jueves, 1 de diciembre de 2011

Regina consiguió salvar a su hija

Regina es casi una adolescente. A sus 19 años, se la ve frágil, cansada pero entregada al cuidado de su hija Jessica, de dos años. Ellas pueden ser el símbolo de lo que, poco a poco -demasiado lentamente, según muchos-, se está consiguiendo en los países más castigados por el VIH. En la enorme sala de espera del hospital Korle-bu de Accra (Ghana), Regina y Jessica esperan para ser atendidas. Y para ser entrevistadas por los periodistas invitados por el Fondo Mundial contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis. Hace falta que una de las enfermeras haga de intérprete. Regina casi no habla inglés. Ambas simbolizan un éxito parcial en la lucha contra la enfermedad. A Regina le transmitió el VIH su madre. "La conocemos desde pequeña", dice una enfermera. "Tomo los antivirales desde los nueve años", afirma la joven. Pero ella ha conseguido ser madre sin transmitir el virus a su hija, rompiendo así la cadena por uno de sus eslabones más débiles. +

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