jueves, 28 de enero de 2016

Retroceso en Educación Sexual

Sin educación sexual en los colegios y con el porno como fuente informativa, el machismo crece entre los jóvenes.

Los centros de Güeñes han introducido la educación sexual en el programa de Secundaria.
La educación sexual entre los menores no atraviesa por los mejores momentos. Más bien todo lo contrario. “Se está viviendo un retroceso que puede verse en los resultados de los últimos estudios en los que observamos más machismo en las generaciones más jóvenes que en las treinteañeras. Seguimos pensando que la educación sexual es hablar de embarazos no deseados e ITS, que también, pero la base de la educación sexual debe ser entender a los sexos, a comprenderse y respetarse entre hombres y mujeres, y esto no se enseña y, desde luego, la sociedad actual no lo inculca. Si se hiciera mejorarían las relaciones de pareja, viviríamos mucho más libres y felices nuestra vida sexual y seguramente disminuirían los casos de violencia de género. Este tipo de problemas sociales hay que atajarlos desde abajo, impidiendo que se repitan, no solamente tratando el daño que ya está hecho”, reconoce a DNA la escritora, periodista y sexóloga Silvia C. Carpallo, que califica de desastrosa la educación sexual en nuestro país, una opinión compartida por la psicóloga Nerea Gómez, quien en su gabinete trabaja en permanente contacto con adolescentes.

MENORES MACHISTAS

La psicóloga alavesa critica con vehemencia que aquí, al contrario que en otros países, no figura en el currículum escolar. “Debería estar; es una falla del sistema, porque con la pornografía como principal fuente informativa, el machismo esta creciendo entre los menores”, sostiene.

A la escritora y autora de varios libros sobre el tema -El orgasmo de mi vida y Decirte adiós con un te quiero-, le resulta del todo curioso que debates que se planteaban ya en la Segunda República, como era incluir la Educación Sexual en los colegios, no se hayan resuelto en una sociedad moderna como la actual. “Solo hace falta ver lo que costó incluir el tema de la homosexualidad en Educación para la Ciudadanía. Se imparten jornadas de Educación Sexual en los colegios, pero no existe un criterio fijado para las mismas, ni un consenso en los temas a abordar o en la forma de abordarlos, de manera que realmente no hay una educación sexual reglada”, dice Carpallo quien reconoce que “desde los programas como Elena Francis, o incluso de Elena Ochoa, te das cuenta de que hemos avanzado mucho en poco tiempo, pero que queda camino por andar y no debemos olvidarlo”.

Uno de los problemas a los que se refiere la psicóloga Nerea Gómez es que “en muchas comunidades esta educación la puede impartir cualquiera, cuando tendría que dejarse en manos de personas preparadas para impartir esta docencia”, sostiene.

La escritora C. Carpallo cursó un posgrado en la universidad pública cuyo título era Educación y Asesoramiento Sexual. Ella lo ha enfocado a la educación a través de los medios de comunicación, pero también lo realizaban muchos maestros para tener una formación real en este aspecto a la hora de tratar el tema con sus alumnos. “Existen los medios para tener profesional formado, pero no se usan. El problema es que no hay nada reglado ni consensuado, aunque se han planteado proyectos en los que se establecía qué formación sería necesaria, y se planteaba un plan de estudios con los temas a abordar según las diferentes edades; pero este nunca se ha debatido en serio”, reconoce.

INTERNET, LA FUENTE

Aunque cada vez los/las jóvenes hablan más de sexo con sus padres, la principal fuente de información es Internet. Se ha pasado de que el sexo sea algo tabú a que simplemente esté en todas partes, en la publicidad, en el cine, en los libros e incluso en el telediario; sin embargo este exceso de información, a juicio de la periodista, nos desinforma. ¿Por qué? “A los jóvenes les llegan muchos mensajes relacionados con la sexualidad, pero no tienen una educación clara con la que puedan llegar a desentrañar dichos mensajes, por eso lo hace todo más confuso”.

Del mismo modo, sostiene la psicóloga alavesa, aunque los jóvenes hablen más con sus padres y madres ellos tampoco han recibido una educación sexual, ni nadie les ha explicado cómo poder abordar estos temas con sus hijos y la información no les llega de la misma manera que si viniera de manos de un experto. “Nuestros padres no saben de literatura o biología lo mismo que no saben todo sobre educación sexual y no podemos pretender que lo sepan. Ante toda esta confusión se recurre a la herramienta mágica, que es Google, y en la que también se encuentran informaciones de todo tipo, sin que los jóvenes sepan exactamente a qué portal acudir para aclarar sus dudas. Todo esto sería diferente con una educación sexual reglada, en la que Internet fuera un añadido y no la base y en la que se pudiera hablar con los padres todo lo aprendido. En ocasiones hasta son los hijos los que acaban informando y educando a sus padres”.

Según diferentes encuestas, entre jóvenes de 11 y 12 años un 4% recibe contenidos sexuales en sus móviles, porno que mal digerido puede condicionar sus preferencias futuras. Y aunque no haya realmente un estudio que explique que una imagen pueda condicionar tus preferencias sexuales, sí es cierto que hoy en día la pornografía es muy accesible por Internet, sobre todo desde los móviles, que no tienen control paterno.

“El problema de esto es que en Internet hay pornografía de todo tipo y mucha de ella tiene un contenido más duro que puede costar de entender o de asumir según qué edades. Pero no hace falta ir tan lejos. Solo con ver series como La que se avecina, en la que se habla de temas como los intercambios de pareja, y que ven niños de menos de 12 años, sentados con sus padres en el salón de casa”, dice la escritora.

Lo que sí ven a diario en la consulta de los sexólogos es cómo los jóvenes, sobre todo hombres, tienen como referente sexual la pornografía. De esta manera gran parte de las consultas vienen derivadas de complejos respecto a los tamaños, los tiempos, etc. Se toma este tipo de ficción como referencia, sin que haya nada más con qué compararlo y cuando se llega a la experiencia real aparecen dificultades sexuales por culpa de esos miedos y complejos. “Estaría bien que alguien explicase las diferencias entre la ficción del porno y la realidad, todo ese tabú por ejemplo relacionado con el tamaño del pene, y cuáles son las expectativas reales de una relación sexual, y que cada ser sexuado es diferente a otro ni mejor ni peor, que hay diferentes formas de amar y de relacionarse. Todo eso nos ayudaría a desenvolvernos como adultos en un terreno que es crucial para nuestro bienestar emocional y no a enfrentarnos a la sexualidad llenos de miedos y prejuicios”, sostienen.

Porque el machismo que condena a la mujer atrevida frente al hombre está creciendo entre los adolescentes: las chicas se ven como posesión del hombre. El problema que existe con los mensajes es que los jóvenes no los saben manejar. Hay una gran industria creada en torno a la idea de la dominación masculina como ideal romántico. No hace falta más que ver, por ejemplo, la saga Crepúsculo, en la que al final la protagonista deja su vida, sus amigos y pone en riesgo su integridad física por una pareja dominante y posesiva, y vemos todo eso como una relación romántica, idílica y deseable.

Como esa historia, muchas. Desde la Bella que cree que puede cambiar a la Bestia y hacerla un príncipe. Todo esto parece algo inocuo, pero no lo es, todo ese ideal romántico es la base de las relaciones de violencia de género, el “yo lo puedo cambiar”, el “es malo pero yo le saco ese lado tierno”, el “si es posesivo es por lo mucho que me quiere”, salen de estos productos que consumen las adolescentes a cuyos contenidos no les prestamos atención”. Las adolescentes de instituto reconocen que reciben comentarios machistas. Como bromas... Educadores sexuales se confiesan escandalizados por la aceptación de los celos que se registra entre los menores. “Reciben mensajes de que eso es amor y nadie les explica que es justo lo contrario. Crecemos con el ideal Disney, y no explicamos que una relación de pareja es algo muy diferente a casarse con un desconocido.

Sus patrones de pareja son muy chapados a la antigua. “Generaciones anteriores vivieron una revolución sexual, y por ello, se educaron con unos principios diferentes; pero ahora hemos dado por hecho que la liberación femenina ya existe, en una sociedad en la que ni siquiera hombre y mujer todavía cobran los mismos sueldos. Hemos pensado que ya estaba todo hecho y hemos dejado de educar en este sentido y todo esto nos está llevando a repetir los mismos errores”.

Porque la violencia de pareja hacia las mujeres se cuela por la afectividad y no por la ideología. “El ideal romántico es la cadena que ata a la mayoría de las mujeres en la sociedad moderna. Seguimos educándonos en agradar al hombre, tanto con nuestro aspecto como con nuestros comportamientos; las abuelas nos siguen preguntando cuándo nos vamos a buscar un novio en vez de preguntarnos qué tal nos va en la universidad; seguimos señalando a las mujeres que con cierta edad no se han casado o sido madres; seguimos pensando que una mujer sola es una mujer incompleta y evidentemente todo eso tiene sus consecuencias. No se trata de un problema personal, se trata de una lacra social que no hemos superado”.

El Gobierno cree que impartir educación sexual hará que aumente el sexo entre los adolescentes cuando es al revés. “Hubo un estudio muy visual al respecto en Estados Unidos, donde se relacionaba los estados en los que se impartía algún tipo de educación sexual y en los que no, y la tasa de embarazos no deseados. Evidentemente era más alta en la que no había ningún tipo de educación, que solían ser estados con mayor influencia religiosa. Los jóvenes van a tener sexo, porque es algo natural y lógico, algo que forma parte de su desarrollo como personas. La cuestión es que es mejor que estén preparados, qué tengan información y formación y que tengan herramientas para tener una vida sexual sana y feliz, a que lleguen a este punto de sus vidas sin saber realmente cómo manejarlo”. Con una buena educación, las jóvenes serían capaces de decir no.


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