El Gobierno ruso se ha visto obligado a reaccionar. Los deportistas gais no serán discriminados, tranquilizó el lunes el Ministerio del Interior, aunque sí se velará por el cumplimiento de la ley. O, dicho literalmente: “Las autoridades no tendrán nada que objetar a las personas de orientación sexual no tradicional que no tomen parte” en actos “que tengan como objetivo incitar a los menores de edad a mantener relaciones sexuales no tradicionales”. El presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, dice que ha recibido esas garantías por escrito, aunque admite que quedan por aclarar “algunas incertidumbres”.
El documento que está causando problemas a los responsables del deporte en Rusia es la primera de dos leyes que discriminan la homosexualidad en el país —la otra prohíbe la adopción de niños rusos por parte de parejas de un mismo sexo— y que prevé multas de hasta 5.000 rublos (unos 100 euros) para las personas físicas, de hasta 50.000 (unos 1.000 euros) a personas con cargos y un millón de rublos o suspensión de actividades durante 90 días a entidades jurídicas que promuevan cerca de menores que la homosexualidad es igual de aceptable que la heterosexualidad. Aunque es temprano aún para sacar conclusiones sobre el impacto que está teniendo, lo que preocupa a los defensores de derechos humanos es su imprecisión, que permite teóricamente perseguir incluso a personas de un mismo sexo que caminen tomadas de la mano en un lugar público si hay oportunidad de que un menor les vea.
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