lunes, 23 de abril de 2018

No dejes que el porno en la red eduque a tus hijos en el sexo

En un país como España, en la que la educación sexual no es tan usual como debería, ni en las escuelas ni en muchas familias, pero sí hay acceso universal a los contenidos de Internet, la pornografía se está convirtiendo en el primer punto de contacto de niños y adolescentes con el sexo.
La educación en una sexualidad sana y responsable, impartida por personas de confianza, tiene una presencia casi anecdótica para niños y adolescentes en España. Sin embargo, y al mismo tiempo, información y contenidos sexuales de todo tipo están disponibles a cualquier hora y lugar a través de dispositivos móviles conectados a Internet.
En los tubes, agregadores de contenido pornográfico gratuito, se pueden encontrar vídeos amateurs, tráileres de producciones pornográficas, y contenidos pirateados; también materiales malintencionados, como escenas de abusos sexuales, dominación o publicaciones realizadas sin el consentimiento de sus protagonistas. Y todo ello también al alcance de los menores.
Según PornHub, segunda página porno más visitada, España es el décimo país que más tráfico generó a nivel mundial.
Según PornHub, segunda página porno más visitada desde España, nuestro país fue el décimo país que más tráfico generó a nivel mundial, con más de 14 millones de visitantes en 2013. Por pura estadística, podemos asumir que al menos parte de estos consumidores son adolescentes, e incluso preadolescentes.
Iniciativas como Por un uso Love de la Tecnología de Orange pretenden concienciar sobre la importancia de una utilización segura y responsable de los dispositivos móviles y las nuevas tecnologías y generar un debate en las familias, y en la sociedad general, sobre los riesgos que un abuso o mal uso puede causar. Entre los temas que se abordan, el más reciente es precisamente la necesidad de que el libre acceso de los contenidos pornográficos en Internet no suponga un peligro para los menores.
El porno como “tutorial”
“Si bien es cierto que algunas personas se encuentran casualmente con este contenido, la mayor parte de la población joven accede de forma voluntaria a las páginas de pornografía”, asegura Raquel Hurtado, psicóloga, sexóloga, y coordinadora del área de atención a jóvenes de la Federación de Planificación Familiar Estatal. Esta experta explica que los menores pueden sentir curiosidad por algo que han escuchado en clase o en su grupo de amigos, normalmente prácticas concretas, palabras que les hayan podido llamar la atención, y lo buscan a propósito para aprender cómo se hace o incluso para excitarse.
Lo que encuentran es “un modelo muy concreto de erotismo que nada tiene que ver con la realidad”, en palabras de Hurtado. Y lo peor es que no siempre son capaces de entender la diferencia, ya que carecen de herramientas para ello y terminan asimilando como estándares a seguir esas actitudes o prácticas...
Descubrimiento acelerado
“Antes el sexo se podía descubrir robando una revista o comentándolo a hurtadillas; era una exploración más lenta. Ahora los chavales están expuestos a contenido sexual de manera casi involuntaria, y en ocasiones lo observan y promueven, no como expresión de sexualidad, sino como un medio de comunicación más, una forma de presentarse en sociedad, ser tenido en cuenta o respetado”, reflexiona Marta Pardo, psiquiatra en Sant Joan de Déu, Barcelona.
Lo más preocupante es que la hiperconectividad digital hace que las transgresiones y conductas de riesgo típicas de la adolescencia comiencen a edades mucho más tempranas. En una sociedad hipersexualizada, pero en la que la sexualidad sigue siendo tabú y en la que los padres y madres pueden verse desbordados a la hora de establecer vías de comunicación con los menores a su cargo sobre estos y otros temas que inundan su día a día a través de todo tipo de dispositivos digitales.
“Lo principal es entender que hay que hacer toda una labor de información hacia los hijos, impartiéndola de forma natural y progresiva”, señala María Ribas, psicóloga clínica en Sant Joan de Déu. “E incluso puede que sea más fácil hablar con una prima o una tía de temas y preocupaciones íntimas de lo que lo es con un padre o una madre. Lo ideal es que haya un abordaje transversal sobre la educación y el bienestar de los menores”, añade.
Abordaje transversal, responsable y preventivo
Estas expertas recomiendan sentar las bases de comunicación antes de que haya señales de alerta que animen a una intervención. “Si te aproximas a un adolescente con angustia, el distanciamiento posterior será aún mayor”, dicen desde el equipo de Sant Joan de Déu.
Por ello, los padres han de hacer sentir a sus hijos que están siempre presentes en sus vidas, a su lado, aunque sea manteniendo distancias para respetar su espacio y su autonomía. Y que pueden hablar con ellos, con total confianza, sin miedo y con naturalidad, de cualquier tema y en cualquier momento. Esto es especialmente importante en los grupos más vulnerables (sexualidades no heteronormativas, adolescentes trans, por ejemplo), donde es crucial que las relaciones familiares sean un espacio de consulta libre de juicios o represalias.
Estas especialistas recomiendan, además, una supervisión -que no vigilancia- de la actividad online de los menores, sobre todo antes de los 16 años de edad. “Nosotras recomendamos utilizar tecnología de control parental, y además que no haya ningún espacio online que utilice el menor al que los padres no puedan acceder: todas las contraseñas y códigos de bloqueo deben ser compartidas y su actividad revisada de forma pactada”.
A partir de los 16 años, el adolescente puede legalmente declarar una autonomía sexual, y el papel de los padres pasa a ser de acompañamiento más que de supervisión, estableciendo siempre unas reglas de confianza entre ambas partes.
“Lo principal es entender que hay que hacer toda una labor de información hacia los hijos, impartiéndola de forma natural y progresiva”, señala María Ribas.
Para que los y las adolescentes puedan navegar por la red y explorar su sexualidad de forma segura y sana deben contar con sistemas de apoyo y recursos educativos que les doten de capacidad crítica y autonomía: una formación que les ayude a discernir los estímulos e influencias que reciben. En lo que respecta al acceso a la sexualidad, “se pueden ofrecer alternativas” a la pornografía online, declara Hurtado. Por ejemplo: “Proponer un listado de páginas web con recursos fiables que informen sobre sexualidad”.
También se puede conversar sobre el tema, preguntando a los adolescentes por qué creen que una persona joven accedería a una página porno, incidir en la diferencia entre realidad y ficción, desmitificar los modelos de belleza y de erótica de la pornografía y hacer hincapié en las dimensiones afectivas de las relaciones. Todo un trabajo que los progenitores deben llevar a cabo para que sus hijos e hijas aprendan a cuidarse siendo y sintiéndose cuidados.

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