martes, 15 de enero de 2019

¿Pero qué es la ideología de género?

El feminismo es un fenómeno reivindicativo, plural, complejo, cambiante y, fundamentalmente, justo.
El debate político es fundamentalmente una lucha por el poder basada en presupuestos ideológicos. En general, el ciudadano no tiene tiempo ni interés para intentar conocer cuáles son esos presupuestos, y se contenta con eslóganes contundentes… y engañosos. Son los “sistemas ocultos” de los que les hablo con frecuencia. Aunque sea ir contracorriente, creo que la función más urgente de la filosofía es explicar el contenido oculto de palabras o conceptos que manejamos con notoria ingenuidad, y que influyen decisivamente en nuestra vida.
El gran genetista Theodosius Dobzhansky afirmó: “Nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución”. Lo mismo se puede decir de las creaciones humanas. Ninguna creación cultural- desde las creencias individuales hasta los movimientos sociales- puede entenderse sin interpretarla como la síntesis de una evolución. Prescindir de ella nos convierte en marionetas que desconocen los hilos que las mueven. Por eso, en los próximos meses, si mi director me lo permite y los lectores lo aceptan, me gustaría hacer una “genealogía del presente”, intentando averiguar cómo hemos llegado a donde estamos, o en qué pensamos realmente cuando estamos pensando en algo.
Comencemos. ¿En qué piensa usted cuando usa la expresión “ideología de género? En las últimas semanas se ha hablado mucho del tema, y es posible que vayan a reproducirse los apasionados debates que ha habido en otros países, por ejemplo en Francia. Los tres últimos Papas la han criticado como un gran peligro, “una fuerza diabólica”, señala una autoridad vaticana. “El nuevo chiringuito de la izquierda”, según 'Libertad Digital'. El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, considera que el feminismo radical está "amasado de supremacismo, resentimiento e ideología de género" y tiene "inequívocos orígenes marxistas". Se acusa en muchos medios de que esta ideología está penetrando en los programas educativos de algunas comunidades. ¿Por qué estos ataques y esta alarma? Acudiré a la historia, pero al hacerlo voy a prescindir del término “ideología”, que ya incluye un juicio peyorativo. Un libro recientemente aparecido en Francia- 'La croissade anti-genre', de Massimo Prearo,- sostiene que es una creación vaticana para demoler posiciones feministas. ¿Hay algo de verdad en esto?
La categoría sociológica y política de “género” se origina en una parte de los movimientos feministas. El feminismo es un fenómeno reivindicativo, plural, complejo, cambiante y, fundamentalmente, justo. Se suele hablar de tres olas. La primera comienza en la Revolución Francesa, aspira a la igualdad de derechos y continúa con los movimientos sufragistas. Es el feminismo de la igualdad.
La segunda surge alrededor de los años 70. Muchas de las reivindicaciones legales se han conseguido en Occidente, pero pensadoras estadounidenses- sobre todo, aunque en la estela de Simone de Beauvoir-, consideran que eso no es bastante porque existe una “dominación estructural” masculina, que penetra todas las formas sociales, y que no se arregla con una cosmética jurídica. No solo afecta a la vida pública, sino también a la privada. “Lo personal es político. El sexo es político”. El tema central ya no es la igualdad legal, sino la lucha contra la sociedad patriarcal y su esencia, que es afán de poder. Aparece la noción de “género” como categoría para analizar esa situación. En un relevante artículo, Joan Scott señaló con razón su gran utilidad para el análisis histórico. “Género” designa los construcciones sociales elaboradas en cada momento para organizar la división sexual. Incluye la fijación de roles y de valores transmitidos por una sociedad, que son asimilados de forma inconsciente por sus miembros.
Por ejemplo, en las sociedades que admiten la ablación sexual, son las madres quienes la quieren para sus hijas. Han interiorizado la idea de que las niñas no serán verdaderas mujeres hasta que no la sufran. Pero la noción de género sirve para ambos. Hay también una construcción social de la masculinidad. Sin embargo, cuando se habla de “ideología de género” se habla solo de “género femenino”.
Lo que el feminismo de género quería mostrar es que el afán de poder del patriarcado había convertido en biológico roles femeninos culturales.
A lo largo de la historia esa división se ha utilizado como un elemento de dominación que era necesario desmontar. El sexo es una división biológica (macho-hembra), mientras que el género es una división cultural (mujer-varón). Lo que el feminismo de género quería mostrar es que el afán de poder del patriarcado había convertido en “biológico” roles femeninos que eran meramente culturales. En esa confusión cayeron muchos filósofos y muchos teólogos. Durante siglos se había establecido una idea devaluadora de la mujer, cuyos dogmas centrales eran: la mujer es intelectualmente inferior, la mujer es peligrosa, porque el hombre no puede resistirse a sus hechizos (recuerden el papel de Eva), la mujer es pasional e incontrolada, por eso tenía que estar sometida a la tutela del padre o del marido. Esta inicua utilización de la idea de “naturaleza” como fuente de derechos hizo que el movimiento feminista rechazara en bloque la noción de “naturaleza” como fuente normativa, con toda razón.
En ese punto confluyó con los movimientos homosexuales, a quienes se había tildado siempre de ir “contranatura”, y con los movimientos contra la segregación racial. Hasta aquí es difícil no estar de acuerdo, pero en los años 80 se puso de moda una teoría filosófica que convirtió la realidad entera en “construcción cultural”, lo que dio origen a exageraciones ridículas. Fue muy comentado el 'Escándalo Sokal'. Un prestigiosa revista –'Social Text'- publicó un articulo escrito por el físico Alan Sokal, titulado 'La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica'. Lo que venía a decir es que la gravedad cuántica era un constructo social, es decir, que existe solamente porque la sociedad se comporta como si existiera, por lo tanto si no creyéramos en ella no nos afectaría. Una vez publicado, Sokal reveló que todo era una patraña dirigida a mostrar la falta de sentido crítico de las teorías de la “construcción social”.
También en el movimiento feminista aparecieron exageraciones. Elizabeth Badinter se hizo popular por afirmar que el “instinto maternal” apareció en el siglo XIX y era una creación machista. La maternidad era la nueva esclavitud. Formaba parte de la institución “familia patriarcal”, que se consideraba nefasta para las mujeres. Las mujeres que querían dedicarse a criar a sus hijos, aunque lo hicieran voluntariamente, fueron consideradas traidoras al feminismo, lo que hizo que muchas de ellas se apartaran del movimiento. La crítica feminista se dirigía a la “familia tradicional”, pero muchos lo entendieron como un ataque a la familia a secas. Se produjo así una de las decisiones políticamente más torpes por parte de la izquierda: dejaron que los conservadores se adueñaran de los valores de la familia, cuando ellos habían promovido muchas de las medidas más eficaces a favor suyo. Además, incluso el feminismo, que reconocía la importancia de su labor reproductiva, se quejó de que había sido usurpada por el varón. En parte, tenía razón. En el derecho romano, el padre decidía si aceptaba al hijo o no. La patria potestad durante mucho tiempo era por vía paterna. Como reacción, hubo un movimiento de rechazo de la figura paterna, el eclipse del padre, que ha sido acentuado por las nuevas técnicas reproductivas.
La crítica feminista se dirigía a la “familia tradicional”, pero muchos lo entendieron como un ataque a la familia a secas
El rechazo del concepto “naturaleza” se expandió. Ya no era solo el “género” lo que era una “construcción cultural”, sino el mismo sexo. Con esto llegamos a la tercera ola, en los 90. Les recuerdo que la primera ola fue el feminismo de la igualdad y la segunda el feminismo de género. La tercera fue el feminismo de la diferencia. Comenzó con una afirmación muy sensata: la reivindicación de la igualdad es jurídica, social y económica, no tiene por qué ser psicológica. Había que reivindicar los sentimientos y, sobre todo, el deseo femenino –proscrito durante siglos. Las mujeres debían pensar su propia identidad femenina. Pero la preocupación por la búsqueda de la identidad se volvió perturbadora en una sociedad líquida, en la que se comenzaba a hablar de “personalidades ameboides”. Una parte de las feministas defendió la identidad de género, de la comunidad femenina, pero en plena pasión identitaria eso no era bastante.
El género era demasiado generalizador. Se empezó entonces a hablar de géneros múltiples, y se acabó rechazando la idea de género porque no defendía lo suficiente el derecho a la diferencia. Judith Belladona y Barbara Penton rechazaban toda identidad sexual en nombre de “la lucha contra cierta prohibiciones, otros tabúes, otros moralismos, otras normas. Sentimos en nuestro cuerpo no un sexo, ni dos, sino una multitud de sexos”. Esto era un fruto tardío de una ancestral mezcolanza de biología, moral, derecho, intereses, concentrada en el tema de la sexualidad.
Conviene recordar que una gran parte de las mujeres del mundo necesita la ayuda de un feminismo de la igualdad, defendido por todos
Esa situación produjo una nueva fractura en el feminismo, porque muchas pensadoras se dieron cuenta de que la primacía del “derecho a la diferencia” dejaba inermes a su defensoras. ¿Qué podían decir a quienes defendieran un “derecho a la diferencia” desde el machismo? Nada, porque la única apelación era a la universalidad de los derechos fundamentales, que era lo que negaban. La “hiperidentidad” se mezcló aquí con el pensamiento posmoderno, que proscribía la universalidad de la naturaleza. La libertad debía llegar hasta la “libertad de elección de identidad”, incluida la identidad sexual. Por de pronto había que negar las divisiones dicotómicas. Macho y hembra eran los dos extremos de una variada serie de estados “intersexuales”, entre los que se podía elegir.
La negación de una naturaleza humana puso en pie de guerra a la iglesia católica porque toda su moral sexual está basada en la idea de “naturaleza”, de manera que su negación implicaba par ella un relativismo absoluto o, lo que es lo mismo, una completa anomia. Esta es la razón de que considere tan deletérea la ideología de género.
Con este resumen solo he pretendido mostrarles las tensiones, contradicciones, verdades, exageraciones y falsedades que hay en la “ideología de género”. Tan injusto es aceptarla en bloque como demonizarla en bloque. Conviene recordar que una gran parte de las mujeres del mundo necesita la ayuda de un feminismo de la igualdad, defendido por todos. Hay que defender el “derecho a ser niña”, como defiende Save the Children. Creo que he tensionado al máximo el formato de un artículo, incluso para un diario tan acogedor como El Confidencial.

Anticonceptivos masculinos: por qué no hay pildoras 'antibaby' para hombres

Hace casi 60 años que la píldora anticonceptiva revolucionó la vida de las mujeres. Sin embargo, aún no se ha desarrollado una versión masculina.
Un nuevo ensayo intenta ahora acabar con el bloqueo: un gel que los hombres deben aplicarse diariamente sobre sus hombros para evitar ser fértiles.
En el Instituto Chileno de Medicina Reproductiva, Gabriela Noé ultima los detalles de una investigación que podría dar un giro a la anticoncepción tal y como la conocemos. Aún está dando sus primeros pasos, pero este ensayo clínico internacional podría ser el que definitivamente haga posible el desarrollo de un anticonceptivo hormonal masculino: un análogo a la famosa píldora que desde hace casi 60 años permite a millones de mujeres de todo el mundo controlar su salud sexual y reproductiva. En vez de una pastilla, en este caso se trata de un gel que los hombres deben aplicarse diariamente sobre sus hombros para evitar ser fértiles. 

La crema permite, literalmente, que los varones se echen a la espalda la responsabilidad contra los embarazos. El producto (NES/T) es una combinación de dos hormonas -testosterona y la progestina sintética nestorone-, que «consigue suprimir la producción de espermatozoides a una concentración considerada infértil, es decir inferior a un millón por mililitro de semen» de forma segura y sin que la calidad de vida del varón se vea afectada, explica a través del correo electrónico Noé. 
Su equipo, al igual que otros nueve centros de Estados Unidos, Reino Unido, Suecia, Kenia e Italia está seleccionando a entre 30 y 60 parejas -seguirán a un máximo de 420- para que en los próximos cuatro años prueben la idoneidad del método. La investigación está impulsada por los Institutos de Salud de EEUU (NIH). «Sabemos [por estudios previos] que el gel es reversible y efectivo para suprimir los espermatozoides», aclara. Ahora, el objetivo es confirmar que puede llegar a ser un método anticonceptivo viable en muchos aspectos; algo que no es tarea fácil, reconoce la investigadora. Aunque ha habido diferentes intentos por llevar al mercado la versión masculina de la píldora; es decir un método hormonal reversible, barato, seguro y rápido que apague a voluntad la fertilidad del varón, ninguna ha llegado a buen puerto por diferentes razones.
A día de hoy, una mujer que no quiera quedarse embarazada en España puede elegir entre al menos 11 métodos anticonceptivos (muchos de ellos hormonales). En cambio, un hombre sexualmente activo sin intención de dejar descendencia dispone básicamente de dos: el condón y la vasectomía (sin contar el poco confiable coitus interruptus). Mientras que las opciones de control de la natalidad dirigidos a las mujeres se han multiplicado desde la llegada de la primera píldora -en EEUU la autorización con fines anticonceptivos se llevó a cabo en 1960, mientras que a España no se despenalizó hasta 1978- para los varones las alternativas llevan décadas estancadas y se reducen a utilizar un método de cuyo uso ya hay constancia en el siglo XVI o pasar por el quirófano para someterse a una intervención muchas veces irreversible.
¿Por qué existen estas enormes diferencias entre las opciones anticonceptivas para hombres y mujeres? ¿Qué impide el desarrollo de una píldora masculina? La respuesta a estas preguntas no es sencilla y en ella hay una mezcla de machismo, dificultades técnicas e intereses económicos. «La última vez que la industria farmacéutica patrocinó un ensayo clínico con anticonceptivos hormonales masculinos fue hace unos 10 años», señala Roberto Lertxundi, miembro del comité de dirección de la Sociedad Europea de Contracepción, quien aclara que toda la investigación que hoy en día se lleva a cabo sobre la materia está impulsada por agencias nacionales o internacionales -NIH, OMS- u organismos sin ánimo de lucro, cuya capacidad para impulsar los ensayos es mucho menor que la de una empresa. 
La big pharma ha abandonado la investigación en este campo porque no considera, al menos hoy en día, que haya un buen negocio en el desarrollo de estos productos que, para hacerse un hueco en el mercado, deben ser baratos, fáciles de utilizar, altamente efectivos y no provocar efectos secundarios reseñables. Crear una píldora masculina no es tan sencillo como copiar el mecanismo de la versión femenina, explica Ignacio Martínez Salamanca, especialista en Urología y Andrología del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid). «El proceso de producción de espermatozoides y, por tanto, la posibilidad de bloquearlo sin efectos no deseados, es mucho más complejo en el hombre que en la mujer». Las mujeres únicamente fabrican una célula sexual al mes, el óvulo, mientras que el organismo masculino produce continuamente espermatozoides, señala. Además, añade, en el caso de los varones también es más complejo suprimir el eje hipotálamo-hipofisario, el encargado de la producción de espermatozoides, sin que la alteración hormonal afecte a otras esferas de su vida.
VIVIMOS EN UNA SOCIEDAD MACHISTA QUE DEJA EN LA MUJER LA RESPONSABILIDAD DE LA ANTICONCEPCIÓN
Los ensayos realizados en las últimas décadas han demostrado que sí es posible desarrollar un anticonceptivo hormonal masculino, señala Ferran García, presidente de la Sociedad Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva (ASESA) y responsable de la Unidad de Andrología del Instituto Marqués de Barcelona. Sin embargo, la investigación realizada hasta ahora también ha mostrado fallos que ponen en cuestión su atractivo comercial, como una tasa de respuesta variable, la aparición de alteraciones a corto plazo -acné, aumento de peso, elevación en el recuento de glóbulos rojos- o la necesidad de usar una vía de administración molesta, como las inyecciones periódicas. «Todo esto, sin duda, ha contribuido al desinterés de la industria», señala García. 
En la misma línea se pronuncia Lertxundi: «Este es un tema de negocios. Y parece que la industria actual se conforma con lo que tiene y no quiere hacer inversión». Para Iván Rotella, miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (EAPS), el abandono por parte de la industria de esta área de investigación también se debe «a que la salud sexual se sigue viendo como una cosa de mujeres». «Vivimos en una sociedad machista que ha dejado en las mujeres la responsabilidad de todo lo que tiene que ver con la anticoncepción y también con la protección en las relaciones sexuales [...]. En el fondo, lo que se sigue pensando es que la que se queda embarazada es la mujer, que es ella quien tiene que preocuparse. Por eso la industria no cree que comercialmente vaya a ser rentable un producto dirigido exclusivamente a los hombres», remarca. Noé está convencida de que, si contase con el apoyo de una compañía farmacéutica, el gel que evalúa podría convertirse en el primer anticonceptivo masculino similar a la píldora que llegue al mercado. Precisamente porque solventa varios de los problemas detectados con otras presentaciones. En primer lugar, con el gel ofrece una vía de administración mucho más cómoda que las inyecciones que se habían utilizado hasta ahora. Y, además, los ensayos previos han mostrado un nivel bajo de efectos secundarios. Sin embargo, podrían tomarle la delantera otras opciones no hormonales, que también han mostrado resultados muy prometedores en ensayos preliminares. 
Una de ellas es el método RISUG/VALSALGEL, que se asemeja a una vasectomía reversible porque consiste en bloquear los conductos deferentes -los encargados de llevar a los espermatozoides maduros hasta la uretra- mediante un polímero inyectable. Si el hombre desea volver a ser fértil, el paso de los espermatozoides puede volver a liberarse mediante otra inyección que disuelve el bloqueo. 
También se está probando, de momento sólo en animales, un método que apaga la fertilidad del varón evitando que los espermatozoides maduren adecuadamente. El producto, denominado Adjudin, es un análogo de la lonidamina, que en principio se desarrolló como fármaco anti-cáncer. Permite recuperar la capacidad reproductora cuando se abandona su uso, aunque preocupa su asociación con efectos adversos importantes.
De cualquier forma, los especialistas consultados creen que hace falta más voluntad para conseguir que cualquiera de estos métodos llegue a las farmacias. En ese sentido, en 2016, una veintena de expertos en contracepción firmaron en la Academia Francesa de Medicina el Manifiesto de París, un documento en el que reclamaban la implicación de la industria, las agencias sanitarias, políticos y organizaciones de todo el mundo para conseguir que «al menos un anticonceptivo masculino fiable, reversible y asequible esté disponible antes de 2026».La píldora «fue un logro muy importante para las mujeres, que pudieron acceder a actividades sociales y laborales sin el temor de los embarazos frecuentes», zanja Noé. «Pero han transcurrido décadas desde entonces y es el momento de que hombres y mujeres compartan esa responsabilidad».
Lo que ha traído y descartado la investigación
REPOSICIONAMIENTO
El 44% de los embarazos que se produjeron en el mundo entre 2010 y 2014 fueron no deseados, según un estudio publicado en 2018 en 'The Lancet Global Health'. En busca de nuevas opciones contraceptivas, un estudio escocés financiado por la Fundación Gates ha comenzado a analizar la utilidad de fármacos ya existentes o en desarrollo para interferir en la fertilidad masculina.
RECHAZOS
En los años 80, las autoridades chinas llevaron a cabo un estudio con gosipol, un compuesto derivado de la semilla del algodón después de observar altas tasas de infertilidad en hombres que tomaban habitualmente aceite de este vegetal. Se observó una alta eficacia del método (hasta del 90%), pero, tal y como explica Ferran García, presidente de ASESA, también se constató que en un 20% de los voluntarios el efecto era irreversible y en algunos casos se producían efectos adversos graves, por lo que las investigaciones se suspendieron.
SIN PASTILLAS
Entre las diferentes opciones contraceptivas hormonales que se han probado, la combinación de progestágenos con testosterona es la que ha ofrecido resultados más prometedores. Sin embargo, uno de los principales problemas de estas formulaciones es que, hasta ahora, exigían una aplicación intramuscular, ya que la testosterona no se puede administrar por vía oral (el hígado la inactivaría). La opción de utilizar un gel podría solventarlo.

El crecimiento postraumático tras el diagnóstico del VIH favorecería la satisfacción con la vida

El apoyo sobre cómo, cuándo y a quién revelar el estado serológico puede facilitar los efectos beneficiosos de dicho crecimiento
Un estudio británico publicado en AIDS and Behavior ha concluido que el crecimiento postraumático posterior al diagnóstico del VIH favorecería la satisfacción con la vida incluso teniendo en cuenta factores con un impacto negativo tales como el estigma o el remordimiento asociado a la revelación del estado serológico.
El crecimiento postraumático es el cambio positivo que se emprende como resultado del proceso de aprendizaje y reevaluación sobre uno mismo y la propia vida tras la vivencia de un suceso traumático, como lo puede ser el diagnóstico de la infección por el VIH. Este tipo de crecimiento puede mejorar la calidad de vida. Sin embargo, el diagnóstico de la infección por el VIH también puede asociarse a consecuencias negativas tales como el estigma interiorizado o los problemas psicológicos asociados a la revelación del estado serológico.
Mientras que muchos estudios dan por hecho que el crecimiento postraumático puede tener un impacto positivo en las vidas de las personas con el VIH, pocos se han centrado es establecer las relaciones entre crecimiento postraumático, el estigma y los remordimientos asociados a la revelación del estado serológico. Para arrojar más luz sobre este asunto, Bridget Dibb, investigadora de la Universidad de Surrey (Reino Unido) realizó un estudio en el que 73 personas con el VIH cumplimentaron un cuestionario que evaluaba diversos factores: satisfacción con la vida, estado de salud, depresión, crecimiento postraumático, morbilidad asociada al VIH, percepción del estigma, remordimientos asociados a la revelación del estado serológico y factores demográficos. Todos los participantes habían revelado su estado serológico a, como mínimo, una persona.
El 67% de los participantes eran hombres. El 47% de los participantes se identificaron como heterosexuales, el 46% como homosexuales y el 7% como bisexuales. El 48% de los participantes no tenían pareja estable, el 15% estaban casados y el 8% habían enviudado. El 44% habían revelado su estado serológico a algún familiar, el 27% a alguna amistad y el 24% a su pareja. De forma destacable, el 43% había revelado su estado serológico a más de 50 personas.
Tras un análisis multivariable, el estudio detectó que el crecimiento postraumático incrementó de forma significativa la satisfacción con la vida (p <0 a="" como="" con="" concurrencia="" de="" depresivos="" diversos="" el="" en="" ese="" estad="" factores="" impacto="" incluso="" la="" modelo="" negativo="" nivel="" ntomas="" o:p="" p="" presencia="" s="" stico="" tales="" un="">
La percepción del estigma y el remordimiento tras la revelación del estado serológico se relacionaron significativamente con una menor satisfacción con la vida en el análisis univariable, pero la significación estadística se perdió en el multivariable. La investigadora señaló que ello se debería a que el estudio no estaba diseñado específicamente para establecer estas relaciones, pero que ello no significa que el estigma y el remordimiento por la revelación del estado serológico al VIH no influyan sobre la satisfacción con la vida.
Sobre la base de estos resultados, la investigadora apuntó que las personas con el VIH transitan por un camino de búsqueda del significado de su situación, hecho importante, pues ello se asocia a la percepción de satisfacción con la vida. Este hallazgo puede ser tenido en cuenta para fundamentar intervenciones para mejorar la calidad de vida de las personas con el VIH.
El crecimiento postraumático es una parte del proceso de ajuste psicosocial. Ser consciente de su existencia y valorarlo debería ser una parte del trabajo de los médicos y demás profesionales sanitarios o psicosociales que atiendan a las personas con el VIH.
Así, estos profesionales pueden ayudar a las personas con el VIH a elegir cuándo y cómo revelar el estado serológico, además de a quién. Mejorar las experiencias de revelación puede ayudar a reducir los remordimientos y el estigma interiorizado experimentados por estas personas, liberando el camino para que el crecimiento postraumático actúe positivamente sobre la satisfacción con la vida.
http://gtt-vih.org/actualizate/la_noticia_del_dia/20-12-18