viernes, 31 de julio de 2015

Una hoja de ruta contra el sida

La comunidad científica reclama la universalización del tratamiento antirretroviral temprano y de la medicación profiláctica en grupos de riesgo.

La lucha contra el sida dio un vuelco a partir del año 1996. El congreso que se celebró entonces en Vancouver sentó las bases de la terapia antirretroviral que, a la postre, lo convertiría en una enfermedad crónica, pero no mortal. En la misma ciudad, 19 años después, la conferencia de la Sociedad Internacional de Sida (IAS, por sus siglas en inglés) quiere marcar el camino hacia su erradicación con un enfoque muy debatido en los últimos tiempos y que la comunidad científica respalda ahora de forma casi unánime: el tratamiento como prevención.

Esta estrategia, que las principales eminencias en la investigación contra el sida han suscrito en el Consenso de Vancouver, se basa en dos patas: el tratamiento antirretroviral para todos los infectados del VIH en cuanto se detecta la enfermedad y la aplicación de una terapia profiláctica para grupos de riesgo que reduce drásticamente las probabilidades de transmisión.

“El conocimiento acumulado en la última década está dando sus resultados, mostrando que en lugar de esperar a los primeros síntomas de deterioro inmune, el tratamiento antirretroviral (ARV) inmediato multiplica por más de dos las perspectivas de un individuo de permanecer sano y de sobrevivir. Ofrecer medicación temprana es apoyado por los estudios, que muestran que es posible prevenir la transmisión de personas viviendo con VIH a sus parejas sanas. Y los datos atestiguan que el ARV puede proteger de forma efectiva a los grupos en riesgo de infección a través de un uso profiláctico”, reza el documento de consenso de este congreso.

La controversia sobre si usar los antirretrovirales en cuanto se detecta la infección o esperar a los síntomas lleva en curso casi dos décadas, según apunta Jens Lundgren, profesor de enfermedades virales de la Universidad de Copenhague. “Para sacar conclusiones se han hecho estudios en más de 15 países de los cinco continentes y se ha demostrado que reduce el riesgo de infección, y de patologías graves relacionadas con el virus”, añade.

Varios de ellos se están presentando estos días en Vancouver. Los resultados finales del llamado HPTN 052 muestran una reducción de la transmisión entre parejas (infectada-sana) de un 93%. Pero si se analizan los datos, son todavía mejores, ya que al final de la investigación se detectaron ocho infecciones; de ellas, cuatro se produjeron cuando la terapia todavía no había tenido tiempo de actuar y las otras cuatro ocurrieron por un fallo terapéutico, es decir, o los pacientes no tomaron la medicación de forma adecuada o desarrollaron resistencias a los fármacos. “Es la evidencia definitiva de la efectividad del tratamiento para prevenir el contagio”, asegura Myron Cohen, director del Instituto Global de Salud y Enfermedades Infecciosas de Carolina del Norte e investigador principal del estudio.

A pesar de ello, hoy solo hay diez países en el mundo que usan la opción de aplicar la terapia en cuanto se detecta la enfermedad. Especialmente enérgico se muestra Julio Montaner, copresdiente de este congreso: “Tengo un mensaje para los gobernantes del mundo: o están con nosotros o contra nosotros. Los estudios dicen que el acceso inmediato al tratamiento es un salvavidas. No hay discusión, la ciencia está ahí. Tenemos que seguir haciendo test de VIH para identificar a los enfermos y ofrecerles medicación antirretroviral en seguida porque frena las muertes, la progresión de la enfermedad y, casi en su totalidad, la transmisión".

Los estudios dicen que el acceso inmediato al tratamiento es un salvavidas

15 millones de personas en el mundo reciben terapia antirretroviral, pero el 60% de los infectados no lo hace. El objetivo de la ONU para erradicar esta epidemia —cuyo crecimiento ya se ha frenado— y uno de los mantras del congreso de Vancouver es la meta 90-90-90: llevar al 90% la proporción de personas con VIH que conocen su diagnóstico, incrementar al 90% aquellas bajo medicación, y que el 90% de estas tenga carga viral suprimida.

Otra de las claves que se apuntan como imprescindibles para frenar la enfermedad es el tratamiento profiláctico —conocido como PrEP— entre personas que pertenecen a poblaciones de riesgo: aquellas que tienen relaciones sexuales sin protección, especialmente hombres homosexuales y drogodependientes. Es una combinación de principios activos antirretrovirales que se ha mostrado casi como una garantía contra el contagio si se toma diariamente. Desde su aprobación por la agencia estadounidense del medicamento hace ahora tres años ha suscitado cierto debate, ya que supone medicar a población sana. Pero la comunidad científica no alberga dudas sobre su idoneidad y la Organización Mundial de la Salud lo recomienda para estos grupos de riesgo.

Con una efectividad que en general supera el 90% (aunque muchos investigadores aseguran que si el seguimiento es estricto se aproxima mucho al 100%), una de las grandes preguntas que suele suscitar el PrEP es hasta qué punto una población que no se molesta en usar el preservativo para evitar contagiarse va a tener adherencia a este tratamiento. Cuatro estudios presentados estos días en Vancouver muestran en distintos contextos que no solo tiene bastante éxito, sino que cuanto mayor es el riesgo de la población que lo usa, mayor es el seguimiento de la terapia. “Una de las causas que mucha gente argumenta para no usar el condón es una pérdida de placer sexual, pero esto con la pastilla no sucede”, explica Anthony S. Fauci, uno de los asesores sobre sida de la Casa Blanca.


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