas son muy grandes. Se ha acabado el Sistema Nacional de Salud", así de contundente se muestra Federico Pulido, médico adjunto de la Unidad de VIH del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Y lo dice desde la experiencia vivida a lo largo de estos ocho meses tras la entrada en vigor del Real Decreto. Aunque en su hospital las personas seropositivas que ya estaban recibiendo tratamiento se siguen atendiendo, "los nuevos diagnósticos lo tienen muy difícil. Es muy aleatorio, porque a veces les hacen los papeles y otras veces no. Como los pacientes nos llegan derivados desde atención primaria, si allí no les quieren ver, no hay forma de derivarlos al hospital".

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