lunes, 28 de diciembre de 2015
Grecia aprueba, por fin, la ley de uniones civiles igualitaria
La madrugada del 23 de diciembre, tras horas y horas
de debate, el parlamento griego aprobó la ley de uniones civiles que permite
los enlaces (entre sí) de gays, lesbianas y trans. 193 parlamentarios votaron a
favor y 56 en contra. No hubo abstenciones.
Llega tarde y es insuficiente, pero es una victoria”
dice Irini. “Es un paso muy pequeño comparado con lo que debe hacer Grecia y
con lo que han hecho otros países europeos”. Irini Petropoulou es una activista
lesbiana con una larga trayectoria de lucha a sus espaldas. Recuerda que la
primera vez que asociaciones LGBT propusieron una ley de parejas de hecho a los
partidos fue en 2005. “10 años para algo tan pequeño deja un sabor agridulce,
pero es un paso adelante”.
Syriza fue el primer partido griego en asumir la
reivindicación, en 2006. Pero entonces era una formación prácticamente residual
que tenía el 3,30 por ciento de los votos y seis diputados. En 2009, el Pasok
se comprometió a legalizar las parejas LGBT pero nunca lo hizo. Desde entonces,
en sólo seis años, la agitada vida política griega ha tenido cuatro
legislaturas. Ninguna de ella llegó a tramitar la citada ley.
KKE, el Partido Comunista de Grecia, votó en contra:
“la familia es la unión del hombre y la mujer con el objetivo de proteger a los
hijos de la clase proletaria”.
A diferencia del Estado español, que ha pasado de ser
una sociedad ultraconservadora a un país que penaliza electoralmente las
posiciones machistas -recordemos que el punto de inflexión de la campaña de
Ciudadanos fue cuestionar la ley de violencia de género-, en Grecia ningún
partido siente que mostrar sensibilidad de género o posiciones favorables a la
diversidad sexo-afectiva pueda reportar réditos electorales. A diferencia de lo
que sucede en el Estado español, en Grecia las izquierdas prestan escasa
atención a la agenda de derechos de las mujeres y las personas LGTBI.
El ejemplo más extremo de ello es el KKE, el Partido
Comunista de Grecia. Siguiendo su centenaria tradición lgtbfóbica, el miércoles
votó en contra de la ley de parejas. Para el KKE, “la familia es la unión del
hombre y la mujer con el objetivo de proteger a los hijos de la clase
proletaria”, según declaró su secretario general, Dimitris Kutsubas. Kutsubas,
para diferenciarse de los nazis de Amanecer Dorado, suele condenar “los ataques
racistas contra los homosexuales” (sic) pero aclara que, para ellos, “la
familia es otra cosa”.
La ley obtuvo el voto favorable de Syriza, Pasok,
Potami y algunos diputados de Nueva Democracia y Anel. En contra, el KKE,
Amanecer Dorado y la mayoría de diputados de ND y Anel.
“La lgtbfobia está completamente presente en nuestro
día a día. La mayoría gays y lesbianas que conviven ni siquiera se presentan
como pareja ante sus vecinos de escalera. Cuando tienen hijos, dicen que son
amigas que viven juntas tras haberse divorciado de sus maridos”, explica Evi
Spyraki, miembro de la Asociación de Familias Arcoiris, que agrupa a gays y
lesbianas con hijos e hijas. “Cuando voy a recoger a mis hijos al colegio, sus
profesoras siempre me preguntan por el padre o ser refieren a mi pareja como
‘esa amiga tuya que viene a por tus hijos a veces’. El ginecólogo presupone mi
heterosexualidad porque soy madre”, denuncia Evi. “Por eso esta ley es
importante, aunque sea insuficiente. La gente no acepta con naturalidad este
tipo de familias, por lo que esta ley servirá para educar. Aunque depende
también de ti, de cómo te presentas, de cómo de abierta eres”.
Antecedentes del matrimonio igualitario
En 2008, a pesar de que no existía ninguna ley que lo
posibilitara explícitamente, el alcalde de Tilos -una isla conocida por ser
especialmente de izquierdas- casó a una pareja de gays y a una pareja de
lesbianas. ¿Cómo? Simplemente siguió el Código Civil griego, que establece que
el “matrimonio es la unión de dos personas para formar una familia”.
En 2008 un alcalde casó a dos parejas amparándose en
el lenguaje neutro del Código Civil. El Tribunal Constitucional lo invalidó y
las cónyuges fueron acosadas.
El ministro de Justicia declaró ‘inválidas’ esas
uniones y el Tribunal Constitucional le dio la razón al ministro. Además, las
cónyuges sufrieron una campaña mediática fortísima en la que se las ridiculizó
una y otra vez. Una de las dos mujeres casadas se suicidó. El alcalde que las
casó sufrió un infarto.
2015 será recordado como el punto de inflexión para
la homofobia en Grecia. Un mes antes de la aprobación de la ley de uniones
civiles falleció el conocido actor de teatro Minás Jatzisabas. Su novio Costas
Falelakis convirtió el funeral en un alegato a favor de los derechos de gays y
lesbianas cuando denunció las dificultades que tuvo que superar para que le
dieran el cadáver: “Minás y yo vivimos juntos sus últimos 26 años de vida. No
queremos vuestra aprobación, sólo queremos que nos dejéis en paz. Que nos dejéis
vivir y morir en paz. Aprobad de una jodida vez la ley de uniones civiles para
que otra gente no tenga que pasar lo que acabo de pasar yo”, exclamó ante las
cámaras de televisión presentes. Sus palabras funcionaron como último impulso a
la ley.
Una ley insuficiente
Stela Mpelia también participa en la Asociación de
Familias Arco-iris. Ella tiene tres hijos, su pareja dos. Viven juntas desde
hace años y enfrentan, cada día, las dificultades que comporta ser una familia
de lesbianas en Grecia y que la ley aprobada no solucionará. La principal es
que cada una de ellas no puede actuar legalmente como progenitora de los hijos
de la otra. Es decir, no pueden viajar con ellos sin una autorización por
escrito de su madre legal, no pueden llevarlos al médico, no pueden solicitar
las ayudas como familia numerosa a pesar de tener cinco hijos. “Y eso no es lo
peor”, dice Stella, “si yo falleciera en un accidente, mis hijos quedarían
legalmente a cargo de una prima a la que apenas conozco porque ninguna ley
-tampoco esta ley de uniones civiles- reconoce a mi pareja como madre o tutora
de mis hijos. Lo mismo con la herencia”.
La norma aprobada en el parlamento establece un plazo
de seis meses para que el legislador concrete por medio de un reglamento los
aspectos que la ley no cubre. En especial, el parlamento deberá concretar qué
tipo de pensiones -de viudedad o similares- podrán cobrar las parejas
inscritas. Los mismo sucede con la adopción -tanto de los hijos de la pareja
como de terceros-. Aunque según la letra de la ley esta opción queda abierta,
Stella y sus compañeras son son muy optimistas. “Esta ley no permitirá
adopciones, pero un primer paso hacia el matrimonio igualitario. Esta ley no
soluciona las necesidades de las parejas con hijos pero en la medida en que en
este país no existe nada similar, la consideramos un pequeño paso adelante”,
dicen todas.
“Aquí todos conocemos el caso de España y esperamos
que en Grecia pase lo mismo”, dice Haris Tortorelis, del grupo LGTB de Syriza.
“España era un país muy conservador como lo es ahora Grecia. El peso de la
iglesia católica también era muy grande, como lo es en Grecia el de la iglesia
ortodoxa. Pero en España, la ley de parejas de hecho primero y el matrimonio
igualitario después, transformaron completamente la percepción de la sociedad.
Yo viví dos años en Madrid y nunca me he sentido tan libre”.
Stella asiente y confirma: “Yo estuve en Barcelona
hace tres años y nunca me había sentido tan cómoda. Ver parejas pasear de la
mano o con sus niños con tanta naturalidad… Me encantó. Espero ver pronto eso
en Atenas”.
Mientras en el interior del parlamento se debatía la
ley, un centenar de activistas LGTB lo celebraban en el exterior. Se trataba de
la celebración de quien sabe que queda mucho por hacer pero lo más difícil, empezar,
ya está hecho.
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