Más de trescientas jóvenes suelen acudir cada mes al centro de orientación familiar de Coia para solicitar algún método anticonceptivo. El número de consultas se eleva a 350, pero las mujeres que acuden con su pareja son una gran minoría. Lo más común es que vayan solas o en compañía de alguna amiga, según explica la trabajadora social, Eugenia Tejedor Rivas, quien lleva orientando, informando y asesorando sobre métodos anticonceptivos desde 1998.
Dice que se trata sobre todo de grupos con dificultades por bajo nivel de instrucción o que tienen problemas con el idioma y de tipo cultural. Asimismo, presta apoyo a las que mujeres que tienen embarazos no deseados. «Realizamos todo la gestión y seguimiento de las interrupciones del embarazo. Además, facilitamos educación sexual tanto dentro del centro como fuera, en institutos, colegios y otros centros de enseñanza. También con asociaciones de mujeres, vecinales, talleres y educación afectivo sexual», señala.
Critica que el hombre suele desligarse de este tipo de cuestiones, como si la responsabilidad solo le atañese a la mujer. «Es muy raro que suele pedir permiso en el trabajo para acompañarla», asegura la trabajadora social. Aunque hay algunas excepciones con chicos jóvenes, sobre todo cuando se trata de una solicitud de tratamiento poscoital. Y también para demandar información acerca de la interrupción voluntaria del embarazo. «En estos casos se implica más y puede deberse a que la chica le da más vergüenza, cuando se trata de adolescentes», afirma Eugenia Tejedor. «Incluso a veces viene solo el chico demandando información sobre la píldora del día después o mejor dicho de urgencia, porque no se debe confundir con un anticonceptivo al uso», añade.
El porcentaje de inmigrantes en la consulta es muy alto. «Acuden muchas sudamericanas y africanas. Las que llevan aquí más tiempo vienen a asesorarse de la planificación familiar, aconsejadas por su médico de cabecera para solicitar métodos anticonceptivos. Pero también hay un porcentaje elevado de inmigrantes que se quedan embarazadas, en muchos casos se debe a la inexistencia de una cultura adecuada en sus países de origen sobre la reproducción y la sexualidad, por lo que no utilizan métodos anticonceptivos».
También asegura que sucede con algunos grupos de riesgo, como las prostitutas. «Se trata de chicas europeas, sobre todo rumanas y portuguesas. Es debido a que no utilizan el preservativos, lo que resulta alarmante, porque se exponen al contagio de graves enfermedades. Pero en algún caso es por rotura del condón», puntualiza.
En el COF (centro de orientación familiar de Coia) trabajan dos ginecólogos, tres enfermeras, dos auxiliares de enfermería, dos psicólogas, dos trabajadoras sociales, dos administrativos y un celador.
Eugenia Tejedor afirma que con los embarazos no deseados no se limitan a recetar la píldora del día después sin más. «Aquí se trata de abrir una historia, de escuchar a una paciente angustiada, y muchas veces nadie sabe que está embarazada», resalta.
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