sábado, 29 de febrero de 2020

La educación sexual, excluida de las aulas españolas

Somos uno de los pocos países de nuestro entorno que carece de una asignatura de esta materia, que sigue contando con el rechazo de algunos sectores
 “A los niños no se les tiene que enseñar juegos eróticos. Eso está cerca de la corrupción de menores”. Es la rotunda afirmación del líder de Vox, Santiago Abascal. Por eso, la formación de ultraderecha aspira a instaurar lo que han bautizado como pin parental. Con ello, quieren evitar que los niños reciban “charlas, talleres o actividades con carga ideológica o moral contraria a sus convicciones”.
El término pin parental es prestado. La misma expresión se utiliza para referirse a una clave que ofrecen varias plataformas para bloquear en la televisión o el ordenador determinados contenidos que los padres consideren que no son apropiados para sus hijos, por ser violentos o explícitamente sexuales. Vox pretende obligar a la dirección de los centros educativos a informar a las familias de todas las actividades complementarias organizadas dentro del horario lectivo, así como establecer el derecho de los progenitores a dar su consentimiento a cada uno de esos talleres con una “autorización expresa”.
El veto, por ejemplo, a charlas sobre educación sexual, ya es un hecho en la Región de Murcia. Lleva implantado desde principios del curso escolar, pese a que se trata de una materia obligatoria porque así se contempla en el currículo anual que diseñan los centros. Vox ha logrado que su propuesta se incluya en el acuerdo de presupuestos que ha cerrado con Partido Popular y Ciudadanos.
Suecia fue pionero y desde 1955 la asignatura es obligatoria
Si la educación sexual era la asignatura pendiente para el sistema educativo español, esto puede ser el portazo definitivo a su entrada en las aulas. En nuestro país, ese vacío lo suplen las charlas impartidas por profesionales pero no hay rastro de la educación sexual en el currículo. “Su implementación es la clave del cambio real. Base para conseguir que las sociedades sean realmente libres e igualitarias, que no sean machistas. Estamos trabajando más allá de la prevención de embarazos o enfermedades de transmisión sexual. Es mucho más amplio: cómo nos relacionamos, el trabajo afectivo y emocional”, explica la coordinadora de la Asociación de Derechos Sexuales y Reproductivos, Silvia Aldavert.
España es uno de los pocos países europeos que no imparte esta materia en sus aulas. Lejos quedó el poco contenido sobre sexualidad que aparecía en algunas asignaturas transversales incluidas por la LOGSE en 1990 y la LOE en 2006. Desde 1995, es obligatoria en Suecia y se imparte en la etapa preuniversitaria. En la década de los 70, se sumaron los países escandinavos y algunos de la Europa occidental. Alemania la implantó en 1968 y Austria, Dinamarca y Finlandia dos años después. Los últimos en sumarse fueron Eslovaquia (1996), Francia (1998), Portugal (1999) e Irlanda (2003).
Pero no todas las comunidades se han quedado rezagadas en esta materia. Casi un referente es Navarra con su programa ‘Skolae: Berdin Bidean – Creciendo en igualdad’, premiado por la UNESCO. El plan, que entró en vigor en 2017 y terminará extendiéndose a todos los centros de la comunidad foral en 2021, recoge objetivos específicos y programas desde el ciclo de 0-6 años hasta Bachillerato, tanto en educación sexual como en igualdad y prevención de la violencia.
Los jóvenes recurren a internet ante la falta de información
Catalunya ha seguido la estela y ha impulsado ‘Coeducat’, un programa piloto sobre educación sexual y afectiva que ya aplican 300 colegios e institutos públicos desde 3º de Primaria hasta 4º de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). La consellería ha adelantado que los contenidos se impartirán en tutorías en grupo e individuales y que los centros podrán realizar actividades extraescolares que apliquen el enfoque afectivo-sexual, las cuales se adaptarán a las necesidades de cada etapa educativa. La previsión es que el proyecto llegue a todos los centros públicos catalanes en tres años, durante el curso 2021-2022.
“Es necesario un cambio de paradigma en todos los sentidos, en todos los contenidos que se están dando en la educación obligatoria Qué contenidos, cómo y como introducir los contenidos que nunca se han trabajado: relaciones emocionales, roles, igualdad. A pesar de que las competencias las tiene cada comunidad, tiene que haber voluntad política porque esta materia se incluya”, defiende Aldavert.
Los expertos avisan: la educación sexual no es baladí. “Los adolescentes necesitan adquirir conocimientos y desarrollar aptitudes que les permitan tomar decisiones bien fundamentadas sobre sus vidas, aprender a evitar los problemas y a abordarlos cuando se presentan, y saber dónde pueden solicitar ayuda en caso necesario. La educación sexual puede ayudar a los adolescentes a ampliar su nivel de conocimientos y comprensión, fomentar los valores positivos. Entre ellos, el respeto por la igualdad de género, la diversidad y los derechos humanos”, señala la Organización Mundial de la Salud. También la Organización de las Naciones Unidas advierten de que es un conocimiento esencial.
La falta de información aboca a que los jóvenes hagan sus primeras consultas en internet. Algo peligroso para la coordinadora de la Asociación de Derechos Sexuales y Reproductivos: “Nadie les está ayudando a elegir y a filtrar si la información es correcta e incorrecta, fijando tópicos que son falsos o creando estereotipos. Más que nunca, es necesario crear espacios informativos que contrarresten las consultas en la red”.

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