miércoles, 5 de septiembre de 2018

Adolescentes: ¿Están preparados para su primera vez?

La primera relación sexual de los adolescentes tiene lugar cada vez más pronto, pero sigue rodeada de ignorancia, mitos y malentendidos. El porno deforma sus expectativas, por lo que llegan desinformados, ansiosos y con poca ternura.
El dolor y la penetración: es lo que más preocupa a chicos y chicas ante su primera relación sexual. "Así es difícil entender que el placer no tiene nada que ver con eso", comenta Raquel Hurtado, responsable del Área de Intervención Social de la Federación de Planificación Familiar de Madrid, que atiende consultas de jóvenes menores de 29 años de toda España. Así que el tiempo pasa, pero hay mitos o preocupaciones que permanecen invariables entre generaciones, porque en la era de Internet, el flujo de información es constante y masivo, pero sigue sin ser el adecuado.
"Hoy, los jóvenes tienen más acceso a la información sexual, a través de las redes sociales principalmente, pero no es fidedigna, y llegan a su primera relación con presiones afectivas y psicológicas parecidas a las de hace unos años", explica por su parte Mónica Poblador, psicóloga experta en sexualidad del Gabinete Álava Reyes, de Madrid. "Ambos sexos ponen mucho más peso en la imagen corporal y en el "cumplimiento" sexual que en la naturalidad, la comunicación, la complicidad y la experimentación. Los estereotipos y mitos sexuales se siguen manteniendo". Y también los riesgos: según el Barómetro del ProyectoScopio, del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, casi la mitad de los chicos y chicas encuestados (1.200 entre 15 y 29 años) dice haber tenido relaciones sexuales sin preservativo; y el 26% afirma hacerlo siempre o casi siempre.
Sexo, mentiras y píxeles
Por otro lado, según Hurtado, "los jóvenes también siguen valorando mucho la sexualidad en sí, no solo en lo que se refiere a la preocupación por su salud o por su rendimiento, sino también porque quieren vivirla de la forma más positiva posible. Les preocupan cuestiones que tienen que ver con su autoestima, con sus relaciones y qué pueden hacer para que su primera vez sea lo mejor posible". Les interesa, en definitiva, desarrollar las habilidades sociales necesarias. Pero no les resulta fácil aprenderlas en el sitio correcto. "Los chavales toman nota de lo que les dicen sus amigos y carecen de habilidades para desenvolverse", explica Raquel. Y a los 16 años y medio –la edad media de la primera relación sexual en España, según datos de 2017– no es fácil adquirir esas habilidades a la hora de relacionarse, y menos en el sexo. Y la escuela no cubre ese vacío".
En esa falta de información, entra lo que hace unos años era impensable: un consumo, que puede llegar a ser masivo, de pornografía, que acaba imponiendo unos modelos en ocasiones llenos de violencia, que no tienen que ver con lo real.
"Con la pornografía, la gente joven entiende que hay una forma concreta de tener relaciones, con papeles muy rígidos para hombres y mujeres, con un ideal de belleza determinado y con prácticas concretas. Pero, desgraciadamente, ellos no suelen tener medios para diferenciar entre la ficción de la pornografía y la vida real", explica Hurtado. En un mundo donde el consumo de pornografía bate récords –en 2017 hubo 28.500 millones de visitas a Pornhub y se consumieron lo equivalente en videos a 68 años de vida sin interrupciones, según la revista Forbes–, los jóvenes no se quedan al margen, al revés, son consumidores llenos de expectativas: el 85,9% de chicos y chicas ha consumido alguna vez cibersexo, a partir de los 12 años, según un estudio publicado en la revista INfad de Psicología.
Un peligro derivado del consumo de porno en Internet son los contactos que allí se generan, voluntaria o involuntariamente. "El hecho de poder acceder a contactos sexuales sin revelar tu identidad real, desde tu propia casa, sin correr riesgos de infecciones de transmisión sexual o embarazos no deseados, de forma fácil y con bajo coste ha hecho que este tipo de relaciones sexuales se hayan extendido en los últimos años –explica la psicóloga Mónica Poblador–. Todo ellos contribuye a que los jóvenes se hagan una idea irreal y encorsetada de lo que es el sexo, y no salgan a la calle a ligar en actividades sociales, deportivas, culturales o en las cafeterías de las facultades, porque dichos contactos requieren "más esfuerzo" y no aportan tanto placer inmediato".
Otras ideas erróneas que fomenta la pornografía es que sexo y afecto van por separado, que las chicas han de responder siempre a los deseos de ellos, o que el sexo con violencia puede ser placentero.
"Nosotros percibimos que, por la pornografía, pero también las películas estereotipadas y los tópicos de las redes sociales, la gente joven se forma en su cabeza una manera estereotipada de tener relaciones y quieren hacerlo como siguiendo unas reglas, y eso preocupa más que el propio deseo o el placer –continúa Hurtado–. Genera en ellos la idea de que hay una forma correcta y otra incorrecta de disfrutar o de tener orgasmos, por ejemplo". Encuentran en ella lo que necesitan: un manual de uso. Salvo que es un manual viciado.
Muy preocupante es el aumento, en los últimos años, de las actitudes machistas. Las chicas sienten cierta inseguridad ante la dificultad para decir no frente a relaciones sexuales no deseadas o planeadas. Y hay más chicos y chicas que piensan que los celos o el control son una muestra de amor. Canciones, películas, novelas y series ofrecen un modelo de romanticismo que impide la independencia del otro y refuerzan esta idea.
De hecho, según los estudios, la mayoría de los jóvenes tienen muchas dificultades para percibir el sexismo en la publicidad, por ejemplo. Una tesis doctoral publicada en la Universidad del País Vasco advierte de que solo un 34% de los jóvenes que participaron en el estudio se mostró capaz de hacerlo. "El sexo tiene que ver con la autoestima y con el respeto al otro y eso hay que entrenarlo y trabajarlo con la educación, no es suficiente con hacer un folleto", dice Raquel Hurtado. También están aumentando los problemas de pareja entre los más jóvenes, con disputas que terminan en conductas agresivas por parte de ambos, debido a los celos o por el uso de las redes.
Quizá, lo primero que deberían aprender es que no hay una sola primera vez, sino que hay muchas: el primer beso, la primera caricia, la primera sensación de deseo. Y que eso lleva a la relación sexual, que es una parte más. Algo llamativo, por ejemplo, es que suele haber mucha diferencia entre la edad de la primera relación con penetración y la siguiente relación. "Es como si la primera relación se produjera por presión del entorno o del grupo y la siguiente vez ya fuera parte del deseo voluntario", dice Raquel Hurtado.
La teoría no basta
El temor al embarazo y, en menor medida, al contagio del VIH, sigue siendo un clásico de la sexualidad adolescente, según explica Raquel Hurtado, responsable del Área de Intervención Social de la Federación de Planificación Familiar de Madrid. "Muchos chicos saben que hay que usar preservativo, pero no basta con saberlo, porque no saben cómo proponérselo a la pareja y cómo introducirlo en el juego sexual, sin resultar un aguafiestas. Esto es lo que necesitan muchos jóvenes: habilidades sociales en sus relaciones sexuales. Eso que da la educación sexual y que debería ser parte del currículum escolar".
Como la educación sexual no está incluida entre las materias escolares en España, la Federación trabaja directamente con los jóvenes a través de Talleres de Educación Sexual que convocan algunos centros escolares, ayuntamientos o asociaciones juveniles. También da información y atiende consultas en cuatro centros –Madrid, Albacete, La Coruña y Barcelona–, de personas menores de 29 años, por teléfono, on line o en consulta. Atienden, al año, a unos 10.000 jóvenes de toda España. Uno de los temas que se trabajan más en los talleres es el de la diferencia entre la vida real y la pornografía. "Tenemos casos, a menudo, de chicos y chicas que no saben cómo se llaman los genitales de la chica, pero sí conocen una práctica sexual que han visto en una página pornográfica", explica Raquel Hurtado. Los grupos suelen empezar con un juego en el que cada participante se presenta y dice una palabra relacionada con la sexualidad que empiece con la inicial de su nombre. "Más del 30% menciona conceptos que tienen que ver con la pornografía, con prácticas o posturas", dice.

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