Los estudios que ha hecho Kiser muestran que el polímero forma una red cuyos poros tienen la mitad de tamaño que el VIH. De esta manera, actúan como barrera e impiden la infección.
La búsqueda de un microbicida vaginal es un objetivo de las ONG que luchan contra el sida, sobre todo con vistas a su uso en África y otras regiones donde, por razones culturales, las mujeres están más expuestas. Además, un gel de este tipo tiene la ventaja de que puede ser ocultado a los hombres (muchos consideran una ofensa que la mujer piense que ellos están infectados y se quiera proteger), y hasta puede ser vendido como un lubricante que les hará las relaciones más placenteras.
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