Cada año se producen entre 2.500 y 3.500 nuevas infecciones y mueren alrededor de 1.600 personas con el VIH como causa principal.
Por eso, las personas que son diagnosticadas tardíamente de su infección por VIH no pueden aprovechar muchas de las ventajas que la terapia antirretroviral proporciona, y el desconocimiento de su estado de infectado puede conllevar, desde el punto de vista preventivo, un mayor riesgo de transmisión del virus.
Por tanto, las iniciativas orientadas a promover un diagnóstico precoz constituyen uno de los ámbitos más eficientes de control de la transmisión de la infección.
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