viernes, 24 de septiembre de 2010

IRAK Y AFGANISTÁN: SEXO A CAMBIO DE VIDA

Las empresas privadas de seguridad que trabajan en las zonas de conflictos hacen esclavas sexuales. Ni una causa criminal fue abierta por la compra y venta de personas. A estas desconsoladoras deducciones llegaron los expertos del Centro Americano por la Conciencia en la Política Estatal (the Center for Conscientiousness in State Policy).

No ha habido ni una sola acusación criminal en los ochos años que han pasado desde se firmó una regla presidencial dictada por el ex presidente estadounidense George W. Bush que prohibía a los soldados asentados en Irak y Afganistán involucrarse en redes de prostitución. La falta de acusaciones, sin embargo, no significa que tanto tropas como contratistas estadounidenses estén ajenos a este tipo de prácticas que van desde el maltrato de personas hasta la prostitución forzada.

Las empresas privadas de seguridad que trabajan en las zonas de conflictos, los 'contratistas privados', que ya sobrepasan el número de soldados en Irak, obtienen de buena gana esclavas sexuales. En el ejemplo más conocido, empleados de DynCorp fueron descubiertos cuando traficaban con mujeres en Bosnia y hay indicios que sugieren que en Irak puede estar ocurriendo lo mismo.

La primera compañía con este tipo de prácticas que figura en la lista es Blackwater, que ya tiene fama por el fusilamiento de ciudadanos civiles en Irak en septiembre de 2007. Al cambiar el nombre a Xe Service, la compañía no abandonó su camino de 'bandolerismo en la frontera de la ley'. Uno de los ex empleados de la organización denunció unánimemente que observó a algunos colegas pagar a jóvenes iraquíes de 13 años por tener sexo. Esas acusaciones fueron eliminadas.

Afganistán no queda atrás de Irak en cantidad de burdeles en su territorio. Sólo en 2006 como resultado de una serie de redadas fueron rescatadas más de cien mujeres chinas que denunciaron haber sido secuestradas y obligadas a trabajar como prostitutas. En la compra y venta de gente en Afganistán figura la empresa de seguridad contratada por la embajada estadounidense en Kabul, ArmorGroup.

La guerra ha dejado sin casa a una enorme cantidad de chicas y chicos que son muy vulnerables al comercio sexual. Sin embargo, no se ha abierto ni una sola causa criminal por prostitución y tráfico de personas en Afganistán e Irak. Hasta ahora para las agencias ha sido prácticamente imposible investigar las denuncias, aunque algunos analistas prefieren opinar que éstas se han hecho las ciegas ante las evidencias criminales que existen. Durante los últimos 5 años el movimiento monetario de las empresas de seguridad privadas en esos países superó los cien mil millones de dólares.

Después de Vietnam, Indonesia, Filipinas y Tailandia, ahora Irak y Afganistán cuentan con trata de mujeres y prostitución, prácticas condenadas en informes donde Estados Unidos aparece como juez decisorio del mundo.

A pesar de lo severas que puedan ser las leyes, sin investigación y con impunidad será difícil poner punto final a este tipo de actuaciones en EE. UU. y en el mundo.

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