lunes, 5 de mayo de 2014
La violencia asociada con el aborto inducido
La violencia psicológica, física y sexual puede estar asociada
con el aborto inducido en cuatro formas. Es probable que una mujer que está
lidiando con violencia continua, o que ha sido violada, opte con más frecuencia
por interrumpir un embarazo. La mujer puede ser presionada o forzada a tener un
aborto. La mujer que ha optado por el aborto puede ser abusada en represalia.
Finalmente, la mujer que opta por tener un aborto legal puede sufrir abuso
institucional.
La interrupción del embarazo debido a la violencia
Muchas mujeres que viven en situaciones de abuso continuo optan
por abortar; en estudios estadounidenses se han proporcionado algunas
indicaciones de ello.
Cuando se utiliza la violación como un arma de guerra, por
ejemplo, en Burundi, Rwanda, Uganda y la antigua Yugoslavia, las mujeres
también suelen optar por interrumpir el embarazo no deseado. En Kosovo, la
violación acarrea un estigma social tremendo para la mujer y su familia, y esto
probablemente contribuyó a la triplicación de abortos en el hospital de
maternidad de uno de los pueblos de Albania, donde permanecieron 120.000
refugiados durante la guerra.
La presión para abortar
Una expresión de la discriminación basada en el género es la
preferencia por los hijos varones; esto puede llevar a abortos selectivos de
fetos femeninos en casos donde se dispone de pruebas prenatales, o al homicidio
de infantes del sexo femenino. El Fondo de Población de las Naciones Unidas
(FNUAP) calcula que en Asia al menos 60 millones de niñas, que de otra manera
estarían vivas, han “desaparecido” por esta razón.5 Se han reportado algunos
casos de mujeres embarazadas, con VIH/SIDA, que son presionadas por los
prestadores de servicios para que aborten. Puede que un profesional de salud no
vea sus consejos como algo coercitivo, pero esos consejos pueden tener dicho
efecto en mujeres que están acostumbradas a depender de la pericia de los
profesionales de salud y que no retarán a las personas “con autoridad” debido a
las normas basadas en género que dictan la subordinación de la mujer. Las
adolescentes en particular pueden ser susceptibles a que otros, incluso sus
padres y parejas sexuales, las presionen a tener un aborto. En el caso de niñas
y mujeres que son explotadas en la trata sexual, la coerción puede proceder de
los propietarios de los burdeles
El abuso como represalia por el aborto
El homicidio para “salvar el honor” no sólo ocurre en conexión
con embarazos extramaritales, sino que también en relación con el aborto.
Algunas mujeres se ven presionadas a tener un aborto inducido a fin de escapar
a un posible asesinato por haber tenido un embarazo extramarital. Sin embargo,
si se descubre que la mujer abortó, puede que ella sea asesinada de todas
formas.
El abuso institucional
El abuso por parte de las instituciones y de los grupos sociales
puede dificultar que la mujer encuentre servicios de aborto legal. En algunos
países, las mujeres que han sido violadas deben solicitar permiso de un
tribunal para tener un aborto; a veces las demoras en obtener dicho permiso
conllevan a que el embarazo sea demasiado avanzado para practicar un aborto. En
algunos países las mujeres adolescentes necesitan tener el consentimiento de
los padres o apoderados para tener un aborto legal. Esto puede constituir una
barrera para las jóvenes que no desean hablar sobre la causa del embarazo no
deseado, por ejemplo, el haber sido violada por un miembro de la familia.
Algunos profesionales de la salud rehusan a practicar abortos legales por razones religiosas u
otras razones personales.
Aunque en algunos lugares se reconoce su derecho a exención por
objeción de conciencia, el sistema de salud tiene la obligación de garantizar
que se disponga de personal capacitado para efectuar abortos legales. No obstante,
no siempre se envían a la mujer a otros prestadores de servicios a fin de que
ella tenga acceso a sus derechos legales. La “objeción de conciencia” también
puede usarse de otra forma. En Croacia se informó que, durante una temporada,
médicos en los hospitales de Split y Tula rehusaron a practicar abortos por
causa de conciencia; sin embargo, estaban dispuestos a efectuarlos en sus
consultorios privados, por una alta remuneración.
En otros casos, los prestadores de servicios no practican
abortos inducidos por temor a las reacciones de los individuos y las
organizaciones que intentan impedir los abortos inducidos legales. Bien se
sabe, por ejemplo, que los médicos y el personal clínico que practican abortos
legales en EE.UU. corren el riesgo de ser agredidos por los grupos antiaborto;
estas amenazas indudablemente influyen en las opciones de la mujer con respecto
a la interrupción de un embarazo.
Los prestadores de servicios dispuestos a practicar abortos
pueden ser bloqueados por los activistas antiaborto. En Italia, los padres y el
médico familiar de una niña de 13 años de edad mentalmente retardada, que quedó
embarazada de un niño de 14 años de edad, querían que ella abortara, pero un
juez prohibió el procedimiento y retiró a la niña del cuidado de sus padres
después que un cura local dirigió una campaña para impedir el aborto. En 1998
los activistas antiaborto en Brasil lograron impedir un aborto legal en una
niña de 10 años de edad que había sido violada. En el caso de otra niña de 10
años de edad en el mismo país, un grupo religioso entabló un interdicto para
impedir la interrupción legal del embarazo, pero un tribunal otorgó el permiso.
Sin embargo, la abogada de la familia recibió cartas amenazadoras y llamadas
telefónicas que lo acusaban de ser una asesina, mientras que la familia fue
intimidada por algunos grupos religiosos, lo cualos forzó a tomar la decisión
de mudarse a otra ciudad.
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