En primer lugar, la sociedad actual tiene una tendencia importante a la pseudoanestesia. Es decir, los problemas aparecen o se desvanecen sólo en función de que aparezcan en los medios de comunicación, todo ello con gran intensidad. Basta aparecer en las portadas de los periódicos o encabezar los telediarios para que de forma impactante la sociedad tome conciencia de un problema; bien es verdad, que es suficiente que deje de salir en esos medios para que de forma automática "se solucionen".
Estamos en la época de la publicidad. Nada que no se publicita existe. Este mecanismo no sólo es fundamental para conseguir el consumo de un producto sino que afecta también a cualquier tipo de institución, organismo, proyecto o iniciativa, ya sea pública o privada. Esta tendencia obliga a que todos utilicemos estos medios para tratar de conseguir nuestros objetivos. Claro está, cuanto menos recursos se tengan, muchas menos posibilidad tienes de existir. Además, tiene otro peligro añadido y es que la publicidad en sí misma es engañosa; se trata de destacar las medias verdades que benefician, ocultando las otras medias verdades que no lo hacen, para tratar de convencer al usuario o cliente. La decencia marca las reglas de esas campañas publicitarias, lo que es un mecanismo de control poco seguro. Leer más
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