martes, 16 de septiembre de 2014

Yo decido mi futuro

¿Es tu decisión lo que haces con tu propio cuerpo?

¿Si te quedas embarazada? ¿A quién llamas y cómo?

Resulta escandaloso, pero gobiernos y tradiciones niegan estos derechos básicos a muchas mujeres y hombres en todo el mundo. 

Además de ser una tragedia para esas personas, también es una tragedia para sus comunidades y países, puesto que negar a las mujeres y niñas el derecho a decidir sobre aspectos fundamentales de su vida mantiene a comunidades enteras en el estancamiento económico. 

No podremos vencer la pobreza sin salvaguardar la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Es por eso que estamos pidiendo tu apoyo a la campaña “Yo decido”.



Los líderes mundiales están debatiendo lo que sustituirá a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de modo que necesitamos asegurarnos de que la salud y los derechos sexuales y reproductivos sean una parte central de esos nuevos objetivos.

Queremos recoger un millón de firmas para entregárselas al Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, en el verano de 2015.

Añade tu nombre y contribuye a marcar la diferencia para millones de mujeres, hombres y niños en todo el planeta.

Día Mundial de la salud Sexual



Información básica para la petición

Durante esta segunda década del S. XXI, los más de 7000 millones de personas que comparten el planeta se enfrentan a una serie de desafíos de envergadura global: no solo persisten amenazas como el cambio climático y el aumento de la desigualdad, tanto entre países como dentro de cada país, sino que conviven con la incapacidad de concluir el proyecto de la erradicación de la pobreza, todo ello en un momento en que se han reducido los fondos internacionales de ayuda al desarrollo.

En el año 2000, todos los países del mundo se comprometieron a actuar a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El mundo estaba de acuerdo: todos queremos vivir en un mundo sin pobreza, donde las personas puedan alcanzar su potencial y se garantice la salud y la educación.

Los derechos en materia de salud sexual y reproductiva son esenciales para hacer realidad esta visión. La carencia de salud reproductiva y de los derechos correspondientes crea un círculo vicioso como causa y consecuencia de la pobreza. Cuando todas las personas disfruten de salud y bienestar en lo sexual y lo reproductivo, tengan garantizado el derecho a la integridad del propio cuerpo y puedan tener control sobre todas las cuestiones relativas a su sexualidad, se habrá abierto la puerta del desarrollo sostenible y la igualdad entre los sexos.

No obstante, desde que se promulgó la Declaración de Objetivos de Desarrollo del Milenio en 2000, se han producido cambios en el panorama de los derechos en materia de salud sexual y reproductiva. A nivel global, los fondos destinados al fomento de estos derechos han disminuido considerablemente y, en cada zona geográfica del mundo, las mujeres y las niñas se ven cada vez más afectadas por la epidemia del VIH, ya antigua pero aún vigente. Sube la marea del conservadurismo, poniendo en entredicho esfuerzos anteriores, que habían obtenido victorias para los derechos sexuales y reproductivos, y comprometiendo la seguridad y el bienestar de todos, especialmente las jóvenes de las comunidades con menos recursos. A pesar del aumento de la atención política y mediática, en los países en vías de desarrollo hay un 57% de mujeres en edad reproductiva (867 millones en total) que necesitan anticonceptivos porque son sexualmente activas, pero no desean tener un hijo durante los próximos dos años. De estos 867 millones, 645 millones (74%) usan métodos anticonceptivos modernos. Los 222 millones restantes (25%) no usan ninguno o se sirven de métodos tradicionales. Satisfacer esta carencia de anticonceptivos para 222 millones de mujeres evitaría 218 millones de embarazos no deseados en los países en vías de desarrollo, lo cual, a su vez, evitaría: 55 millones de partos no planeados; 138 millones de abortos, de los cuales 40 millones se llevarían a cabo sin las condiciones mínimas de seguridad y 25 millones serían espontáneos; y la muerte de 118 000 mujeres durante el parto.

Los servicios de salud reproductiva han salvado y cambiado millones de vidas, especialmente en países de ingresos medios y altos. En muchas de las zonas geográficas del mundo, se han establecido leyes y políticas orientadas a la protección de los derechos reproductivos y a prevenir la discriminación de mujeres y niñas. Lo más significativo es que la juventud de hoy constituye la generación más numerosa de la historia y debemos aprovechar el potencial de estos futuros líderes según el panorama actual de desarrollo, que ofrece oportunidades inigualables de garantizar un mundo de justicia, opciones y bienestar para todos.

Queremos un mundo donde toda mujer y hombre, sin importar su edad, pueda acceder a toda la información y todos los servicios en materia de salud sexual y reproductiva que necesite; un mundo que reconozca el papel de la sexualidad como faceta natural y valiosa de la vida, así como su condición de derecho fundamental; un mundo que respete las decisiones personales y cierre la puerta al estigma y la discriminación. Es una visión que ha de hacerse realidad en un entorno de desarrollo sostenible, en el que satisfacer las necesidades presentes no signifique comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias.

Para 2015, exigimos la implantación de un nuevo marco internacional para el desarrollo que defina los derechos en materia de salud sexual y reproductiva como una prioridad esencial; concretamente, proponemos:
1.               que la igualdad entre los sexos, los derechos de la mujer y la capacitación de la mujer se consideren un único objetivo diferenciado
•               debe incluir el acceso universal a los derechos en materia de salud sexual y reproductiva; la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas, así como cualquier tipo de violencia de género; la igualdad de las mujeres garantizada por ley; y la paridad entre los sexos en materia de participación en la política y la toma de decisiones.
2.              que el acceso universal a los derechos en materia de salud sexual y reproductiva se establezca como objetivo concreto entre los objetivos de salud generales.
•             complementado por servicios de salud sexual y reproductiva incluidos expresamente en el paquete esencial de servicios de cobertura sanitaria universal.
3.             que la igualdad entre los sexos y los derechos en materia de salud sexual y reproductiva se pongan de relieve como parte esencial de todos los objetivos.
•              todos los objetivos generales deberán englobar objetivos concretos de fomento de los derechos en materia de salud sexual y reproductiva y la igualdad entre los sexos.
4.         que todos los objetivos e índices se desvinculen de agregaciones por edad, sexo, nivel educativo, franja de ingresos, zona geográfica, etnia y demás características relevantes.

Para ello, IPPF reclama que los gobiernos:
•             implanten un proceso participativo para diseñar un nuevo plan internacional de desarrollo basado en los principios de igualdad entre los sexos, respeto a los derechos humanos y justicia social, en el que tengan voz todas las partes interesadas, incluidos los jóvenes.
•             desarrollen un marco de unificación a nivel mundial, en el que se reconozca la necesidad de que los países definan objetivos e índices relevantes para las necesidades de sus ciudadanos, tanto las de índole general como, particularmente, aquellas relativas a los derechos en materia de salud sexual y reproductiva.
•             pongan en marcha, con la participación de la sociedad civil, mecanismos de rendición de cuentas y transparencia en relación con la asignación de recursos y resultados.
•             ayuden a las organizaciones de la sociedad civil a desarrollar sus propias capacidades de supervisión del cumplimiento de las promesas realizadas.
El mundo actual sirve de hogar a la generación joven más numerosa de la historia. Se compone de una inmensa diversidad de individuos, cuyas circunstancias vitales, incluidas las oportunidades y obstáculos para la mejora de sus vidas, varían considerablemente entre los diferentes países e incluso entre las diferentes regiones de un mismo país. Son muchos los jóvenes que jamás han ejercido el derecho básico a decidir cómo aportar valor a sus propias vidas. En muchas sociedades, las niñas y las mujeres tienen una consideración inferior a la de los hombres, lo cual les priva del poder de determinar lo que quieren hacer con su vida y tomar decisiones relativas a su salud y sus actividades sexuales y reproductivas.

Para 2020, queremos que se erradiquen todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas para obtener de facto la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

Para ello, IPPF reclama que los gobiernos:
•         capaciten económicamente a las mujeres mediante inversiones en políticas y programas que disminuyan las presiones sobre el tiempo del que disponen mujeres y niñas; les faciliten mayor acceso a las oportunidades económicas, cierren la brecha salarial entre sexos y la segregación profesional; garanticen los derechos de las mujeres y las niñas en materia de propiedad privada y herencias, incluidos el derecho a la propiedad sobre tierras, el derecho a obtener préstamos, etc.
•             amplíen las oportunidades educativas para todo el mundo; cierren brechas educativas en función del sexo a todos los niveles, incluida la educación superior; introduzcan la educación sexual en el sistema educativo para erradicar la discriminación contra las mujeres y las niñas y fomentar el desarrollo de las capacidades necesarias para protegerse de los abusos sexuales, así como del VIH y otras enfermedades infecciosas de transmisión sexual.
•             reduzcan la violencia contra las mujeres y las niñas en todas sus expresiones (también en situaciones de conflicto), mediante el establecimiento y cumplimiento de leyes a nivel nacional diseñadas para prevenir la violencia y penalizar a los infractores; erradiquen el matrimonio infantil y forzoso; luchen contra el fenómeno de la preferencia por los hijos varones; promuevan campañas de concienciación pública sobre todos estos asuntos.
•            respeten, protejan y garanticen todos los derechos humanos de las mujeres, especialmente los de naturaleza sexual y reproductiva, ya que, en ausencia de los mismos, la capacidad de ejercitar otros derechos se ve considerablemente limitada; promuevan un entorno de capacitación del ejercicio de estos derechos que incluya paridad salarial y de participación en funciones parlamentarias y otros procesos de configuración de políticas.

Todas las personas deben tener el derecho a decidir lo que ocurre con sus cuerpos. Los gobiernos deben comprometerse a lo siguiente:
•             Acabar con la violencia contra las mujeres —en la actualidad, una de cada tres mujeres ha sido víctima de la violencia— mediante la referencia continua y generalizada a que la violencia de género es una violación de los derechos humanos. En mujeres que han sido víctimas de la violencia, el riesgo de mala salud (incluida la mala salud reproductiva y los problemas de índole física y mental) es el doble que en mujeres que no hayan sufrido abusos. También tienen un riesgo mayor de contraer enfermedades infecciosas de transmisión sexual, incluido el VIH. La inversión en igualdad entre los sexos es la clave para que las sociedades sean más prósperas y saludables. Cuando las mujeres tengan control sobre sus propios cuerpos, acceso a la educación, responsabilidades en la toma de decisiones, empleo de calidad, y puedan vivir sin miedo a la violencia, entonces serán capaces de participar en el desarrollo sostenible de sus comunidades. Atacar de raíz las causas de la falta de igualdad y aspirar a la paridad de sexos, a todos los niveles y en todas las áreas, significa erradicar la pobreza.
•             Permitir la práctica del aborto, de forma segura y dentro de la legalidad. Cada año, 47 000 mujeres mueren sometiéndose a abortos sin las condiciones mínimas de seguridad y se ha visto un aumento de casos de abortos inseguros desde 2003. Es un factor que contribuye al 13% de la mortalidad materna, lo que lo convierte en una de las tres causas principales de dicha mortalidad. Salvo contadas excepciones, la mayoría de los países limita en el código penal los supuestos legales del aborto. El acceso al aborto puede verse severamente limitado por la falta de conocimiento de su estatus legal por parte de quienes proveen el servicio y de las mujeres. De esta forma, las mujeres corren un riesgo al contratar este servicio. No existe ninguna correlación entre leyes restrictivas y una menor incidencia del aborto; con estas leyes solo se consigue que los abortos se practiquen en condiciones de inseguridad. Cuando existen restricciones, las personas que tienen recursos pueden contratar un servicio seguro, mientras que las que no los tienen han de acudir a métodos peligrosos. Los altos costes de tratar las complicaciones derivadas de los abortos no seguros abocan a las mujeres y sus familias a una situación de pobreza aún mayor.  Por si estos riesgos para la salud y la vida de las mujeres no fueran suficientes, la prohibición legal del aborto también les pone en riesgo de acabar en prisión. Retirar las barreras legales y políticas que obstaculizan el acceso al servicio del aborto reduciría en gran medida la mortalidad materna.

Todas las personas deben tener el derecho a decidir con quién compartir su vida. Los gobiernos deben comprometerse a lo siguiente:
•             Acabar con los matrimonios infantiles y forzosos. Si bien hay 158 países que han promulgado leyes para aumentar a 18 años la edad legal a la que se puede contraer matrimonio, se estima que hay 67 millones de niñas que se casan antes de cumplirlos. El 90% de los 41 países prioritarios, en los que el matrimonio infantil afecta a más del 30% de las niñas, se ha comprometido a buscar soluciones para esta situación. Para convertir en realidad los compromisos, la sociedad civil, el parlamento, el poder legislativo, las comunidades y otras partes interesadas deben establecer políticas que protejan los derechos humanos y sexuales de las niñas y las jóvenes.
• Reforzar los derechos de la comunidad LGBTI. La discriminación de género es omnipresente, pero, además, en muchas partes del mundo hay personas que sufren discriminación, estigmatización y violencia por su orientación e identidad sexuales; hay 76 países con legislación vigente discriminatoria que criminaliza las relaciones privadas y consentidas entre personas del mismo sexo y expone al individuo al riesgo de ser detenido, procesado y encarcelado. Al menos 5 de estos países aplican la pena de muerte. Hay que erradicar todo tipo de discriminación, incluidos los delitos motivados por la intolerancia. 

Todas las personas deben tener el derecho a decidir el tamaño de su familia. Este derecho incluye:
•             decidir si  se quiere o no tener y planificar una familia, cuándo tener hijos, con quién, cuántos y con qué frecuencia, libre y responsablemente, en un ámbito legal y político que reconozca la diversidad de tipos familiares, incluidos aquellos que no se definan por el hecho de tener descendencia o por el matrimonio.
•             el  derecho de todas las personas a la información, la educación y los medios necesarios para poder decidir si quieren o no tener hijos, cuándo tenerlos, cuántos y con qué frecuencia, libre y responsablemente.
•             el derecho de todas las personas a tomar decisiones libres y responsables en materia de reproducción y creación de una familia, incluida la decisión de tener o no hijos biológicos o adoptados, así como el derecho de acceder a todos los métodos de regulación de la fertilidad, tecnologías y tratamientos reproductivos de forma segura, eficaz, aceptable y asequible.
•             el derecho de todas las personas a asesorarse y obtener otros servicios en materia de reproducción, infertilidad e interrupción del embarazo, con independencia del estado civil, dentro de un marco de ausencia de discriminación y teniendo en cuenta la evolución de la capacidad de los niños.
•             el derecho de todas las mujeres a la información, la educación y los servicios necesarios para proteger su salud reproductiva, la seguridad de su condición de madres y su derecho a un aborto seguro, accesible, asequible, aceptable y cómodo para quienes lo necesiten.

Todas las personas deben tener el derecho a decidir sobre su futuro.


La sexualidad es una parte integral de la condición de persona de todo ser humano en todas las sociedades. Los derechos sexuales son derechos humanos universales basados en la libertad, dignidad e igualdad inherentes a todos los seres humanos. La pobreza es tanto causa como consecuencia de la mala salud sexual, las desigualdades y las exclusiones por motivos relacionados con la sexualidad. El próximo marco de desarrollo debe ocuparse de la relación de estos problemas con la pobreza, reconocer el papel de la misma en la denegación de los derechos humanos y, especialmente, sus efectos sobre los derechos sexuales. Los derechos sexuales son una parte fundamental del desarrollo sostenible. La persona es el sujeto central del desarrollo y es muy importante facilitar un entorno favorable que permita a cada individuo disfrutar de todos los derechos sexuales, para poder así participar activamente en los procesos de desarrollo económico, social, cultural y político. La sexualidad es uno de los aspectos de la vida humana y social y siempre va unida al cuerpo, la mente, la política, la salud y la sociedad.

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