domingo, 19 de noviembre de 2017
Niñas para consumo masculino
No podemos continuar pidiéndole a niñas
famosas que se maquillen y adopten posturas concretas para consumo masculino
Su trabajo no es ser objeto de deseo. Su
único cometido es ser niñas, estudiar como niñas, jugar como niñas
Hace unas semanas, el juez de menores,
Emilio Calatayud, decía en televisión que "las niñas se hacen fotos como
putas", y que "después
de las fotos, pueden venir los acosos, los abusos y las violaciones".
Esta semana hemos visto la enésima prueba
de que culpar a las propias niñas (o mujeres) de la objeticificación de sus
cuerpos es una falacia machista, además de un análisis de chichinabo provocado
por la misoginia que la sociedad nos graba a fuego desde pequeños.
La revista estadounidense W ha incluido a
Millie Bobby Brown, la protagonista de Stranger Things, en la lista de actrices
y actores más "sexys".
No es la primera vez que a una niña se la
hipersexualiza, por supuesto. Maddie Ziegler tenía sólo 11 años cuando hizo
esta campaña, y no había sido su primera inmersión en poses llamadas
"femeninas" y "sensuales".
Seguimos llamando femenino o sensual a
posar tiradas por los suelos, fingiendo vulnerabilidad o incluso haciéndonos
las muertas. A más indefensión mostremos, más sexy parece ser la foto.
La diferencia entre las chicas anónimas y
las famosas, es que a las primeras se las acusa de "putas" y a las
segundas se las aplaude cuando se las incluye en listas sobre físicos
"hot". También está la variante de que a unas se les acuse de posar
como putas ( incluso dentro del feminismo) pero las culpas de la otra recaigan
sobre el fotógrafo o a la revista de turno que le hizo las fotos.
Es muy complicado, al parecer, este unir
con flechas. Seguimos creyendo que la publicidad, las películas, series y
canciones que escuchamos y vemos cada día a nuestro alrededor, son inocuas y no
nos inculcan nada. Que son como el humor, que al parecer tampoco nos forma como
personitas, que nada tiene que ver lo que mamamos con lo que luego somos.
También sucede con el lenguaje, muchos siguen con la cantinela de que el
lenguaje no es el vehículo del pensamiento, sino otro elemento inocuo más de
tantos.
Aceptar todo lo anterior es decir,
directamente, que si las mujeres posamos como posamos, hacemos lo que hacemos y
nos comportamos como lo hacemos es porque está en nuestros genes. Nos sale
instintivo. Vemos una cámara y metemos tripa, ponemos morritos y ponemos el
culo en pompa. Biología sin más.
Ese razonamiento misógino, nos lleva a
exculpar a los hombres que acaban violando, acosando y tratando como objetos a
las mujeres. Porque de la misma forma que nosotras tenemos el gen de tirarnos
por los suelos y hacernos la muerta para las fotos, ellos poseen el de no poder
controlar sus "instintos" y acabar abusando de nosotras. El resultado
es el que vemos siempre: culpabilización de la víctima (¿qué hacías sola por
esa zona? ¿lo conocías de antes? ¿ estás segura de que cerraste bien las
piernas? ¿qué llevabas puesto?) y la consiguiente justificación del
agresor/acosador/violador.
No podemos continuar pidiéndole a niñas famosas
que se maquillen y adopten posturas concretas para consumo masculino. El
trabajo de una actriz como Brown o una bailarina como Ziegler NO puede acabar
sirviendo como producto para los hombres heteros. Su trabajo no es ser objeto
de deseo. Su cometido es ser niñas, estudiar como niñas, jugar como niñas e
invertir las horas legales en los trabajos por las que son conocidas (aunque
aquí entra en juego la eterna duda de si de verdad quieren o es lo que quieren
sus tutores legales).
Sexualizaciones constantes como la que
ahora vemos con Millie Bobby Brown son las que hacen que el resto de niñas
empiece a obsesionarse con sus cuerpos, con su peso, con su imagen. Como la
gota malaya, imagen tras imagen, anuncios tras anuncio, las niñas dejan de
mirar lo socialmente bello para compararlo con lo que ellas son, con cómo ellas
lucen.
Nueve de cada diez personas con
trastornos alimenticios son niñas/mujeres. Y no, tampoco esto viene en nuestros
genes. La violencia de sobre las mujeres está considerada por la OMS como una
pandemia, y no, tampoco es cuestión de biología. Cada siete horas se denuncia
una violación en nuestro país, y no tampoco es una cuestión de pulsión sexual
irrefrenable debido a la naturaleza masculina.
Son los machistas. Es el machismo. Y el
machismo nunca es natural, es social y cultural. Está en las canciones, está en
las listas de las más sexys, está en el lenguaje, está en la publicidad, está
en el humor... En definitiva: está en la sociedad.
Y, como sociedad, podemos darle fuelle
para que nunca muera o podemos pelear contra él para exterminarlo. Eso sí, no
olviden que la lucha ha de comenzar por uno mismo.
Etiquetas:
machismo,
violencia machista
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario