miércoles, 25 de julio de 2018

La ONU advierte del “riesgo de la complacencia” en la lucha contra el VIH

Nuevas infecciones, objetivos ralentizados y una escasa financiación amenazan con frustrar las metas de 2030 contra el sida.
El número de muertes por sida en el mundo sigue cayendo y en 2017 fueron ya menos de un millón. En paralelo, continúa en aumento el número de personas con VIH que reciben tratamiento. Pero en su último informe anual Onusida (la agencia de la ONU especializada en la lucha contra la enfermedad) advierte de que no hay motivos para celebrar. La batalla, según la organización, se encuentra en un peligroso momento de “complacencia” que podría desbaratar los avances que tanto ha costado obtener y las metas fijadas para 2020 y 2030. La escasa financiación, debido a la falta de compromiso de los países, es uno de los factores que pueden provocar una marcha atrás en los logros.
“La respuesta mundial al Sida se encuentra en una situación particularmente preocupante”, subraya el director ejecutivo de Onusida, Michel Sidibé. La advertencia suena más grave aún en tanto que, hace solo un año, la agencia celebraba el “giro decisivo” logrado en esta lucha. Pero ahora, explica Sidibé, “los éxitos, ciertamente destacables —aunque todavía limitados— en términos de vidas salvadas y de freno a nuevas infecciones, están en vías de abrir peligrosamente el camino a una cierta forma de complacencia”.
Sobre todo porque “el ritmo de los avances está todavía lejos de encontrarse a la altura de las ambiciones fijadas” para 2020, para cuando se pretende que haya un control global de la epidemia y un freno de su transmisión, según la estrategia llamada 90-90-90. Es decir, que el 90% de las personas viviendo con VIH conozcan su estado, que el 90% de ellas inicie el tratamiento antirretroviral y que el 90% de los tratados tengan una cantidad de virus libre en sangre no detectable. En 2020, las muertes ligadas al Sida deberían ser menos de 500.000 anuales.
Pero a la velocidad actual no se logrará la meta, según alerta Onusida en su informe presentado este miércoles en París. “Estamos lanzando la alarma porque regiones enteras se están quedando retrasadas, los enormes avances que hemos logrado con los niños no se están manteniendo, las mujeres son las más afectadas, los recursos siguen sin estar a la altura de los compromisos políticos y poblaciones clave siguen siendo ignoradas”, resume Sidibé. “Todos estos elementos están frenando el avance y tienen que ser atendidos con urgencia”, agrega.
En 2017, el número de fallecimientos se redujo hasta los 940.000, la cifra “más baja que hemos conocido en todo el siglo”, destaca Onusida. Pero tampoco es suficiente. La baja en la mortalidad se debe sobre todo a un “acceso sostenido a la terapia antirretroviral”.
A día de hoy, tres de cada cuatro personas que viven con el VIH son conscientes de su enfermedad, lo que constituye el primer paso para acceder a la medicacón, que reciben 21,7 millones de personas (otra cifra récord: 2,3 millones más que en 2016). Pero, una vez más, la cantidad no es suficiente para alcanzar la meta de 30 millones de personas bajo tratamiento en 2020, para lo que el incremento debería ser de 2,8 millones de personas cada año. Además, esa tasa de crecimiento se está “ralentizando”.
Desde el descubrimiento del virus hace ya más de 35 años, 78 millones de personas han contraído el VIH en el mundo y 35 millones han muerto por enfermedades relacionadas con el sida. Hoy son 36,9 millones quienes viven con él, de los cuales 1,8 millones son menores de 15 años. Y uno de los grandes problemas es que, de ellos, casi 16 millones no reciben el tratamiento que les permitiría llevar una vida prácticamente normal.
Aumento de las infecciones en 50 países
A Onusida le inquietan, y mucho, las nuevas infecciones. A nivel global, con 1,8 millones de casos nuevos, ha habido una leve bajada de 5% respecto de 2016. Pero no disminuye lo suficientemente rápido y además se está constatando un preocupante aumento de las infecciones en unos 50 países, especialmente en Europa del este y Asia Central, donde los casos se han duplicado, y en Oriente Medio y el norte de África, donde en los últimos 20 años han aumentado más de una cuarta parte.
Ello se debe a que poblaciones clave “no están siendo lo suficientemente consideradas” en los planes. Hay, afirma Sidibé, una “crisis de prevención”. Por un lado, porque los servicios de prevención “no están habilitados de manera adecuada para atender a las personas que más lo necesitan”. Además, “la aceptación de preservativos, la circuncisión masculina médica voluntaria, la profilaxis pre-exposición y la transferencias de fondos deben ser aumentadas masivamente y no pueden constituir herramientas secundarias de la prevención”.
Pocos recursos
Onusida advierte también del peligro de los recortes presupuestarios y recuerda que sigue habiendo un déficit del 20% entre los recursos necesarios y los recursos disponibles. “No podemos permitirnos reducir la ayuda internacional a la respuesta al Sida”, recalca Sidibé. Una reducción del 20% de la financiación internacional, explica, sería “catastrófica”para los 44 países que necesitan de la ayuda internacional para el 75% de sus planes nacionales para combatir el VIH.
Al respecto, 250 organizaciones internacionales, aprovechando la publicación del informe de Onusida, reclamaron este miércoles una nueva movilización de los países más ricos para que destinen suficientes fondos para lograr los objetivos en la lucha contra el VIH. Según organizaciones como Coalition Plus, estos países deberían destinar entre 14.5 y 18.000 millones de dólares al Fondo Mundial de lucha contra el Sida, la tuberculosis y el paludismo para el periodo 2020-2022.

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